Solo una copa más

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El despertar de una mañana en un día de semana, las criadas del Viñedo Amanecer estaban de pie y listas para hacer sus labores. A la cabecilla estaba Adelinde, la criada más fiel y la que más tiempo llevaba a las órdenes de los Ragnvindr. Estricta y directa, dictaba las labores del día de hoy. Desde ordenar la cama del señor Diluc y dejar sus ropas listas cuando saliera de su baño, mientras tanto ella prepararía el desayuno.

Diluc se encontraba tomándose un momento de relajo en la tina, ordenando los múltiples pensamientos que daban vueltas sin parar en su mente. La noche anterior fue intensa, peleando para espantar a los seres del Abismo que intentaban adentrarse en Mondstadt para infundir el caos entre la gente, gente tan sencilla y libre, ni siquiera Los Caballeros de Favonius podrían contra tales poderes infernales. Lo sabía de ante mano, porque alguna vez estuvo entre las tropas, pero eso es parte del pasado.

Despues de un suspiro, se levantó del agua, seco su cuerpo y su largo cabello rojizo como el fuego. Al volver a su habitación, su cama se encontraba lista y con sus ropa encima. Se puso cada una de las prendas, para terminar secando y amarrado su cabello en una coleta alta.

Adelinde lo esperaba con la mesa servida, una taza de té, un vaso de sidra de manzana, pan, jamón, mantequilla, entre otros alimentos para un desayuno perfecto y saludable. Diluc dejaba para el final su bebida favorita, la sidra, se sentía refrescante la sensación del líquido bajando por su garganta, dejando ese dulce sabor en sus labios.

-¿Necesita algo más Señor Diluc?- Pregunta Adelinde mientras recoje la mesa.

-Estoy bien, gracias.-

De pocas palabras y directo como siempre pero sin perder el respeto, Diluc se prepara para salir del Viñedo hasta la taberna el "Obsequio del Ángel", donde además de ser el dueño y jefe, también es uno de los cantineros. Aunque ese puesto lo ocupa más Charles al pasar más tiempo atendiendo a la clientela.

Mondstadt, la ciudad de la libertad, sus habitantes inundan las calles con alegría, la gran mayoría suele beber de los mejores vinos y licores que proporcionan las tabernas, siendo la de Diluc la más reconocida y la que recibe más gente. Pero aún es muy temprano, el ambiente está más calmado, solo se puede ver a gente haciendo compras comunes como comida o flores, o tal vez algún objeto único y maravilloso por parte de Viento y Gloria.

Al entrar saluda a los guardias quienes lo reciben como si de un famoso se tratase, Diluc sigue su camino, indiferente al ambiente, suele llevar la misma expresión vacía para no llamar tanto la atención, prefiere que lo vean como un simple cantinero más.

Dentro de la cantina se encuentra Charles acomodando botellas de licor. Éste al ver a su patrón entrar, lo saluda amistosamente, Diluc corresponde.

-Anoche fue una larga noche, habían muchos clientes nuevos, parecían venir de otras ciudades. Entre viajes pasan la palabra de la mejor cantina de este lugar, jajaja.-

-Si te saturas de gente no dudes en pedirme ayuda.- Comenta Diluc.

-No es mi intención molestarte a altas horas de la noche.-

Diluc se coloca detrás del mesón y se queda de pie mirando la puerta, esperando que alguien pase a través de ella.

Las horas pasan volando como las semillas de diente de león que danzan sobre el cielo de la ciudad. El número de clientes es el de siempre, entre ciudadanos, algún que otro viajero de tierras lejanas, exploradores del Gremio, incluso Caballeros de Favonius, todos bebiendo de los deliciosos y refrescantes brebajes, como si éstos fueran bendecidos por el mismísimo Arconte Barbatos.

-Señor Diluc, puede irse a casa, yo me ocupo, no creo que venga más gente por hoy.-

Diluc le lanza una mirada a Charles, como queriendo convencerlo de que no lo dejará solo, queriendo convencerlo de que siempre puede contar con su ayuda y compañía.

[Genshin] Sidra de manzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora