Sonaron las campanas anunciando la llegada de Magnolia...las niñas ya no sabían como reaccionar, sabían que si su abuela veía las condiciones de vida a las que estaban sometidas, todo estaría acabado, las separarían por mucho tiempo, las mandarían lejos, eso era exactamente lo que sus padres querían, no verlas nunca mas...fue por eso que se las ingeniaron para convertir su casa en un antro de mala muerte...todo para sacarse a sus primogénitas de encima.
Berenice y Darcey intentaron de todo para detener esto, pero sus padres estaban comprometidos a desaparecerlas de sus vidas a como de lugar luego de la muerte de su tercer hijo, el cual había sido asesinado por sus hermanas.
Las niñas intentaron de todo para demostrar su inocencia, pero cada esfuerzo fue en vano, el loco de la casa de al lado había planeado todo con detalle.
Las hermanas lo habían hablado hace unas noches, escaparse, fugarse corriendo por el inmenso bosque que estaba detrás de su patio, ese misterioso bosque en donde habían presenciado las cosas mas extrañas e increíbles desde pequeñas, ese bosque en donde ocurrieron todas esas historias inexplicables que jamas le contaron a nadie.
Su abuela ya estaba entrando, el crujir de los peldaños de la escalera del porche les daban pavor. En la quietud de la noche, todo puede escucharse. Darcey miro detrás, y presencio las flores que adornaban su ventana, abierta de par en par, y luego dirigió la mirada a su hermana. No se precisaron palabras. Berenice sonrió y asintió, y cuando sus padres fueron a abrirle la puerta a Magnolia, las dos salieron disparadas hacia la ventana que daba a su patio. Darcey salio primero, luego Berenice salto rápidamente antes de que su madre pudiera agarrarle por la espalda.
Las chicas impactaron contra el suelo y se incorporaron rápidamente, eufóricas, alegres, emocionadas, felices, libres. Juntas se adentraron al bosque, su bosque especial, y allí esperándolas estaba su hermano, abierto de brazos, esperando por ellas con una enorme sonrisa en su rostro.
