Uno. Aflicción

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El ambiente en la ciudad era frío, lo suficiente como para hacer castañear los dientes y frotarse las manos, era invierno, no se podía esperar más de la ciudad.

Emily bajo como todas las mañanas a hacer el desayuno. La rutina diaria de estás vacaciones, se cerró la chamarra que estaba usando. Prendió el televisor de la cocina y lo puso en el canal que le gustaba ver su madre por la mañana al llegar, no le prestó demasiada atención al noticiero matutino, se acerco a poner la cafetera, vaciando el café y poniendo agua al depósito, le dejo hacer su trabajo. Después bajo su cereal favorito de la alacena y saco la leche del refrigerador.

Emily no sabía cocinar, más bien, le podía pasar de todo a la pobre comida que preparaba, pero nunca terminaba comestible, lo cuál hacía que el "desayuno" que ella denominada, siempre consistía en cereal con leche y café, lo cuál al principio a Katherine no le agradaba. Por eso mismo, su hermana siendo casi 5 años menor, sabía cocinar mejor que ella. Sonrió de lado viendo distraídamente la televisión, recordando las reprimendas de su hermana por qué ella no sabía cocinar. Pero eso la llevo a sentirse un poco nostálgica por no estar esa mañana su hermana. Las mañanas en su casa eran silenciosa, era muy normal, pues al no haber más personas que ella y Katherine. La casa simplemente se sentía sola y eso en parte le incomodaba a Emily a tal grado de subir el volumen de la televisión y seguir disfrutando de su cereal.

Cuando la cafetera paro de hacer café y le aviso a la pelinegra, está se acercó a la alacena de dónde sacó una sola taza y sirvió calmadamente el café, en eso el sonido de la puerta principal la hizo fijarse en la persona que entraba con aire cansado. Era su madre, una mujer alta y de pelo tan negro como el de ella; conforme iba dando pasos, se despojaba de su bata blanca y la lanzaba a uno de los grandes sofás de la sala principal, junto con su bolso de trabajo.

—buenos días mamá —dijo Emily, mientras ponía la taza de café que acababa de servir en la barra de desayuno y le sonrió ligeramente.

—buenos días Emi— le contesto, mientras le daba la vuelta a la barra y con un movimiento ligero se acercó a Emily para darle un beso en la frente —¿Cómo has amanecido? — pregunto y se volvió hacia una de las sillas altas que acompañaban a la barra.

—Bien. ¿Cómo te fue con tu paciente?

—siempre es muy cansado, hoy pareció empeor, ya que empezó con vómitos fuertes, lo bueno que llegó mi suplente. No pude dormir. — suspiró mientras se llevaba la taza a los labios para tomarle un sorbo menor. La madre de Emily era enfermera que daba servicio privado, siempre le tocaba asistir enfermos en la noche y eso la hacía que su semblante, se viera más cansado de lo que debería.

—bueno. ¿Y ya tienes todo listo para la universidad? — le pregunto de forma simple, pero Emily sabía que la pregunta implicaba más de ello. Aún que no al mismo grado que si se lo preguntara su padre. Pero le igual modo no le agrado la pregunta.

—No— negó, pero rápidamente agregó — hoy iré con Ima y Dalia a la librería, en el centro comercial Boral, aprovecharemos la época de festividades, a ver si encontramos los libros que nos pidieron en la universidad.

Su madre solo negó con la cabeza y dejo la taza vacía de café en la barra desayunador.

—recuerda que tu padre, no le gusta que hagas las cosas de último momento, por favor consigue esos libros hoy mismo, no importa si están caros, te prestaré mi tarjeta de crédito — se paro a buscar su billetera en la bolsa de trabajo y en lo que la encontraba agrego — no quiero escuchar otra pelea de ustedes dos sobre el tiempo, por qué no te voy a defender Emi, ¿Me entiendes? — le pregunto a la pelinegra, ella solo atino a asentir con la cabeza mientras la veía sacar su tarjeta de la billetera.

Detrás De Los AnhelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora