Cotidaniedad

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A veces te preguntas si es verdad que existe aquella persona que en las películas y los cuentos de hadas nombran como “media naranja”. Suspiras y de manera pesimista crees que no, no es así. Rodeados de tantos divorcios, desamores, adulterios piensas que aquel príncipe azul que tanto te pintaron cuando eras niña jamás llegará para ponerse sobre una rodilla y pedirte que pases el resto de tus días a su lado.

De pronto todo este panorama cambia. Te enamoras y crees que todo el mundo está pintado de rosas, que la vida es bella y sientes que puedes saltar del piso más alto del edificio más alto y no pasaría nada, porque podrías volar junto con aquella persona que ha llegado para pintarte la sonrisa más ridícula y permanente sobre tu rostro.

Y entonces algo sale mal, surge una pelea entre estas dos personas que se juraron amor eterno y se termina. No importa la razón, pueden ser celos, que si él dijo esto, que si ella dijo aquello. Que si no cumplió la promesa que había hecho.

Y entonces es cuando viene la decepción, e incluso la depresión. Te pasas días frente la televisión viendo películas americanas de amor, todas predecibles y todas con un final feliz. Deseas que tú vida fuera como una de esas películas mientras devoras tu segundo plato de nieve de vainilla con crema batida y chocolate líquido, hasta que llega una amiga, esa amiga que ha estado contigo en las buenas y en las malas y te convence de levantarte, tomar un baño con agua caliente y salir en ese sábado por la noche. No te sientes muy animada ni mucho menos, pero lo haces para complacerla y porque sabes que no te dejará en paz hasta que accedas.

Llegan al club de moda y mientras tú amiga baila, tú prefieras sentarte en la barra. Tomas un trago y otro hasta que te sientes mareada y con muchas ganas de reír. Llega un completo desconocido a ocupar el lugar vacío a un lado del tuyo y hablan toda la noche hasta que se hace hora de irte. Se besan y está bien porque sabes que jamás lo volverás a ver.

Llegas a tú casa y te tiras en tu cama ya que te sientes exhausta. A la mañana siguiente, cuando el sol entra por tu ventana y te obliga a despertar te duele mucho la cabeza y sientes demasiada sed. Te preguntas porque le hiciste caso a tu amiga, porque tuviste que tomar tanto la noche anterior y te levantas sin muchas ganas de tu cama para llenarte un vaso con agua y buscar una aspirina. Escuchas de pronto el sonido de tu estómago y recuerdas que no has comido nada en tres días, más que el litro de nieve de la tarde anterior.

Abres el refrigerador y lo encuentras vacío, a excepción de un bote de mayonesa que probablemente está por caducar. Tomas un regaderazo y te pones lo primero que encuentras en tú armario. Te recoges el cabello en un chongo sencillo y apenas te maquillas, tan solo un poco de corrector para disfrazar las tremendas ojeras que adornan tus ojos.

Caminas un par de cuadras sin mucha prisa y observas a tu alrededor. Hace un día bastante agradable. Llegas al supermercado y haces tus compras; un poco de fruta y verdura, otro tanto de carnes y leche y ¿por qué no? También compras un paquete de tus galletas favoritas, al fin y al cabo, en una semana reiniciarás tu programa de ejercicios.

Sales de hacer tus compras con tres bolsas llenas y te sientes bien, al final habías salido de tu fría y sola casa para seguir con una vida un poco más cotidiana. Te detienes un segundo para mirar hacia el cielo y detienes tu vista para observar más detenidamente lo que parece un arcoíris difuminado. Sonríes y cuando bajas la vista solo logras ver como un hombre vestido de traje que lleva demasiada prisa se estampa contra ti y provoca que tires todas tus bolsas.

-Discúlpame, no vi para nada por donde caminaba-el hombre se agacha inmediatamente para recoger varias cosas que se cayeron. Tú decides hacer lo mismo, en lugar de quedarte parada sin hacer nada.

-No se preocupe, yo también estaba distraída-En un par de movimientos más, todas las cosas regresan dentro de las bolsas y ambos se paran. Se miran a los ojos y sin pensarlo, te encuentras sonriéndole al hombre con quien te acabas de topar por accidente.

-Tal vez no sea el mejor momento pero, me gustaría compensar este descuido invitándote un café-Sigues mirando los ojos del hombre, a quién no le calculas más de 25. Logras identificar amabilidad en su voz.

-Claro, me encantaría-No puedes creer que lo has hecho, sientes como si tus labios se hubieran movido solos. Acabas de aceptar una cita con un desconocido y ahora ambos caminan sin prisas hacía la cafetería más cercana.

No sabes si es amor, no sabes si es una nueva amistad. Pero te sientes contenta por lo ocurrido e incluso emocionada porque al final uno no sabe lo que le pueda suceder en una semana, un mes o un año. Incluso esa misma tarde. Lo importante es vivirlo.

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