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"Esa noche"

Los cuatro habían hecho caso omiso sobre lo que había ocurrido minutos  antes, tanto que estaban riendo por las ocurrencias que veían, en cada puesto se detenían para al menos tomarse una foto. 

Llegaron a un puesto donde se capturaban el mayor número de peces dorados con una paleta de papel "Kingyo-sukui". Akutagawa y Atsushi fueron los primeros en posicionarse en posición de ataque. 

Ambos se desafiaron con la mirada. Antes de que los mayores replicaran, ellos ya habían pagado 100 yenes para jugar. 

Los mayores simplemente suspiraron al mismo tiempo. Solo tuvieron que observarse una vez, para saber lo que el otro pensaba. Así que se dirigieron a ese lugar. 

Era un simple gesto, pero para ambos significaba mucho mas que algo trivial. Aunque a uno le producía esperanza, mientras que al otro melancolía. 

Dazai intento distraer a Chuuya con sus bromas, incluso le dio indirectas para cambiar de dirección y probar nuevos puestos, ya que ambos estaban solos. Mas, esta vez el que lo ignoraba era el pelirrojo. 

Al ver que no daba frutos sus intentos de interactuar con el otro, y viendo que estaban cerca de los puestos de comida. Decidió ser agresivo, apartando a Chuuya de la multitud, y empujándolo entremedio de dos puestos. 

—¿Qué mierda te pasa? —reclamo el pelirrojo.

—Eso debo preguntarlo yo, actúas como si yo no existiera —dijo el castaño, evitando que el otro escapara—. ¿Qué te pasa? 

Chuuya soltó una risa amarga por ese comentario. 

—Solo estas recogiendo lo que sembraste, Dazai —respondió mordaz. 

Ambos se miraron desafiantes, esperando que uno de los dos cediera y liberará todo, pero antes que eso pasara. Empezaron los fuegos artificiales, iluminando el cielo. Cosa que obligo a ambos observar el espectáculo. 

Chuuya uso su habilidad para posicionarse en la altura, donde podía ver todo de mejor forma. Desde arriba también podía divisar a los dos chicos en el puesto de peces aún, riendo y jugando entre ellos. 

Cosa que de forma inevitable, hizo mirar a Dazai, recordando el como eran en el pasado. 

El pelirrojo maldijo para si mismo, haber echado una mirada, porque pudo verse reflejado en los ojos de Dazai, el cielo estrellado junto a los fuegos artificiales. 

De mala gana, bajo hasta su altura, sin dejar de observarlo. La cual el castaño no dejaba de sostener, casi de forma instantánea, Chuuya le extendió su mano. Dazai no hizo ningún comentario, solo la agarró con fuerza. 

Ambos salieron de aquel callejón, y antes de que Dazai hiciera una sugerencia a donde ir, Chuuya ya lo estaba arrastrando hacia la mayor atracción. 

Dazai no dijo ninguna palabra, hasta que estaban por subirse, ya que jaloneo un poco el brazo del pelirrojo, intentando llamar su atención. 

—No te atrevas a quejarte, porque me lo debes —dijo dándose la vuelta Chuuya para observarlo— Lo sabes, Dazai, solo cállate.

—Lo sé, no me iba a quejar —respondió, para luego acomodar el pelo detrás de la oreja del pelirrojo—. Solo quería decir que te ves hermoso esta noche. 

Chuuya no se esperaba ese comentario, pero casi como si el otro tuviera planeada su reacción; entrelazo sus manos, y lo llevo casi a rastras hacia su pequeño cubículo que compartirían lo que durara la atracción. 

Ambos se acomodaron en sus asientos, observando como se pintaba el cielo de diferentes colores, a la vez que las estrellas parecían estar saludándoles desde lo alto. 

Chuuya se veía emocionado, sus ojos brillaban y pintaban el paisaje perfecto a los ojos de Dazai. Donde el otro ni siquiera le daba una mirada de lo concentrado que estaba; el castaño sonrió para si mismo por ese hecho, verlo una vez mas le había regresado esa emoción. 

Casi como si el cielo se estuviera burlando de él. Ocurrió un apagón en la feria, donde incluso pararon los fuegos artificiales, al Dazai no esperar esto, no pudo apartar la mirada a tiempo, cuando Chuuya ya lo había volteado a ver. 

Dazai se sintió nervioso y expuesto, pero en ves de huir como en el pasado, esta vez no lo haría. 

—Pensé que estabas muerto, Dazai —respondió desviando la mirada—. Ni siquiera te despediste, y lo primero que vi, fue que te cambiaste de bando ¿Cómo esperabas que reaccionara? 

—No lo sé —dijo llevando sus manos a su cabeza—. Nunca sé como vas a reaccionar, no importa que tanto lo intente. Siempre vas en contra de lo racional. 

Antes de que Chuuya lo golpeara, Dazai lo detuvo, agarrando su brazo. 

—Eso es lo que ha hecho mi alma vibrar, también el motivo por el cual elegí luchar por vivir cuando te conocí —dijo el castaño—. Lograste cautivar mi alma, Chuuya. 

Ambos se observaron en un silencio el cual hacía daño a Dazai con cada segundo que pasaba, por la mente de Chuuya pasaban muchas emociones, pero todas le gritaban que no cediera. Que fuera fuerte, pero con solo ver bailar la inseguridad en los ojos de Dazai tras decir esas palabras, cedió. 

Termino por jalar el brazo de Dazai para juntar sus labios contra los suyos. Algo que habría deseado toda su adolescencia, lo había vuelto real, se sentía pleno, ambos se dejaron llevar por aquel beso. Aunque gracias al apagón, Chuuya no pudo divisar como lágrimas escurrían por el rostro de Dazai. 

El castaño se sentía en paz, por fin podía expresar como se sentía, no esperaba que lo aceptaran, no sabía que esperar; él nunca había llorado, a excepción de cuando Oda falleció. Y seguía sintiéndose raro con ese tipo de emoción.

Pero prefería sentirla a no sentir nada, se sentía aceptado y cómodo. No quería soltar a Chuuya; no lo iba a hacer nunca mas ¿Qué importaba quien había ganado esta pelea de quien cedía primero? Mientras tuviera al pelirrojo, le daba igual si se veía vulnerable. 

Cuando ambos se separaron por aire, las luces volvieron. El cielo volvió a brillar, pero esta vez eran estrellas fugaces las cuales se posicionaban en lo mas alto del cielo. 

Ninguno de los dos lo dijo, pero ahí acurrucados entre ellos, ambos desearon estar junto al otro por siempre. Incluso en otras vidas. 

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Medianoche. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora