La conquista del tiempo

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¿Dónde está aquel hombre capaz de conquistar el tiempo?

¿Dónde habita? 

¿Dónde ha pulido sus plantas para no quemarse con el fuego de la verdad?

En sus manos sé que porta las vibraciones de los átomos y el abandono crudo de la levitación.

Es un condenado, repite sucesivamente su vida y no se cansa de la mutación. 

Le carcome el tiempo, pero le seduce viciosamente.

Desconoce el total impacto del drama de su existencia.

Creación del verbo divino es... 

Revolcado bajo las suelas de sus apetencias y descaros juega a poseernos.

Experimenta por medio nuestro para reinar y comprender las evoluciones de su creación.

¿Dónde deposita la inflamación de sus deseos por orbitar dentro de las curvas e invertir lo lineal del minutero?

Tal vez a los pies de las mismas tumbas que ha provocado picando la dignidad de otros hombres, obligados al desarraigo de sus tierras, a podrirse en caravanas de muertos.

Hay una perfecta eternidad como torbellino girando en sus pupilas.

Es un hecho, aunque nadie así pueda llegar a verle, que dentro suyo palpita intensamente el corazón del cosmos.


Danza en ruinasWhere stories live. Discover now