InuYasha (Segunda Generación) La Historia de Aiko (InuyashaxKagome)

Entrenamiento

- Mira, Gyokuto, mira el campo de entrenamiento... Está...

- Me pregunto si mamá nos dejará entrenar con esa cantidad de neblina.

Kin'u y Gyokuto se habían dirigido a los exteriores para poder practicar las técnicas de exterminador que les había enseñado Sango antes de que ella llegara. Las niñas apenas tenían ocho años, mas sus habilidades a esa edad eran increíbles a los ojos de la gente del pueblo. Decían que se trataba de un talento inherente de parte de Sango, la exterminadora que participó en la gran batalla contra Naraku.

Tenían un cobertizo en el que la familia guardaba las armas y los venenos para exterminadores. De ahí salió Sango con el hiraikotsu y un par de jabalinas con cuerdas de metal. Con estas iban a entrenar las gemelas el lanzamiento y trabajar con la tensión que tendría su arma. Ellas aún no tenían un arma definitiva, así que tenían que estar preparadas para recibirlas.

El campo en el que entrenaban era amplio y había una gran cantidad de rocas y árboles, los cuales podían servir para lanzar y atar. 

La exterminadora llegó hasta el lugar en el que estaban sus hijas de pie observando lo nublado que estaba a sus alrededores en ese momento. Sango echó un vistazo y apreció un silencio impresionante.

- Vaya... Es una cantidad de neblina muy peculiar... No es seguro que entrenen hoy.

- Pero...- Intentó refutar Kin'u

Kin'u volteó a ver a su hermana suplicándole con la mirada para que diga algo. A ellas les entusiasmaba entrenar, ya que admiraban mucho a su madre. Tenían planeado ser las exterminadoras más jóvenes en el clan liderado por Kohaku.

- No te preocupes, mamá, podemos hacerlo.

- ¡Daré mi mejor esfuerzo, ma!

Las gemelas, luego de decir esto, corrieron a sus posiciones para esperar las indicaciones de su madre. Mientras tanto, Sango miraba con particular atención el lugar. Le parecía o... No... La neblina se estaba haciendo cada vez más densa.

- Esta sensación... Se siente pesado... ¿Qué es lo que...

.

.

.

Niñas...

¡Niñas!

¡¡Entren a la casa!!

¡¡Entren rápido!!

En lo que las niñas escucharon con sorpresa lo que dijo su madre, ella ya no las podía ver. La neblina ya había llegado a ellas... Sango se había quedado sola. Cayeron las jabalinas.

- Niñas... 

¡Kin'u! ¡Gyokuto!

.

.

.

¡¡¡Hijaaas!!!... 

¡¡¡Kin'u!!! ¡¡¡Gyokuto!!!

Sango gritaba desesperadamente, pero no recibía respuesta alguna. No podía ver nada más que esa niebla que parecía haberse tragado a sus hijas.

- Sigo aquí, pero...

Sí, aún puedo ver la cabaña...

Tengo que entrar.

Así, Sango se dirigió hacia esa gran neblina, con el hiraikotsu, llamando a Kin'u y Gyokuto sin parar. Seguía habiendo ese silencio ensordecedor.

- Lo siento... Lo siento mucho...

No se preocupen...

Yo siempre voy detrás de ustedes.