Corrí escaleras arriba para evitar que él me alcanzara, sentía miedo, no de nuevo, no otra vez. Casi llego al último escalón cuando siento un fuerte jalón de cabello, mi cuerpo rodó por las escaleras, mi pierna dolía con cada golpe, fui tan ingenua al creer que el no me alcanzaría esta vez, no puedo huir de el anque lo intente con todas mis fuerzas. Lo escuché reír abiertamente antes de dejarme tirada al pie de las escaleras, el subió para ir a clases, todos los días era lo mismo.
¿Habrá algún día en dónde no me moleste de nuevo? Desearía que ese día llegara pronto, mi límite está demasiado cerca. Me levanté sintiendo ardor en mi rodilla, dirigí mi vista a ella y pude observar que sangraba ligeramente por los raspones.
Seque las lágrimas de mis ojos caminando hasta la enfermería, como de costumbre solo dije que iba distraída y me había resbalado con algo, la enfermera no hizo ninguna pregunta, solo limpio mi herida y finalizó poniendo una venda al rededor de las gasas.
Espere a que las clases terminaran, salí lo más rápido que pude, el ardor de mi rodilla hacia tortuoso el camino, pero si me detenía el me alcanzaría, lo recordé, el callejón detrás de la universidad, fuí hasta el decidida a irme por ahí, la distancia entre la secundaria y aquel lugar solitario era cada vez más corta.
Escuché algunos gritos al doblar para entrar en el, recargue mi espalda en la pared arta de la situación, no solo tengo la suerte de ser golpeada en el colegio sino que ahora también observo como dos estudiantes universitarios lo hacen con alguien de su clase, algunas veces las personas son muy jodidas.
Solo observe de reojo, la sangre del chico que era golpeado caía en los rostros de los otros dos, ignorando la situación decidí caminar lo mejor que pude para salir de ahí, no me quedaría a ver como mataban a alguien.
Los jóvenes ensangrentados voltearon a verme, sin mirarlos seguí mi camino. Llegué a casa, abrí la puerta con la esperanza de ver a mis padres ahí, todos los días era lo mismo, no estaban. Mi día a día era básicamente una rutina, llegaba del colegio, me preparaba algo de comer y subía a mi habitación para hacer mis cosas.
. . .
Entre a mi aula con nerviosismo, faltaba poco para que el llegara, espere cada segundo con el estómago revuelto, pasaban los minutos, horas, el nunca entró, tal vez estaba enfermo, no debía cantar victoria antes de tiempo.
Los siguientes días siguió pasando lo mismo, el no volvió a aparecer, los profesores no habían dicho nada durante semanas, una junta inesperada nos dejó dos horas libres, la directora ahora estaba en el salón.
—Jovenes me gustaría hablar de un tema serio con ustedes —absolutamente todos guardamos silencio.
—Lamentablemente uno de sus compañeros falleció, su nombre era Miya Low —un suspiro de tranquilidad lleno el silencio, las personas voltearon a verme, nadie sabía que pasaba cuando nos dejaban de observar,
Mi rostro cambio a fingida tristeza, sentía cierta culpabilidad por sentirme feliz, pero... ¿quién no se sentiría feliz de saber que la persona que casi toca tus límites está muerta?
Mire a Rin mientras se lavaba las manos, su rostro mostraba molestia.
—Es una niña, ¿cómo se atreve? —sus manos sacuden el agua con ligero color rojo al espejo.
—Aunque lo merecía también era un niño, no podemos justificar lo que acabamos de hacer.
—Han pasado años, lleva años siendo molestada cruelmente por el, no entiendo porque no dijo nada, todos los días salía con una herida nueva.
—Debemos agradecerle en cierta parte, si el no la hubiera golpeado nunca la hubiéramos conocido, ver a una niña salir con heridas nuevas del colegio no es algo que pase todos los días.
—Ran, sigue siendo una niña, no nos podemos sentir intrigados por ella —golpeo con fuerza la pared.
—Dentro de unos años dejara de ser una niña —alenté intentando tranquilizarlo.
—Y le llevamos más de cinco años, no se puede, ella no está a nuestro alcance.
—Rindou no acabamos de hacer esto solo porque queremos que esté en paz, muy bien sabemos que esa mocosa nos hizo algo, llamo nuestra atención en tan solo dos meses y ahora acabamos de terminar con su tortura.
—Ran se un poco más maduro, eres el mayor, debería entenderlo, ella tiene doce años, no se puede, es imposible.
—En algún momento dejara de tener doce años y será legal.
—¡Carajo Ran! ¡Dije que no!
—Si en estos momentos renuncias a ella no creas que hare lo mismo, pero de una vez te advierto, cuando yo la tenga no la compartiré.
—Igual será muy chica para nosotros, ¿planeas que seamos sus Sugar Daddys?
—Rindou ambos sabemos que nos vuelve locos, piensa mejor las cosas antes de decidir no buscarla, porque lo dije enserio, si tú renuncias a ella jamás te permitiré tenerla.
Salí del baño dejándolo solo, juntos comenzamos esto, ahora lo tenemos que terminar juntos.
ESTÁS LEYENDO
𝙲𝚘𝚖𝚘 𝙷𝚊𝚐𝚘 - 𝚁𝚊𝚗 𝚢 𝚁𝚒𝚗𝚍𝚘𝚞 𝙷𝚊𝚒𝚝𝚊𝚗𝚒
FanfictionCada que los miraba una sola frase invadía mi mente "dejaría que ellos rompan cada uno de mis huesos lentamente"