♡[EL ENCANTO DE SIRENA]♡

El 23 de junio cuando el sol cae, la noche se San Juan y sus festividades las hacen alejados de las orillas del mar, los hombres suelen desaparecer después de ese noche pasar por ahí. Por ello, por tradición o miedo, se niegan a querer salir de casa.

Aunque en esta ocasión un joven muchacho no tomó cuidado de las advertencias.

Bakugou Masaru, un joven de 23 años, tenía un trabajo de medio tiempo como administrador en los mercaderes de pescado, ese día en particular, salió más tarde al tener que arreglar cuentas que su jefe le encargo de última hora porque los necesita para la mañana.

Al ser días festivos en el pueblo mañana, no tendría clases en la universidad por ello no se molesto o incomodo por el mandado que le pido su jefe. La luna llena esta casi en su punto alto y solo disfruta el sonido del mar mientras va de camino a casa.

Hasta que lo escucha, la voz melodiosa de una mujer que se mezclan con los sonidos de las olas y el viento helado. Sus pasos se volvieron suaves hasta detenerse y voltear haca donde provenían.

A medio kilómetro hay un montón de rocas donde uno podría ir a sentarse y disfrutar del atardecer, pero en esta ocasión era distinta. El canto provenía provenía ahí. A los ojos del joven pensó que era una muchacha practicando y eso le precupo, a las altas horas de la noche es peligroso ya que los ebrios comienzan a deambular sin con los cincos sentidos y fuera de sus cabales.

Camino seguro hacia la zona rocosa y escuchando cada vez más cerca aquella melodiosa voz. Subio con cuidado y lo que vio lo dejó paralizado.

Una joven muchacha de largos y sedodos cabellos verdes estaba dentro del agua hasta la cintura, dándole la espalda y aun cantando tranquila. Solto un jadeo de la impresión y la joven volteo curiosa, haciendo que Masaru se le subiera los colores al rostro.

No tenía cubierta para nada sus atributos.

Bajo la mirada avergonzado, tartamudeando una incomprensible disculpa a la mujer que parece no haberse inmutado.

-to-toma, en verdad disculpa, e-es que quería decirle que es peligroso estar a altas horas de la noche por aquí sola, además hoy seguramente habrá muchos ebrios pa-pasando por aquí -se acercó por la mirada gacha, queriendo pasarle su chaqueta de trabajo, evitando ver su desnudo cuerpo a la joven que no se precupaba por lo menos cubrirse con sus brazos. Se acunclilla para estar a su altura y se lo extiende.

La joven de cabellos verde marino mostró asombro por el actuar de hombre, se suponía que este tenía que caer en su encanto y acercarse para intentar tocarla y así, ella arrastraria a la víctima al fondo del mar. Esa era la obligación que se el puso, si no quería morir de forma cruel.

El castaño al no ver reacción de ella se frustró un poco, arrodilladose más cerca del filo de la fría agua salada, para colocar su chaqueta sobre los hombros de la joven quien se exaltó un poco son lo repentina acción que la sacó de sus pensamientos. Masaru terminó de acomodar mejor la prenda para que este bien cubierta y por fin logro verla directamente, quedando asombrado por la belleza inusual de la mujer.

Los esmeraldas miran fijamente los iris oscuros de aquel joven hombre, no mostraba maldad ni lujuria, solo alguien admirado por su belleza.

¿Será este hombre que me ayudará a romper su maldición?

-I-Inko -pronuncio con dificultad y el joven salió de su embelesamiento al oírla por fin hablar- me...me llamó Inko

Se acercó emocionada, podría suplicarle que le ayude a volver a su forma humana, podría ir a buscar a su pareja, no ha sabido nada de el y debe estar muy preocupado desde su desaparición.