00. What We Did Wrong?

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—¿Cómo podés pensar solamente en ti Gabriela?-exclamó Iván con una voz temblando en ira y en decepción. —¡Siempre hablamos de que podíamos hacerlo juntos! ¡Este es nuestro sueño no el tuyo!—

Sentí un nudo en mi garganta, me sentía mal, estaba siendo demasiado egoista conmigo misma.

—Iván, por favor. Esto no es solo mío-dije con la voz entrecortada.

—¿Estás escuchando lo que estás diciendo Gabriela, de verdad te escuchas?—replicó el.

Las palabras de Iván resonaron como un eco en mi mente, de verdad solo estaba pensando solo en mi?

Me hacía mil preguntas. ¿Sería egoísta seguir este camino? ¿Qué pasaría con nuestra amistad? Si aceptaba, no solo cambiaba mi vida, sino la de él también. El miedo me paralizaba, pero la tentación era demasiado fuerte. Era una oportunidad que no podía dejar escapar, y aunque me doliera, tenía que tomarla.

—No es lo que piensas, Iván—mi voz temblaba, pero logré hablar. —No se trata de dejar atrás lo que somos. Se trata de mí, de lo que necesito hacer para seguir creciendo

Claramente las cosas no fueron así por qué estaba destinado. Vi como sus lágrimas caían por su rostro y se transformaban en una mezcla de frustración y tristeza

Las palabras siguieron y siguieron, en un reproche interminable, y en algún punto Iván tomó sus cosas, y se fue. Cuando el se fue esa noche la casa quedó vacía y con el también una parte de mi se había ido.

Me di vuelta lentamente, como si estuviera arrastrando un peso invisible. Iván estaba ahí, parado en la puerta del cuarto, con esa mirada de siempre, la que solía ver tan a menudo, pero que hoy se sentía como una carga. Era como si quisiera hablar, pero no supiera qué decir. Y, honestamente, yo tampoco. No sabía cómo hacerle frente a todo lo que se había acumulado entre nosotros, todo lo que habíamos dejado pasar sin siquiera intentarlo

—Gaby... -su voz sonó suave, quebrada. Nunca pensé que escucharía esa voz temblar por mí.

Me quedé en silencio, sin poder mirar sus ojos. No me atreví a mirar nada que tuviera que ver con él en ese momento. No después de lo que pasó

—Gaby, por favor, no... -su tono se endureció un poco. Algo entre enojo y desesperación. -No me hagas esto

El aire se sentía denso, pesado. Cada comentario que pronunciaba parecía colocar otro ladrillo en la barrera que nos separaba. Por favor reescribe esta oración reemplazando solo las palabras con sinónimos: ya lo sabía, ya había decidido irme, pero ¿cómo decirlo? Ya lo sabía, previamente había resuelto partir, pero ¿cómo expresarlo? Cómo reconciliarse con un corazón fracturado por experiencias anteriores, pero que aún busca algo de él.

—¿No me hagas esto?—repetí, casi sin pensar. -¿Y tu petición, Iván? Espere a que todos los sucesos desaparezcan sin esfuerzo.

Él me miró, sus ojos fijos en los míos. Pero no vi arrepentimiento en su rostro. Sólo incomodidad. El dolor surgió de nuestra conciencia de que todo había estado en situación precaria durante un período prolongado y, finalmente, esa precariedad había durado nada

—Yo... yo no quise que llegáramos a esto -dijo, como si mis palabras no pudieran caber en su cabeza.—Nunca quise que todo esto terminara así, pero no quiero que te vayas. Sabes lo que significas para mí.

—¿Qué significo para ti, Iván? -respondí, más fuerte ahora, casi con dolor.—¿Qué significo para ti después de todo?

Mi tono dejó claro que no buscaba consuelo ni respuestas vacías. Estaba cansada de escucharlo. Cansada de tener que entender lo que ya no se podía entender. De hacer malabares con una relación que se había convertido en una maraña de silencios y reproches no dichos

Él dio un paso hacia mí, y sentí cómo mi cuerpo reaccionaba ante su cercanía. Algo entre miedo y esperanza. Pero no podía. No podía darme el lujo de ceder otra vez.

—Sé que cometí errores, Gaby—dijo, su voz ahora más baja, como si no quisiera que las palabras le costaran tanto. Pero... no puedo dejar que te vayas sin saber que lo siento.

No podía evitar que una risa amarga se escapara de mis labios.

—¿Sabes lo que siento yo?—dije, apenas controlando la rabia en mi voz. -Lo siento por haberme quedado tanto tiempo, Iván. Lo siento por no haberte dejado ir antes de lo que debí. Lo siento por... seguir esperando algo que nunca llegó.

Esas palabras, esas que nunca había dicho en voz alta, me dolieron más que cualquier otra cosa. Pero necesitaba decirlas

Y, finalmente, cuando no quedaba más que el eco de nuestras respiraciones agitadas, me giré hacia el armario. Tomé una de las primeras cajas vacías y la llené con las pocas cosas que quedaban de mi tiempo aquí. Las ropas, los recuerdos, las promesas rotas.

Iván permaneció en el umbral de la puerta, como una sombra que ya no tenía fuerza para moverse.

Lo que más me dolió, sin embargo, no fue irme. No fue dejar atrás todo lo que alguna vez tuvimos. Fue la forma en que nunca pudimos despedirnos realmente, la forma en que nunca tuvimos el coraje de hablarlo. De darle a todo lo que compartimos, aunque sea un cierre.

Al final, no pude más. Después de haber guardado la última prenda en la caja, me senté en el borde de la cama. El cuarto ya no tenía vida, solo ecos.

Tomé una hoja en blanco y comence a escribir, sabía que a pesar de todo iba a ser la unica forma en la que me pudiera liberar

En esa carta.. escribí lo que nunca le dije, lo que no fui capaz de decirle. Tal vez leíste la carta, o tal vez no. Y eso es lo peor, nunca la llegaste a leer.

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