Capítulo Único.

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—Kacchan, no puedes dormir todo el tiempo, ¡Levántate, flojo!—

—Déjame solo, Deku, estoy cansado.— Katsuki se removió entre las sábanas, sintiendo como el peliverde sacudía su cuerpo con tal de despertarlo.
—¡Acabas de despertar, Kacchan, no puedes tener sueño todavía!— el ceniza jadeó, tratando de hacer que su cama lo comiera por completo.

—Está bien, está bien, como molestas...— susurró, levantándose de la cama para estirarse y después cambiarse, sabiendo que sería inútil tratar de cambiar los pensamientos de Izuku.

—¡Ah, cierto, se me olvidó decirte! Hoy viene Todoroki de nuevo, ¿No es emocionante? ¡Tal vez hoy podamos ir a cazar fuera de Yuuei!— volvió a decir el chico, quien salió de habitación por unos segundos antes regresar corriendo.
—Tienes que hidratar tu aleta, Kacchan, hazlo antes de que Todoroki venga, ¡Yo nadaré contigo!— Izuku tomó su mano, guiándolo por los pasillos del castillo donde varias sirvientas los saludaron con sonrisas de amor.

Tenía 16 años ahora, y había pasado todo ese tiempo junto con Toshinori, Inko y su hermano Izuku, dentro del castillo, muy pocos sabían de su existencia más que los socios de confianza que Yagi tenía, pero ni siquiera ellos sabían que era un tritón. Por eso no debía salir, fuera el motivo que fuera, además, solo podía durar dos semanas sin tener que hidratar su aleta de nuevo, aunque saliera, tenía el riesgo de que su aleta se secara y se rompiera, matándolo en el proceso.

Siempre temblaba cuando recordaba eso.

Igual, rara vez salía del castillo, es muy poco probable que algo así sucediera, pero debía tener cuidado, Toshinori había dicho que nadie además de la gente del castillo debía saber sobre su condición, o se lo llevarían muy lejos y jamás los volvería a ver.

A veces pensaba que tal vez así podría conocer más que las simples paredes de ese castillo.

No sabe de dónde viene, ni como llegó aquí, lo único que tiene es un ambuleto que decía su nombre, igual, solo está agradecido de que tiene una familia con la cual estar, le daba miedo quedarse solo en un mundo tan violento como Inko y Toshinori le decían a cada momento. Usualmente cuando preguntaba porqué no podía salir.

Dejó de preguntar cuando cumplió 9, pero nunca dejaron de decirle eso.

Debería estar feliz, no, está feliz, pero quisiera ver más, acompañar a Toshinori a otros reinos como hacía, pero sabía que jamás lo haría, solo había una razón para ello, y es que no era un humano, no importaba cuántas veces lo intentara, jamás podría deshacerse de aquella parte que lo tiene encadenado al castillo.

—¡Allá vas!— sus pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte empujón, sintió el latigazo del agua en todo su cuerpo y aquel sentimiento de tristeza lo abandonó por completo.

Salió del agua inmediatamente, tomando los pies del peliverde antes de arrastrarlo hacia donde él estaba, riendo en el proceso.

—¡Kacchan, no me había quitado la ropa!—

—Bueno, eso es tu problema.— se burló, hundiendo su cuerpo por completo en el agua, podía sentir como sus branquias volvían abrirse y sus orejas transformarse en un tipo de aleta puntiaguda, sus manos se transformaron en una suave piel negra y naranja, sus dedos estaban unidos por un pedazo de piel delgado que lo ayudaba a moverse bajo el agua y cada uno de sus dedos contaba con garras resistentes, su cola, la cuál tenía un sin fin de escamas brillantes que Inko se esforzaba por mantener sanas, era larga y tenía pequeñas aletas a su alrededor, contaba con una cresta también, la cual iba desde su abdomen hasta su cuello.

Era algo que las sirvientas adoraban ver (Claro que habían jurado no decirle a nadie).

Izuku lo tomo de su mano, por lo que Katsuki tuvo que sacar su cabeza a la superficie para escuchar lo que quería decirle.

La Perla Perdida. [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora