Venia del laburo y me encontré unos anteojos tirados en la calle.
Primero me los puse como para joder pero cuando mire a través de esos lentes me di cuenta de que nunca había visto tan bien en toda mi vida. No sabia que los arboles tenían hojas individuales, yo pensé que eran un sola cosa esponjosa como una nube verde, los pájaros son hermosos, los perros y gatos son mas feos de lo que pensaba y ahora puedo leer las señales de transito en vez de adivinar lo que pueden ser.
Estaba tan emocionado con mi juguete nuevo que salí a pasear por la ciudad, por primera vez en mi vida estaba viendo en HD y no podía desperdiciarlo. Me senté en una plaza a admirar a las personas y la naturaleza, me puse ver como jugaban unos nenes a la pelota pero unos policías me sacaron a patadas porque pensaron que era un pervertido, mi bigote y los anteojos no ayudaron mucho tampoco.
Fui al cine a ver la nueva película de mi superhéroe favorito, El Hombre Tortuga: La venganza de la bombilla de plástico, y me pareció linda visualmente pero era medio sermonear con eso de la contaminación. A la salida del cine vi a Lucas, un amigo, y nos quedamos charlando un rato pero no escuche lo que me decía porque me distraje con la verruga gigante que tiene al lado de la nariz. Es un buen tipo Lucas, hace poco abrió una verrugeria digo verdulería.
Después de pasar una linda aventura decidí irme a mi casa, no podía esperar a ver a mi mujer con mi nueva vista mejorada, me preguntaba si iba a ser igual o más hermosa de lo que recordaba. Toque la puerta y me atendió la chica más hermosa que había visto en mi vida, quería comerle la boca ahí nomas pero no hubiera sido correcto porque era la empleada domestica. En el sillón estaba sentada Leonora -Hola amor -le dije, esperando con ansiedad a que se de vuelta.
Cuando se paro me di cuenta de que Leonora no es nada como la recordaba ¿viste que dicen que cuando estas enamorado amas hasta las imperfecciones? bueno parece que los lentes mágicos me curaron del amor. Pensé en sacarme los lentes pero no iba a cambiar nada, el daño ya estaba hecho.
Fui al baño para lavarme la cara y me mire en el espejo, ahí me di cuenta, yo también soy feo. Pase toda mi vida caminando como si fuera fachero ¡me debo haber visto ridículo! Agarre esos lentes del demonio y los tire por la ventana.
Esas gafas me dieron el regalo de la vista pero me arruinaron completamente, ahora veo todo en alta definición y tengo alta depresión. Dicen que hay que ver para creer bueno ahora creo que todo es una mierda.
-Viejo, sos re feo -me dijo mi hija con unos lentes que encontró tirados en el patio.