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Gojo Satoru se conocía por ser alguien "estricto, severo, despiadado" y mil insultos o apodos más que adquiría por parte de sus estudiantes.

Y la verdad, él no lo negaba. Conocía perfectamente el desprecio que múltiples universitarios sentían hacia él, ya fuera por poner parciales en cada clase, hacer exámenes sorpresa (ya no tan sorpresa) cada semana o simplemente no ser alguien "benevolente" con absolutamente nadie. 

Y bueno, al fin y al cabo a él le pagaban por enseñar. No para jugar a los amiguitos con sus estudiantes y regalarles notas sin qué hicieran esfuerzo alguno. La mayoría de personas que cursaban su clase resultaban ser personas mediocres y creían que por divagar un poco en sus lecciones ya tendrían una nota asegurada. Una mala nota si tendrían asegurada si no pasaban los parciales.

Sin embargo, a pesar de la mala fama que gojo se ganaba debido a su metodología de educación, también era bien conocido por ser uno de los maestros más jóvenes y más atractivos de la universidad.

A diario podía recibir incontables propuestas, desde cartas de amor o invitaciones e insinuaciones de sexo. A él realmente no le interesaba esto.

Le interesaba lo más mínimo tener una relación amorosa o acostarse con universitarias, principalmente porque sus gustos no iban dirigidos a esos lados, y segundo, nadie cumplía sus rigurosos estándares.

Estaba cansado de cada día tener que lidiar con melosas estudiantes que intentaban llamar su atención de mil maneras posibles. También estaba cansado de tener que recibir sobornos indecentes a cambio de una calificación suya. Nadie le llamaba la atención, también dudaba que alguien lo hiciera.

Cruzó sus dedos para no tener que soportar las incontables y cansinas propuestas de años anteriores.

Cruzó sus dedos para no tener que soportar las incontables y cansinas propuestas de años anteriores

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Yuji se levantó más temprano de lo usual. Normalmente, no era alguien que madrugara, más bien solía llegar justo o un poco tarde a los sitios donde era citado, pero especialmente hoy se sentía ansioso.

Se arregló lo mejor que pudo, aunque no acostumbraba hacerlo. 

Se peinó el cabello sutilmente, dándole un aspecto un poco despeinado. Tomó una camisa blanca de botones la cual se colocó, y por encima se puso un jersey azul oscuro. Como pantalones llevaba unos negros ajustados y unas zapatillas blancas en sus pies.

Tomó un poco de colonia intentando oler lo mejor posible, quería estar presentable para su primer día.

Verificó la hora en su celular y, revisando que llevaba todo en su mochila, salió de su casa.

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Llegó faltando cinco minutos para su entrada. Sin más, se dirigió a la puerta del establecimiento y se adentró inexpertamente por los pasillos del inmenso lugar. 

Gracias a sus buenas notas en el examen de admisión pudo entrar a la universidad más prestigiosa de Tokio. Cuando había sido admitido, celebro felizmente en compañía de su abuelo. Aún no creía que estaba allí.

Le estaba tomando más tiempo de lo que considerado encontrar el sitio donde le tocaba su primera clase, así que se acercó a una persona para pedir indicaciones

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Le estaba tomando más tiempo de lo que considerado encontrar el sitio donde le tocaba su primera clase, así que se acercó a una persona para pedir indicaciones.

Vio a lo lejos a un hombre alto y de cabello blanco. A pesar de ser esbelto, pudo distinguir ligeros músculos bajo la blanca y ceñida camisa. Se veía más elegante de lo que un estudiante solía ser, sin embargo, pudo ver que era alguien joven. Intuyó que no podría ser un maestro.

—Disculpe compañero—Se acercó tocándole despreocupadamente el hombro—Me podría decir donde se encuentra la facultad de derecho?—Preguntó mientras el otro daba media vuelta para verlo

Notó como el hombre alzaba una ceja y lo miraba severamente. ¿Había dicho algo malo?  

—En el segundo piso a mano derecha.—le dijo mientras lo hojeaba de arriba hacia abajo. Yuji se perdió por un segundo en las facciones del albino. Juró nunca haber visto a un hombre tan atractivo.

—Muchas gracias—Rascó nerviosamente su cuello. Se sentía intimidado.

—No hay de qué, compañero—Tarareo ligeramente. Yuji sintió sus mejillas colorarse ante la mirada del mayor. A pesar de tener gafas podía sentir los ojos del contrario sobre los suyos. Sin mirar hacia atrás, dio media vuelta dirigiéndose al segundo piso.

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dangerous Love | GoYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora