Pocky Day

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Era...una tontería.

Tenían hora libre y comenzaron a bobear, como normalmente hacían. Sus demás compañeros comenzaron a salir del salón para dirigirse a la cafetería o áreas comunes en las que no tuvieran prohibido estar, pero Rubius los detuvo.

—Hoy es 11 de noviembre—

Exclamó con una amplia sonrisa, los demás parpadearon ¿debía significar algo para ellos?

—¡Es verdad! ¡Olvidé el Pocky Day!— exclamó Momon, revolviéndose el cabello.

—¿Es de esas cosas de otaku?— preguntó Reborn en tono despectivo, arrugando la nariz.

—Calvo, en este grupo nos gusta el baño diario— se burló Auron, recibiendo un libro de biología en plena cara, cortesía del noruego, quien sacaba unas cuantas cajas pequeñas de su mochila.

Luzu, quien sólo había estado atento, divirtiéndose un poco con los intercambios de sus amigos, miró con curiosidad los empaques de colores brillantes.

—¿Son golosinas?— preguntó tomando una.

—No son solo golosinas son LA-GOLOSINA— intervino Momon.

—Es el día 11 del mes 11, los número uno son representados por Pockys, es una fecha oficial en Japón— continuó Rub emocionado.

—Por supuesto que lo es— dijo Reborn rodando los ojos y cruzando los brazos mientras el noruego y el otro otaku comenzaban a mencionar datos históricos, récords Guiness y demás.

Luzu observaba dos de los empaques, el más simple, que parecía ser solo de chocolate y otro de matcha.

—O sea, nos regalas galletas y eso es el Pocky Day— dijo Auron, tomando una de las cajas de las manos del ojiazul —si es gratis, me sirve—

—Mercadotecnia en su máxima expresión— mencionó el de ojos oscuros alcanzando otra de las cajas, la cual era de moras.

—¡Es más complicado que eso!— reclamó el más alto, siendo apoyado por el de cabellos platinados arrebatándole la caja al del mechón naranja.

—¿Qué se hace en el Pocky Day entonces entonces?— cuestionó Luzu con curiosidad, obteniendo una sonrisa complacida del noruego.

—Me alegra que preguntes, la verdad no era mi plan jugar esto con ustedes, pero no estaría mal tampoco—.

Conforme comenzaba a explicar el juego los demás parecían comenzar a negarse a participar.

—¿Por qué tienen que ser tan malditamente aguafiestas?— se quejó el más alto.

—Mira, hijueputa, si quieres comerme el morro tienes que darme al menos unos cuantos pavos— dijo Auron, mirándolo burlón.

—La verdad si suena a excusa para besar a alguien Rabis— dijo Luzu, mirando a los dulces y al otro de reojo, quien intentaba explicar con desesperación que no era así (aunque podría ser).

—Me gusta estar al menos 2 metros de la saliva ajena, gracias— dijo Momon, fingiendo que un escalofrío lo recorría.

—Joder, es solo un juego— contestó Rub, ya algo desanimado.

—Hazlo interesante entonces— todos voltearon a ver a Reborn —si es un juego debe haber un ganador—

—P-pues si— balbuceó Rubén.

—Entonces, quien gane, debe tener un premio— secundó Momon.

—Estoy dentro— dijo enseguida el noruego.

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