Un día te conocí y desde ese momento se convirtió en mi fecha favorita. Te odié tanto, pero te ame más. Con tu coleta rubia y tú maquillaje rebelde. Odié tus malditas palabras, ingeniosas, con tanta burla que no devolvertelas sería un insulto. Tu inteligencia jamás dejá de sorprenderme.
A veces me preguntó sí soy tu alma gemela. O tú la mía. Cuando estoy a la par tuya, de pie, mis piernas tiemblan y el cosquilleo en mis manos por agarrar la tuya es sofocante. Durante las noches, especialmente en las madrugadas, te cuelas por mi mente, dejas mis pensamientos alborotados y te llamó perfecto. No lo eres.
Y yo tampoco.
Pero se que encajamos bien juntos, como un rompecabezas que, sospechó, nadie más que nosotros entenderá tan bello desastre. Porque somos diferentes.
Mientras tú gritas negro, yo no digo blanco, ni luz. Chilló «¡Rosado!» porque es con el color que me identifica y lo presumo en mi cabello. Se que ya me notaste. No soy de esas personas que pasaban desapercibidas. Me hago notar con mi cabeza en alto y mi actitud poderosa.
Oh, Dee, me preguntó “¿En qué parte de mi hilo estás?” a veces sospechó que no al final. Y otras, con un poquito de magia, que estás en todo mi destino.
Me encantas pero te odió tanto como tú a mí y así, querido Dee, jamás funcionaremos. Quizás en otra vida.
—Diana.
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Dee.
FanfictionOh, Dee, me preguntó "¿En qué parte de mi hilo estás?" Una carta de Diana que jamás llegará a Dee.