Se repetía.
Cuando se trataba de él, todo se repetía.
Su rostro. Su voz. Sus movimientos. Su sonrisa. Su alegría.
El carisma que desprendía.
Todo se repetía.
Su mente se convirtió en un casete por su culpa.
Un casete lleno de Aaron. Y le gustaba que fuera un casete porque así lo reproducía a su antojo cada que quería. Nunca se cansaba de presionar el botón del cabezal.
La voz potente del profesor la sacó de sus pensamientos.
Ordeno que resolvieran los problemas mostrados en la pizarra, después explicaría las respuestas y apenas terminar se llevaría los cuadernos.
Alba hizo una mueca.
Les echo una ojeada y noto que era fácil, por lo menos para ella. Se consideraba alguien inteligente, y no porque tenga el ego muy alto, sino porque se lo habían dicho toda su vida y ella finalmente termino por creérselo.
Bueno, esta habilidad suya le daba ventajas en lo que respecta a tiempo. Y ahora quería entregar ese pequeño periodo al chico que se sentaba a su izquierda, unos cuantos asientos adelante.
Apresurada, rebusco entre sus cosas debajo del pupitre. Saco un libro.
Se lo había planteado hace poco, pero había decidido escribir en el sus pensamientos y emociones. Su abuela se lo regalo, al parecer tenía muchos en su tienda, y como por ese entonces iban a iniciar las clases pensó que Alba tal vez necesitaría uno.
Las hojas eran de un papiro casi idéntico a los que fabricaban por los años 90, su tapa era una común y corriente y no era muy interesante o bonito a la vista. Incluso estaba algo malgastado.
Pero era su libro. Un libro dirigido a Aaron y a lo que sentía por él. Solo por eso era especial.
Le agradecería a su nona luego, ahora quería traspasar sus recientes palabras mentales, las que acababan de cruzar por su mente, antes de que las olvidara y se pasara la tarde entera tratando de recordar.
Cuando es Aaron, todo se repite.
Y es maravilloso.
Ya está. No necesitaba mucho para entender a lo que se referían esas cortas frases.
Confiaba en que inmediatamente al verlas, el calor en su pecho se situaría ahí.
Alzo la mirada y vio a Aaron atendiendo al frente. Él volteo hacia ella y percibió un temblor en sus piernas. Él le dio una sonrisa rápida y volvió a observar la pizarra.
Cogió el lápiz nuevamente y comenzó a escribir por segunda vez.
Porque es Aaron.
Y se ve demasiado bien cuando sonríe.
Cerro el cuaderno y guardo el lápiz en su estuche.
Abrió la palma de su mano y se apoyó en ella. Fingió revisar las paginas de su libro de algebra por tres segundos, pero sus ganas pudieron más y miraba de reojo a Aaron cada tanto.
Quién sabe, por ahí le dedicaba otra de sus sonrisas.
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Ciclo Ordinario De Una Chica Enamorada
RandomUna chica ordinaria que se enamoró. Entonces sería un enamoramiento "ordinario". Ella siempre se cuestionaba. Pensaba demasiado, pero también sentía demasiado. ¿Amor? Sabía que eso era. Estaba segura. ¿Confusión, dudas, felicidad, angustia y dolor...