2 - MÁS PISTAS

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Estamos en la parte Este del pueblo, estamos buscando más pistas para tres cosas:

Saber por qué la Suprema nos ha mentido, para encontrar a la niña pequeña y descubrir si el que ha hecho todo esto es realmente un demonio.

—Yo voy hacia la derecha —me dice Flynn —. Ten cuidado. Si pasa algo, ya sabes cómo llamarme. —Lanza la caracola al aire para después salir corriendo sin dejarme contestar.

—Pues yo a la izquierda —digo en voz baja—, no me queda otra.

Ando por el sendero de los duendes. Dentro de las pequeñas y deformes casas se escucha música alegre y a la gente reír y cantar.

Las hojas de colores de la extensa variedad de árboles de arce real, eucalipto arcoíris y roble dan en tierra y descienden al suelo lentamente. Es casi imposible andar por aquí, las hojas llegan por encima del tobillo.

El otoño es mi época favorita del año. Me encanta ver como los colores de la naturaleza cambian. Me gusta ver que la clorofila de las hojas ya no dan un tono verde sino naranja, amarillo o rojo. Sentir como lentamente se acerca el invierno me encanta. Me gusta el fresco. El frío me hace feliz.

Un leve viento fresco azota mi cara y echa mi pelo hacia atrás. Parpadeo varias veces porque las partículas de tierra y pedazos de hojas deshechas accidentalmente se meten en mis ojos. Pongo mi mano delante de la cara y miro hacia otro lado.

El aire se suspende poco a poco y de esta manera puedo mirar con más cautela y tiento a mi alrededor.

—¿Dónde estás pequeña? —digo hablando para mí.

Justo después de esa pregunta escucho pasos detrás de mí y mi corazón se aceleró. Me giro apresuradamente.

Pero me llevo una gran decepción al ver que no era a quien estaba buscando.

No es ella. Era la ninfa más bella del arroyo de Luna.

—¿A quién buscas? —Me pregunta la ninfa desnuda de cabellos verdes y ojos grises. Es realmente hermosa. Era como Flynn me la había descrito muchas veces. Dice que ha tenido sueños con ella, con la ninfa Halia. Me siento rara e incómoda cuando saca esos temas.

—¿Sabes el último caso de asesinato? —asiente—. Su hermana pequeña está desaparecida.

—La he visto. —me afirmó. Me extraña que diga eso.

Dudé de ella y su aserción.

—¿Estás segura? Puedes haberte confundido —digo dubitativa.

—Estoy muy segura de lo que he visto, aunque esté medio ciega de un ojo. Puedo describirla si quieres.

—Por favor.

Me siento en el suelo y la bella hada me imita.

—Su piel era realmente pálida —dice con preocupación y con los ojos cristalizados—, daba miedo.

Busco la fotografía que tengo guardada en el bolsillo interior de mi chaqueta marrón de piel mientras ella sigue hablando.

—Tenía la cabellera cortada a la altura de la mandíbula, recuerdo que era rizada y rubia. No era muy alta, iba descalza y con un camisón blanco con flores que le llegaba hasta las rodillas. Era un poco pomposo por la zona de los hombros y las muñecas. —Sí que la había visto. Le enseño la foto que tengo.

—Es ella, ¿no?

—Si, pero hay una cosa que debo decirte. —Mil cosas pasan por mi mente ahora mismo.

—Adelante.

—Sus ojos no eran verdes. Eran completamente negros. Incluso la parte de la esclerótica.

Me levanto a mata caballo.

—¿Recuerdas hacia dónde fue?

—Seguía el camino del Valle Azul. —Hace mucho tiempo que nadie va a ahí. Se me hace extraño, pero no del todo.

—Muchas gracias.

Ando apresuradamente a dónde me había encontrado con Flynn por última vez.

Lo que había hecho todo esto tenía que ser un demonio, ya no hay ninguna duda.

Pero había algo, las ninfas suelen mentir mucho. Parecen confiables, pero mienten más que hablan. Sus mentes son rápidas e ingeniosas. No hay por donde pillarlas.

Mientras seguía dándole vueltas al tema de las ninfas meto la mano en mi bolsa y saco la caracola de llamada. La acerco a mi boca para soplar en la punta con todas mis fuerzas.

No escucho ninguna respuesta por parte de mi compañero así que vuelvo a repetir la acción que realicé hace escasos segundos.

Responde, huevón.

Vuelvo a llamarlo con más intensidad. Dicen por ahí que a la tercera va la vencida, pero ya veo que no es verdad.

—¡Flynn! —Acelero el paso, voy casi corriendo.

Y muy lejanamente escucho la caracola. Suena y no deja de sonar hasta que me encontro cara a cara con él.

Me inspecciona de arriba a abajo con mucho desasosiego.

—Dime que no te ha pasado nada malo.

—Estoy bien, no te preocupes —le dije con una sonrisa tranquilizadora.

—¿Entonces qué pasa? ¿Has encontrado algo importante?

—Una ninfa...

—Gisella, ya sabes como son ellas. Y no quiero que te pase nada ¿lo entiendes?

—Ya, ya lo sé, joder, no va a pasar nada y si llega a pasar algo no me separaré de ti y le pegaré una patada nuclear.

—No estoy seguro de esto Gisella, ¿Cuántas veces nos han dicho la verdad? Siempre tropezamos con la misma piedra.

—Pero... ¿Y si esta vez dice la verdad?

—No sé si fiarme, pero ¿qué te han dicho?

—Que han visto a la niña. Iba hacia el Valle Azul.

—Quieres ir, ¿no?

—Sabes que sí.

—Pues sabes que yo no. Es diferente desde lo de la última vez. No me parece seguro ese sitio.

—Por favor —le ruego con ojos de corderito—, eso no lo hemos investigado aún. Podemos encontrar una pequeña pista, o a ella. Esa niña está en peligro Flynn.

—¿Has descubierto algo más? —Me acerco a él y le susurro:

—Creo que sí es un demonio. Según la ninfa del arroyo de luna, la chiquilla tenía las escleróticas de color negro. Los ojos completamente negros.

—¿De verdad quieres ir? —asiento—. No va a servir de nada, Gisella. —Tengo que seguir insistiendo. Siempre se rinde y consigo lo que quiero.

—¿Y si sirve? —digo y se queda callado unos instantes.

—Vamos, pero no te separes de mí, ¿vale? —Asiento y sonrío triunfante.

La BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora