Siglo XIX, época de guerras y ocaso de las monarquías absolutas.
La homosexualidad estaba mal vista por toda la sociedad, era considerado un pecado desde el punto de vista de cualquiera.
No había peor crimen que ser un 'marica', las personas con gustos distintos a los de la sociedad eran castigados brutalmente, incluso los quemaban. Totalmente una crueldad humana.
Si eras de la clase alta por obligación tenías que formar una familia perfecta, sin rumores, con hijos y sobretodo siendo heterosexual.
En aquella época el peor castigo era enamorarte de alguien de tu mismo sexo.
Tal es el caso de Hwang Hyunjin, hijo mayor del líder del comité real y Lee Felix hijo del rey.
Este último estaba destinado a contraer matrimonio con Hwang Yeji, hermana de Hyunjin.
Un amor prohibido, un amor que conllevaba adrenalina y peligro, un amor que podría arruinar sus vidas.
Sin embargo decidieron tomar ese riesgo por la persona que aman...
Se encontraban recostados en el césped del jardín trasero del palacio, abrazados... acariciándose como dos enamorados. Admirando el hermoso cielo nublado, señal de que estaba a punto de anochecer.
-Hyunjin, no quiero que esto termine.- Le dijo en un hilo de voz.
-No te preocupes amor mío, aunque me enfrente a miles de guerreros en lucha por tu amor, soportaré hasta el peor castigo para poder estar junto a ti. Esto no es sólo palabrería, es lo que siente mi corazón. Quiero que sepas que realmente te amo...
-¡Felix! ¿Qué demonios estás haciendo?
Esa voz que rompió su tranquilidad, esa voz perteneciente a la reina. Inmediatamente y con el temor recorriendo sus venas Hyunjin hizo una exagerada reverencia, que más bien consistía en poner todo su cuerpo en el piso.
-M-madre no es lo que parece, nosotros solo estab- Una mano se estrelló en su mejilla izquierda, su madre lo había abofeteado.
-¡NO PUEDO CREERLO DE TI!
¡HACES ESTO A SOLO UN MES DE TU MATRIMONIO!
¡Y LO PEOR ES QUE ES CON OTRO HOMBRE!
Desde esos momentos todo su mundo se derrumbó, su pequeño lugar seguro al lado de su amado se vino abajo.
Los guardias entraron al lugar en cuanto la reina dió la orden. Tomaron a Hyunjin por los brazos y lo esposaron.
Ni las súplicas y el llanto de Felix logró detenerlos.
-¡S-señora madre, tiene que comprender! ¡Y-yo lo amo! ¡Él es el amor de mi vida, y no me importa que no sea aceptado. Ordeno que lo suelten ahora mismo!
-¡No hagas tontos berrinches! ¡Sólo estás confundido, te casarás con Yeji, tendrán hermosos hijos y no recordarás más a ese sujeto!
¡Llévenselo a la prisión!
Las criadas se encargaron de llevar a Felix a su alcoba. Colocándole seguro a la puerta por órdenes de sus superiores.
El llanto del joven príncipe se escuchaba por todo el castillo, un llanto desgarrador que era capaz de hacer que a cualquiera se le erizara la piel.
Llorando sin descanso durante toda la noche, pidiéndole a la luna por el bienestar de su amado.
Al día siguiente nada se supo de Hwang Hyunjin. 28 días después, se realizó la boda de Lee Felix y Hwang Yeji.
La familia Hwang estaba igual de triste por el destierro de el hijo mayor, sin embargo tenían que disfrutar al máximo la unión de sus progenitores.
Yeji, quién nunca estuvo de acuerdo con el matrimonio arreglado, sabía más que nadie todo el dolor que Felix sufría por la perdida de Hyunjin.
Tomando la tarea que su querido hermano le dejo, sacó aquella hoja de papel doblado en cuatro partes. Y se la entregó a la persona correspondiente, en cuanto estuvieron dentro de su habitación.
-Felix, esto es de mi hermano antes de irse
Tomó la carta entre sus manos y no dudó ni un segundo en abrirla y comenzar a leer.
"Podran pasar más de mil años, pero nunca podré olvidarte...amor mío, no puedo decirte cuando regresaré porque es probable que nunca lo haga. Lo siento tanto, no pude luchar contra ellos como te lo prometí. Quisiera tanto tenerte entre mis brazos, acariciando tu lindo rostro, contando tus hermosas pecas...pero no se puede ahora ...vive, se feliz ...cumple todos nuestros sueños. Siempre he amado la forma en que tus ojos se achican cuando sonríes, tu manera de caminar, tus lindos ojos...en ellos siempre hay millones de estrellas, tiene un brillo único...por favor, no dejes que pierdan ese brillo...la luna fue testigo de todas las noches en que nos entregamos mutuamente, esas noches en que unimos nuestros cuerpos y almas. Cuando mires la luna piensa en mí, piensa en como yo era la luna y tú el sol...mi dulce sunshine. Tal vez en esta vida no estábamos destinados a estar juntos...pero si es que hay más por vivir, ten por seguro que te buscaré."
Lágrimas frías caían por su rostro, manos temblorosas y piernas inestables. Tuvo que sentarse en la cama para evitar desplomarse.
Una trágica historia de amor, un final destructivo.
No siempre las personas que se aman están destinadas a estar juntos.
