Cierras los ojos tratando de alejar aquel pensamiento destructivo que ronda por tu mente, sin embargo no puedes, sigue surcando tu cabeza; te dolió y mucho. Aquellas palabras viperinas de tu rey dieron justo en el clavo.
Una traicionera lagrima roda por tu mejilla; por más que niegues aquel sentimiento, por más que lo oprimas y te digas a ti misma que es inexistente, continua haciéndote llorar todas las noches por tratar de oprimir la existencia del mismo.
-No es real-Te dices mientras colocas una de tus manos sobre tu pecho, la aprietas con fuerza porque te duele, te duele demasiado -Porque duele tanto si no lo es- No puedes más, caes de rodillas abrazándote a ti misma y comienzas a llorar con más ganas.
Tu mejor amigo, tu mentor, tu compañero... El amor de tu vida, se va a casar.
Sabías que algún día eso sucedería, es por eso que siempre tratabas de oprimir ese sentimiento, haciéndote a la idea de que solo era una ilusión, un capricho del amor que tu corazón creía profesarle a aquel rubio.
-¿Y qué esperabas Tauriel? Él es un príncipe- Tú misma te herías con esas palabras que tantas veces te repite el destino, él es un príncipe: Tu superior.
Solo eres una simple capitana de la guardia Real, solo eso.Lloras un poco más para sacar toda la frustración en tu corazón, para tranquilizar tus emociones que se encuentran a flor de piel. Lloraste durante tanto tiempo que sin remedio quedas dormida bajo aquel frondoso árbol con las lágrimas del dolor marcadas en tus mejillas.
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-Tauriel, despierta- Escuchas una voz a la lejanía, una voz que amas escuchar que susurra tenuemente en tus puntiagudas orejitas.
Te remueves un poco, te encuentras tan cómoda que realmente no quieres despertar, mueves tu mano y sientes como debajo de ella están los muslos de una persona, tienes la cabeza apoyada sobre las piernas de alguien.
Escuchas una risa por lo bajo y decides no moverte al percibir como una mano acaricia ligeramente tu cabello, contornea tu rostro con un dedo pulgar con toda la delicadeza que les posible a aquella persona, sientes un escalofrió recorrer tu espina dorsal y te levantas de golpe.Una parte de ti protesta, ya que estabas tan cómoda que era injusto que le arrebataras a tu alma esa felicidad, pero tu mente siempre perspicaz te dijo que era lo correcto.
-Mi lord Legolas- Te reincorporaste de manera ágil, limpiaste tus mejillas con discreción para que este no notara las marcas de aquellas lágrimas que hace un tiempo habían adornado tu rostro. Te diste cuenta que ya estaba anocheciendo, ya que la puesta de sol adornaba el paisaje del bosque a pesar de ser tan sombrío hacía que luciera maravilloso en aquella época del año. -Lo lamento, estaba entrenando que perdí la noción del tiempo -Mentiste.
-Te he dicho que no me llames así Tauriel, somos amigos -Como bofetada de guante blanco sientes esa aguda palabra "Amigos" en otros tiempos eso era suficiente, pero ahora todo era distinto. Sonríes con falsedad asintiendo con la cabeza, recoges tu arco que se encuentra en el suelo y le das la espalda. Su mano rápida te toma de la cintura pegando su torso a tu espalda, se acerca a tu oído y susurra, te estremeces a su tacto; tiene tanto efecto sobre ti que él no se percata de ello.
-¿Que sucede Tauriel?-Te cuestiona de manera tranquila, no respondes y agachas la mirada, tratas de maquilar otra mentira piadosa, pero tu cerebro esta shockeado por su cercanía, sientes su aliento en tu nuca y cómo aprieta su fuerte mano en tu estrecha cintura, el realmente no te hace las cosas fáciles. Intentas separarte para pensar en algo un poco fuera de su alcance, te remueves en tu lugar pero el ejerce aún más fuerza acercándote más hacia él.
Las ganas de llorar inundan tu ser, como quisieras que las cosas fueran distintas.
-Es solo que deje algunas cosas pendientes en el cuartel- Si, esa era la excusa perfecta, quitas su mano con delicadeza y comienzas caminar a paso apresurado sin mirar atrás, no querías torturarte más a ti misma, no más.
Sin embargo el destino que ese día conspiraba en contra de tus sentimientos queriendo verte sufrir.
Él se acerca de manera rápida y detenido tu andar, te vuelve a tomar de la cintura obligándote a girar sobre tus talones para que lo veas a la cara. Aquel movimiento fue tan rápido que casi caes, colocas tus manos en su fuerte pecho y con los ojos muy abiertos lo miras con sorpresa, observas esos hechizantes ojos azules que te derriten, él te mira entre preocupado e hipnotizado por tu mirada. Tu respiración es entrecortada y pesada, sientes que podrías desmayarte y estaba dado por hecho que tus mejillas en ese momento se encontraban del color de tu cabello.
-Eres tan hermosa cuando te sonrojas-
Susurra acariciando tus pómulos con mucha delicadeza. Quizás lo dijo de manera inconsciente o es producto de tu atrofiada mente. Tratas de regular tu respiración al ver como este se acerca a tu labios lentamente, la intención es más que obvia, sin embargo tu mente te pide a gritos que reacciones "¡Esta mal!" dice una y otra vez "Es un hombre comprometido" te repite para que te alejes, sabes que es cierto y te separas con brusquedad.
-Le ruego mi señor no volver a hacer eso -No pudiste evitarlo y algunas lágrimas traicioneras resbalan por tus mejillas, diriges tu mirada hacia otro lugar, no quieres que te vea rota, así es como te sientes por dentro, como un juguete olvidado y dejado en la maleza.
-Tauriel, yo...- Trata de reprochar tu comportamiento y se acerca a ti, más sin embargo lo interrumpes retrocediendo ante su tacto.
-Discúlpeme mi príncipe, pero es algo impropio- Limpias tus mejillas alejándote de él, no quieres verlo. Te sientes fatal y lo mejor para tus sentimientos es huir de aquel lugar.
Sabes que es lo mejor, debes de mantenerte al margen de la situación, ya no eres una pequeña elfo.
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Hija del bosque.
FanfictionAquellas lagrimas acarician tus mejillas, tratas de repetirte una y otra vez que el sentimiento en tu interior no es real, pero sabes que no es así y solo te quieres engañar a ti misma. Lo amas y lo sabes, mas nunca podrá ser. Tu mejor amigo, tu me...