Propósito Express

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La nieve caía copiosa afuera, desde la ventana, los ojos castaños de Lola Bell examinaban la calle con lentitud y aburrimiento, era víspera de año nuevo, cualquiera pensaría de una chica bonita y joven como ella se encontraría en alguna fiesta rebosante de música, luces neón y tragos, pero para Lola, que realmente no disfrutaba este tipo de festividades, la casa de alguno de sus familiares era el mejor lugar para estar, aunque no pudiese evadir todo el alboroto que acompañaba a una fecha como esa.

Ese año, el lugar de la fiesta era la casa de la tía Nelly, la hermana mayor de su padre. En el jardín sus primos que aún eran niños corrían jugando con la nieve, en el pequeño gazebo del jardín los adolescentes compartían publicaciones en sus celulares, cerca de la terraza la generación más antigua de la familia tomaba tragos mientras recordaban anécdotas familiares y en la sala de estar, los que tenían casi la misma edad que ella, acompañados por sus respectivas parejas, bailaban en la pista improvisada organizada esa misma tarde por la tía y otros compartían diversas pláticas sobre su vida cotidiana.

Lola suspiro regresando su mirada a la ventana luego de revisar a toda su familia, el aroma a la deliciosa comida que preparaba su tía Nelly llenaba el ambiente, todo era perfecto, o lo sería si no fuese año nuevo. Si tan solo todo fuese igual que un par de semanas atrás, tal vez la víspera de año nuevo no sería tan mala.

En el reflejo del cristal que daba a la calle, ella habría jurado que podía ver, como si se tratase de una película, como se reproducía aquel momento en el que Dorian, su molesto compañero de trabajo, había murmurado unas palabras que ella prefería creer que no había entendido cuando su autobús partió a otra ciudad por culpa de un traslado laboral.

Dorian Ellis y ella nunca se habían llevado bien realmente, discutían la mayoría del tiempo, competían en las metas de la empresa, él le hacía todo tipo de bromas incómodas y vergonzosas todo el tiempo, pero Lola debía admitir, que todo aquello le daba un poco de emoción a su día a día, y desde que él había partido, ella no se sentía igual.

- Si trajeras a alguien a las fiestas de la familia no estarías allí aburrida mirando la ventana y lamentándote de tu patética vida, tienes veinte años Lola, solo diviértete un poco

Resopló un poco molesta mientras la película de la partida de Dorian desaparecía del reflejo de la ventana y mostraba a su perfecta hermana, Freya que se encontraba de pie tras de ella, enfundada en un hermoso vestido blanco, con su impecable peinado y su adorable bebe en brazos.

- Freya, no me estoy lamentando, mi vida no es patética y no necesito a nadie aquí para ser feliz, muchísimas gracias

Ella tomó asiento a su lado un segundo y con su mano libre toqueteo cariñosamente las puntas de uno de los mechones de su cabello, casi del mismo tono rojizo que el de ella pero mucho más liso y sin gracia, su sobrina de apenas nueve meses, comenzó a tirar de su bufanda mientras emite gorgoritos inentendibles. Oh no, Freya tenía esa mirada, la que decía que sabía que algo pasaba. Lola bajó la mirada y Freya arrugó el entrecejo.

- Esto no es solo tu actitud de "no me gustan las fiestas porque están sobrevaluadas y solo son sobre marketing bla bla bla"... a ti te pasa algo

Lola negó con la cabeza vigorosamente, jamás admitiría a su hermana que se encontraba un poco nostálgica por un chico que ni siquiera le agradaba. Además no era como si lo extrañase a él, extrañaba únicamente la interacción, el ejercicio mental que era buscar un insulto inteligente qué replicarle a cualquiera de sus bromas. La hija de mi hermana comenzó a retorcerse en sus brazos y a quejarse, obligando a Freya a ponerse de pies.

- Vamos a decir nuestros propósitos de año nuevo, tal vez deberías hacer algunos.

Jamás se sometería a ese ritual de año nuevo, odiaba la idea de los propósitos: rara vez se cumplían, además, acercarse a decir sus propósitos con la familia la dejaría expuesta a recibir todo tipo de preguntas sobre por qué no se había puesto un lindo vestido para esa noche o porque no había llevado a nadie para la fiesta, todos sabían las respuestas, pero siempre hacían las mismas preguntas de todas formas.

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