Miauu!

único.

Un lindo Omega camina apresuradamente por el jardín de una hermosa y prestigiosa universidad llamada: Fantagio. Su alarma no había sonado, ¡se le estaba haciendo tardísimo! Era su primer día de regreso a clases, por lo que no quería recibir ningún regaño por parte de los profesores, por esa razón; eligió ir por el jardín. Era mucho más sencillo que andar por los pasillos y enfrentar a toda una multitud de estudiantes.

¡Miauu!

Detuvo su caminar, y miró hacia todos lados hasta que vio un pequeño gatito atigrado, de enormes ojos verdes salir de un enorme arbusto y acercarse a él en sus diminutas patitas.

Se arrodilló y tomándolo entre sus manos lo acarició con infinita delicadeza. Los ronroneos del michino se hicieron presentes, y el Omega estuvo apunto de morir de ternura.

El minino parecía tener hambre porque comenzó a mordisquear uno de sus dedos.

─Creo que tengo algo para ti─ le había dicho al gatito mientras buscaba en el interior de su mochila la galleta que había dejado a medio morder de la mañana.

La encontró desecha y con un pequeño mohín en su labios -porque seguramente sus libros se habían llenado de migajas- sacó trocitos para alimentar al gatito.

El felino comenzó a comer de su mano, pero sin dejar de ronronear para él.

─¿Qué haces?.

El Omega tuvo un poco de miedo de voltear y enfrentar al dueño de aquélla voz tan escalofriante. Y es que se trataba, nada más ni nada menos, que de MoonBin, el matón de la Universidad.

Sabía que el Alfa nunca le había dicho o hecho algo malo hacia su persona, pero no podía evitar tenerle miedo. No era el único, todos en aquélla Universidad le temían.

El Alfa dio una última calada a su cigarrillo antes de tirarlo y aplastarlo con el pie derecho, para después acercarse hacia el Omega, donde inclinándose un poco, para no asustarlo, observó a un gatito naranja comer de su larga y pálida mano.

─E-encontré un g-gatito─ balbuceó mordiéndose el labio inferior

─¿Y por qué lo estás alimentando? ¿Es tuyo?.

El Omega negó.

─E-Estaba solito... t-tenía mucha h-hambre─ titubeó antes de inflar sus mejillas y juguetear con ellas con la punta de su lengua.

El Omega se veía tan bonito, tan delicado e indefenso frente a sus ojos, que MoonBin no estaba tan equivocado al escoger a este Omega para él. Una sensación de ternura lo invadió de pies a cabeza. Este Omega era todo lo que deseaba en su vida.

MoonBin era bien conocido como el chico malo al que todo el mundo tenía miedo y al que evitaban querer molestar. No había ningún Omega o incluso Alfa que se le ofreciera, pero él no estaba interesado y sólo había alguien en esta jodida Universidad que hacía que el corazón del Alfa latiera a mil.

Seo ChangBin

Una cosita tan pequeña y adorable y con un aroma a frambuesas que lo volvía completamente loco, convirtiéndolo incluso en una bestia para dejar muy en claro que ese Omega era suyo y le pertenecía.

Todos en la Universidad sabían que Seo ChangBin era suyo, aunque el Omega todavía no lo supiera...

─¿Te lo quedarás?─ preguntó hincándose a su lado para acariciar las orejitas del minino.

El Omega volvió a negar con la cabeza.

─¿Por qué?.

─A m-mis padres n-no les gustan los a-animales─ eso último lo dijo en un tono de tristeza.

─Bien─ MoonBin decidido se levantó. ─yo me lo llevaré─ le aseguró.

─¿E-en serio?.

─Pero con una condición

MoonBin había ideado muchísimas posibilidades para invitarlo a salir, pero ninguna logró convencerlo del todo, por lo tanto, esta era la oportunidad perfecta que había estado esperando durante mucho tiempo.

─¿C-cuál?.

─Quiero una cita.

ChangBin lo miró confundido.

─No entiendo.

─Me gustaría una cita,─ MoonBin recogió un pequeño mechón que caía de la frente del pequeño Omega. ─... contigo.

─¿Conmigo?.

ChangBin no creía haber escuchado muy bien. MoonBin quería salir con él... en una cita. Se sonrojó con fuerza y a MoonBin le pareció adorable al ver el tono cereza que se pintaba en aquéllas pálidas mejillas.

─Eso es un...

ChangBin asintió con timidez.

─Sí.

MoonBin sonrió.

─¿Nos vemos después de la Universidad?.

El Alfa no se lo esperó, pero un pequeño beso en su mejilla lo hizo sonrojarse y al mismo tiempo ponerse nervioso.

─Nos vemos.

ChangBin se había ido corriendo, así dejando a un MoonBin con el corazón enloquecido y con un gatito ronroneando entre sus manos.

Fin!