Capítulo 4

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Duele, pero a él le gusta. Lo sabe por su largo jadeo  cuando se mueve.

Entonces lo intentará otra vez. Flexiona sus rodillas hasta elevar su trasero y poder volver a introducirlo todo. Gime más fuerte por el dolor placentero y la manera en la que han sobado su próstata.

—Oh, Dios... Chris... Tómalo con calma.

Chris respiró sobre su hombro. Cerró sus ojos con fuerza, solo concentrándose en el grosor y la longitud dentro de él.

Estaba tenso, por ende lo apretaba fuerte. Y Robert era conciente de eso. Le costaba retenerse, quería embestirlo y hacerlo gemir tan dulcemente.

Pero Evans no quería esperar, el quería complacerlo. Así que exponiéndose al dolor volvió a saltar sobre su pene erecto. El gemido que soltó fue más largo.

Downey lo contempló sentado sobre su regazo, las sábanas rosas se hundieron más en ese lado.

Sus firmes muslos apenas se rozaron por detrás del torso del castaño. Sus manos estaban aferradas a sus hombros.

Su polla se rozaba con el abdomen del castaño, haciendo que quisiera venirse, tan rapido que de seguro lo avergonzaria.

—Es tan gruesa. —jadeo. Conteniendo el gemido lastimero por la posición. Las piernas del castaño se estaban adormeciendo por el peso extra.

—Mmm, no es la primera vez que me lo dicen. —Robert río. Su mano peino los cabellos rubios que tenían pegados a la frente.

El rubio respiraba pesadamente mientras se acostumbraba a su tamaño. A esa nueva clase de intromisión.

—Tranquilo, cielo. Solo tienes que relajarte.

Chris asintió y volvió a repetir el movimiento. Esta vez dolió menos. Lo repitió y se abrazó más al cuerpo firme.

—¿Puedes hacer algo por mi, cielo?

El asiente desesperado. Puede, puede hacerlo todo.

—Ponte en cuatro.

El chico se sonroja y levanta con pocas fuerzas. Prácticamente cae sobre sus brazos exponiendo su trasero. No porque así quisiera caer, sino porque sus piernas le tiemblan.

—Tienes unos muslos tan firmes.

Robert disfruta de abrir sus piernas. Casi echado. Coloca una almohada con funda de seda que se frota con el pene del chico.

Evans gime al volver ser invadido.

—¿M-me puedo correr dentro? —el rubio le besa. Muy fuerte e instantáneamente se separa. —La cabeza al frente, Chico.

Lo alza un poco más para tener un buen ángulo y poder penetrarlo mejor.

Finalmente se corre dentro. El gime fuerte y tiembla. Robert se levanta y sabe que no podrá cargarlo aunque le fuera la vida en ello.

—Vamos, párate.

Evans lo hace. Camina y se siente extraño. Algo viscoso corre por sus piernas, además que sus nalgas están rojas. Es bastante tarde y tiene sueño.

Se ducha. Y al llegar el castaño ya está dormido. De lado y solo se acuesta y lo arropa con su cuerpo.

—Fue increíble, gracias. En verdad lo quiero mucho.

Le da un pequeño besito en la frente sin saber que eso causará que el otro no duerma en toda la noche.

*por corregir*

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2022 ⏰

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