《1》

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Baji conoció a Kazutora cuando estaba en la total oscuridad. Le encontró por primera vez en un callejón con un aspecto deplorable, rodeado de orina maloliente y restos de botellas de alcohol derramadas. Pero lo que más destacaba en aquel chico con la piel tan pálida que parecía porcelana, eran las marcas violáceas que adornaban sus brazos. No eran solo marcas de violencia física, sino pequeños agujeritos que bailaban en una danza mortal al rededor de sus venas más gruesas. Y a su lado, en lo que parecía ser su mano dominante, descansaba el arma, aparentemente inofensiva, que le hacía lucir así.

No fue fácil al principio, ya que Kazutora no se mostraba muy colaborativo. Baji pensaba que era imposible ayudar a alguien que no quería ser ayudado, pero por suerte para él decidió no rendirse. Poco a poco lograron salir de ese abismo. Nunca llegaron a una claridad pura, pero se mantenían en una luz tenue que para ellos era suficiente. Con los años, lograron formar un vínculo tan fuerte que parecía que nada podría romperlo jamás. Kazutora todavía recaía muchas veces, pero Baji era lo suficientemente paciente y le amaba aún más para estar con él, y juntos volvían a brillar. Con el tiempo descubrió qué era lo que tanto atormentaba a Kazutora, jamás le presionó para que se lo contara. Pero una noche, en la que el pelinegro con mechas amarillas volvió a ser un juguete roto, se lo confesó. Años de maltrato físico y psicológico, una familia desestructurada y finalmente el abandono de su madre. Lo último fue lo que le hizo tocar fondo, entró en un pozo de destrucción y frialdad en el que solo tuvo el abrigo de las drogas. Eran los únicos momentos donde realmente sentía que no quería quitarse la vida. La noche de la confesión, ambos lloraron muchísimo. En algún momento que no supieron distinguir, las lágrimas dejaron de ser de tristeza y empezaron a ser de alivio. Porque lo que había tenido que soportar Kazutora había quedado en el pasado, era verdad que había calado muy hondo en él y le había dejado una huella invisible que tardaría en borrarse. Pero al menos con la ayuda de la terapia y Baji a su lado consiguió que dejara de doler tanto.

Al de un tiempo empezó a ver que Baji actuaba extraño, no en cuanto a como le trataba a él pero si en algunos aspectos de su personalidad. Le notaba más despistado, con menos energía y más olvidadizo también. Al principio no lo tuvo en cuenta, ya que sabía que su pareja estaba muy estresada por el trabajo y con el nuevo gatito que habían adoptado para aumentar la familia. Pero con cada semana que pasaba, esos despistes se fueron haciendo más notorios y notó como algo más profundo en él cambiaba. Su estrella, como él le llamaba se estaba apagando poco a poco. Entre ellos nunca había habido secretos, los dos estaban de acuerdo que para que una pareja fuera sólida lo más importante era la confianza, pero notaba como Baji le estaba ocultando algo. Intentó enfrentarle y preguntarle que le pasaba más de una vez, pero siempre obtenía la misma respuesta una y otra vez, 'estoy cansado, no es nada más no te preocupes Tora'. Pero él no le creía, sabía que algo estaba mal con Baji.

-¿Cuando me vas a decir lo que te pasa?- le preguntó, haciéndolo sonar más como una exigencia que como una simple pregunta. -Y no me digas que estás cansado, porque ya no te creo. Sé que me ocultas algo, no intentes negarlo.

-Supongo que ha llegado el momento de que lo sepas, tarde o temprano te ibas a tener que enterar- suspiró derrotado. -Llevo unos meses visitando al neurólogo, tengo un tumor cerebral que me afecta al área de la memoria, el hipocampo. Es inoperable- confesó.

-Kei, no es momento para bromas. En serio que pasa... Pero mientras estaba pronunciando la frase miró fijamente a su novio y se dió cuenta de que su cara no era la de una persona que estaba bromeando.

-Kei... tú... no puede ser. No te puede estar pasando esto, no tienes ni treinta años. Es imposible- dijo mientras caía de rodillas lentamente al suelo y sus ojos se llenaban de pequeñas lágrimas. -Por favor, dime que esto es una pesadilla, tú no, a ti no. Por favor- continúo con la voz rota y quebrada. -No es posible, tú no te estás muriendo. Ya sé, tiene que haber algún error, el neurólogo debe haberse equivocado, tú eres joven y estas sano. Se le deben haber traspapelado los informes y está equivocado, ¿verdad?- preguntó casi con la fantasía que lo que decía pudiera ser una opción.

