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El Omega pelirrojo dejó el plato de comida adelante del cachorro para que el pudiera comer.

El niño hambriento, comenzó a comer, olvidando los modales, solo quería satisfacer su hambre.

— kiriya-chan... ¿Que hacías por el bosque?

El peli negro se atraganto un poco, había recordado el momento por el cual se había ido de la finca de su padre.

— ehmm, la razón fue porque me pelee con mi hermana — suspiro mientras limpiaba los granos de arroz que estaban por su boca.

— Eso suena feo, yo nunca me había peleado con mis hermanos — dijo recordando sus momentos con sus hermanos menores.

Poniéndose algo triste y sin darse cuenta que soltaba un olor nostálgico.

El de ojos ciruela hizo una mueca con su nariz, el olor de aquel Omega que lo había salvado había cambiado de un olor dulce a uno amargo y podrido.

— Kamado-san... ¿Esta bien? — pregunto mientras veía los ojos rubíes del omega

— ¡Ah! Si, solo recordé algo.. — dijo mientras cambiaba el olor de sus feromonas volviendo la fragancia dulce.

— Lamento la pregunta... Solo que su olor se había puesto algo triste.

— no te preocupes, esta bien. Por cierto, creo que deberías volver a casa.. — comentó mientras ponía el plato sucio en el fregador para lavarlo.

— creo que tiene razón. Debería volver.

— puedo ir contigo. — el cachorro le miro — puede que otro demonio te ataque, cachorro. — le aclaro.

— hmm, esta bien, yo lo guió hacia la finca de mi padre, creo que esta buscándome — miro al suelo.

— eso lo tengo seguro — cerro los ojos. No había nada más desesperante que perder a tu propio hijo o hija, y al buscarle no encontrar ningún rastro.

 No había nada más desesperante que perder a tu propio hijo o hija, y al buscarle no encontrar ningún rastro

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𝐄𝐥 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐛𝐨𝐬𝐪𝐮𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora