Capítulo 2: Eres mía

1.4K 134 23
                                    

El lobo se arrastró hasta ti, recargando su cabeza sobre tus muslos, pasaste tus manos entre su melena, poniendo especial atención en trazar círculos en sus orejas para tranquilizarlo, realmente no tenías idea de qué iba a pasar con él, precisamente por eso estabas tratando lo mejor que podías a Midoriya, para que él mismo accediera a no retirarte a Katsuki de tu lado.

– Maldita sea – gruñó, girando su cabeza y enterrándola entre tus piernas para ocultar su rostro –. No quiero perderte...NO VOY A PERMITIRLO ¿me oíste? – sus garras rodearon tus caderas, tomándote posesivamente mientras te estrechaba más y más.

– Suficiente – sentenciaste y él inmediatamente puso espacio entre ambos, si bien era un lobo bastante testarudo y agresivo, cuando de una orden tuya se trataba él actuaba como el más dócil de los perros de caza.

– Quizás... – murmuró y se incorporó de un salto –. ...quizás será mejor que me vaya a montar mi guardia – la apatía de su rostro cuando resopló y se giró para dirigirse a la puerta te estrujaron el pecho.

– Que yo recuerde aún no te he permitido retirarte – dijiste levantándote y dejando caer el vestido sobre tus pies, caminaste en el camisón de tu ropa interior hacia tu mesa de noche y tomaste uno de los cepillos de cabello para colocarlo sobre tu hombro.

– Tienes doncellas para eso, no soy tu maldito criado – renegó pero decidiste ignorarlo y sólo sacudiste el cepillo un poco en el aire.

– Todas mis doncellas tienen terror de venir a asistirme porque no dejas de gruñirles cada que me tocan como no te parece – lo acusaste –. ¿Por qué estás tan arisco hoy? – preguntaste al fin justo cuando él arrebataba el cepillo de tus manos.

– No es nada – se limitó a decir mientras sus garras comenzaban a separar delicadamente mechones de tu cabello para comenzar a cepillarlo.

– Katsuki...

– Tienes el aroma de Deku impregnado en todo tu cuerpo, lo detesto, lo detesto tanto – masculló entre gruñidos, su tacto seguía siendo gentil y suave, a diferencia de sus palabras –. Pensar que ese bastardo va a poner sus manos en ti...me es insoportable, si hoy...casi pierdo el control cuando estaba colocándote este estúpido collar...si no me hubieras sacado de la habitación quizás lo habría perdido...

– Lo sé – aseguraste, quizás para Midoriya haya sido un gesto para mostrarle confianza y complicidad al abandonar la protección de tu guardián, pero para ti, realmente fue más una jugada para sacar a Katsuki del lugar y evitarle un poco el descontento o que las cosas pasaran a mayores.

– No quiero pensar en lo que vas a tener que pasar cuando... – el hombre lobo dejó de acicalarte el cabello y guardó silencio, cuando alzaste tu vista para mirarlo a los ojos te topaste con un rostro contraído por la impotencia, abriste la boca para decir algo...–. No digas nada – te interrumpió justo antes de empezar–. Detesto la idea de lo que vas a tener que pasar y que yo como tu puto guardián no pueda hacer absolutamente nada.

– No es como que me encante la idea pero...

– No lo digas

– El no decirlo no lo va a hacer desaparecer, es lo que tengo que hacer, así son las reglas... – el largo suspiro que salió de tu boca denotaba lo mucho que le habías dado vueltas en tu cabeza –. ...eso fue para lo que nací – el gruñido lastimero de tu protector fue eclipsado por el crujir de la madera de tu cepillo al ser pulverizado entre sus garras de lo fuerte que apretó sus puños.

– ¡Una mierda con eso! – masculló con su voz gutural por lo molesto que estaba pero inmediatamente se dominó antes de perder el control y cambiar de forma, estos últimos días se había sentido demasiado alterado, así que reunió todas sus fuerzas, para calmarse –. Una mierda – susurró apenas bajando las orejas y dejando caer su cola un poco entre sus piernas, totalmente desanimado.

Entre tus fauces (Bakugou Katsuki x Reader) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora