En un pueblo de Michigan, llamado Royal Woods, vivía un chico de 15 años llamado Lincoln Loud, tenía una hermana llamada Luna junto a dos padres que lo quieren y aman. El era de una personalidad, tranquila, civilizada, amable, carismático y compasivo, siempre dispuesto a ayudar a los demás sin recibir nada a cambio, el estudiaba dibujo y soñaba con volverse un día un gran escritor de cómics.
En un día de escuela, en el recreo, Lincoln estaba almorzando cuando fue al banco, se tropezó con algo y cayó al piso ensuciandose todo.
-Jaja mira se cayó el bebesote.- se rió una chica morena, castaña, con los ojos maquillados, camisa blanca sobre una negra de mangas cortas, botas negras, pantalones cortos rojos y calzas grises.
Nadie se rió, pasaba tantas veces que ya ni daba risa.
La chica que lo hizo tropezar se llamaba Taylor Castillo, de 15 años, ella era la bravucona de la escuela, desde que tenía 10 años le encantaba molestar a Lincoln, Lincoln nunca entendió el porque, cuando entro a la preparatoria, las bromas hacia Lincoln eran más personales, de vez en cuando lo amenazaba, lo golpeaba, le tiraba su comida, pero Lincoln no se inmutaba, le decía al director y le ponían castigos y cuando se trataba de violencia, bloqueaba sus ataques, no sería capaz de lastimar a una mujer, pero ella no tendría el gusto de putearlo a cada rato.
-Oye Loud, dame mi dinero. - le ordenó Taylor.
-Los siento me lo gaste. - dijo Lincoln levantandose
-No te lo estoy pidiendo putito, es una orden. - Taylor iba a agarrarlo del cuello pero Lincoln le agarro la mano.
-Mira Taylor, tu no eres la reina, no te vengas a hacer la salsa conmigo. - dijo Lincoln soltando su muñeca y haciendo que los demás estuvieran sorprendidos haciendo sentir a Taylor como si la humillaran.
-Ok, nos vemos a la salida, esto no se quedara así pelos de viejito. - dijo Taylor.
-Mira, tengo cosas que hacer en mi casa, no quiero perder mi tiempo con una cobarde como tú.
-¿¡QUE HAS DICHO?!
-Cobarde, eso eres, abusas de tu fuerza con los más débiles, ¿por que no te enfrentas a alguien de tu tamaño eh?
Todos estallaron en risa al escuchar eso, y era verdad, Taylor era tan patética buscando lucha con los más largiruchos con tal de demostrar su superioridad, que simplemente daba pena ajena, pero nadie se preguntaba por qué Taylor era así de mala.
Taylor volvió a su casa en la que lo esperaba un hombre moreno, gordo, feo, peludo y que daba mala vibra el solo mirarlo.
-¿Cómo te fue en la escuela mocosa? - la voz del hombre se escuchaba con puro veneno.
-Me fue bien papá. - Taylor iba a subir a su cuarto hasta que su padre la agarro por el cuello.
-No me mires la cara de tarado, ¿Les fuiste con el chisme?! - el hombre pregunto iracundo.
-No... NO! - grito Taylor con miedo.
-Eso espero, si no te doy con un latigazo en la entrepierna ¿¡Te quedó claro?! - el padre la soltó.
-Si, papa.
-Pues eso espero ¡PORQUE TU SOLO ME TIENES BIEN HARTO! - El hombre, fuera de si, comenzó a golpearla sin piedad.