-Tora, mírame- exigió Baji mientras se agachaba para estar a la altura de su novio y abrazarlo. -No hay ningún error, hace meses que lo sé. He acudido a diferentes especialistas y todos me han dicho lo mismo. No me queda mucho tiempo, y lo que me queda va a ser peor. Por eso he decidido que me voy. Tú no tienes porqué sufrir conmigo. Eres joven, buena persona y precioso. Encontrarás a alguien mejor que yo.

-Baji, ¿qué estás diciendo?, no te puedes ir a ningún sitio. No puedes darme una noticia y así y decirme que te vas sin preguntarme mi opinión. No es así como funciona una relación.

-No quiero una relación con una persona cuyos ojos no voy a poder recordar. Me voy a morir Kazutora, y lo peor es que voy a olvidarte a ti en el proceso. Yo quiero encontrarme en tu mirada, no en un universo donde no entiendo nada. Me niego a despertarme en nuestra cama y preguntarte quién eres. No soportaría esa mirada dolida en tus ojos, porque insisto, te voy a olvidar. Y a pesar de todo, aunque en ese momento para mí fueras alguien extraño mi corazón sangraría y se desgarraría por ti. Porque aunque mi cabeza te olvide, mi corazón va a saber siempre que eres la persona a la que más he amado en mi vida. No quiero esa vida para ti, quiero que me recuerdes como soy ahora. Mis momentos de lucidez estarían llenos de culpa por no poder ofrecerte lo que te mereces. ¿Lo entiendes?.

-Estás huyendo. No puedes alejarme así de tu vida y menos cuando te estas acercando a un abismo cuyo final desconoces. No es justo que no me dejes formar parte de esto. Tu estuviste conmigo cuando más lo necesitaba. Nos prometimos que íbamos a estar en las buenas y en la malas. ¿Esas promesas no significaron nada para ti?.

-No es lo mismo, tú no tienes porqué cargar con mi enfermedad. Sé inteligente y mira por una vez por ti mismo. Lo justo es que me olvides como yo a la larga me olvidaré de ti.

-¡Pero yo no quiero olvidarte! ¡Quiero estar ahí para ti! Si se te olvida algo, lo que sea, te lo recordaré las veces que sean necesarias. Si se te olvidan las llaves, tendré unas de repuesto para ti. Si se te olvida comer, te cocinare tu plato favorito y te obligaré a comerlo. Y si finalmente me olvidas estaré ahí para contarte como nos conocimos y como me sacaste de ese callejón lleno de basura. Te enamoraré de nuevo cada día si es necesario, pero por favor no te vayas. No podría soportarlo- rogó, esta vez con lágrimas cayendo a raudales de sus ojos. -Tienes que dejarme elegir, y en el universo que sea, bajo las circunstancias que sean, siempre te voy a elegir a ti.

-Está bien- mintió. Me quedo pero deja de llorar por favor. Por esta razón llevo intentando ocultarlo tanto tiempo, odio verte llorar. Ven- le atrajo limpiandole con el dorso de las manos el dolor en forma de llanto.

Baji cedió ante Kazutora ese día, pero por la noche se escabulló sin ser descubierto dejando tras de sí un reguero de lágrimas y una breve nota.

'Tenías razón Tora, estoy huyendo. Soy un cobarde, lo sé. Pero me voy, no puedo soportar que vayas a sufrir por mi culpa. No me busques por favor, no quiero que veas como tu estrella pierde su brillo. Vive una vida plena. Siempre serás el amor de mi vida.

Kei'

A la mañana siguiente Kazutora leyó el mensaje y sintió por su cuerpo la tristeza más intensa que había sentido en su corta vida. Su mitad lo había abandonado, igual que su madre.

Unos meses después:

-Draken, deja de venir a mi casa todo el rato. Y de paso diles a Mikey y a los demás que no tienen que vigilarme. Estoy bien- mintió. -No me voy a volver a drogar, tranquilo- dijo, esta vez diciendo la verdad. -Dejé esa mierda hace mucho tiempo.

-Nadie te está vigilando Tora, solo queremos que salgas de la cama y que empieces a remontar.

-Solo quiero dormir, vete por favor. Cuando duermo es en el único momento en el que puedo estar con él, aunque sea en sueños.

-Ya veo, por cierto dejaste de moverte tanto. Recuerdo que cuando era más joven, tu cama era un desastre de lo mucho que te movías. Baji siempre se quejaba de que cada vez que dormía contigo se levantaba con un moratón nuevo- le recordó su amigo con nostalgia.

-Sí, era por las pesadillas que tenía. Ya cuando nos mudamos y empezamos a dormir juntos todos los días mi cuerpo se acostumbró al suyo y lo tomó como una especie de protección, así que deje de tener pesadillas y por ende empecé a dormir más tranquilo. Ahora él se ha ido, pero yo sigo sin moverme por si algún día vuelve.

BAJITORA 《CRUEL》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora