◌︎ ➳ ︎( 𝟶𝟶𝟹) ─ 𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟸

17 3 7
                                    

"𝙼𝚊𝚕𝚊 𝚜𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎"

Dios dale paciencia. Eso era lo que necesitaba ahora mismo. Y sí, paciencia no fuerza porque si no hubiera golpeado a su jefe y ganarse un gran despido. Todo empezó bien hasta que después no lo era. Y aunque era de esperarse, Lyam tenía la pequeña esperanza de que todo saldría bien. El mundo lo odia al parecer.

—...Y por tu irresponsabilidad tendrás doble del trabajo, ya estabas en cuerda floja y ahora estás tambaleando. -Sin más que decir se dirige a su oficina y detrás de él su asistente.

Minerva lo miró con simpatía antes de volver a trabajar en su cubículo. Ella era lo único bueno de ese trabajo además del poco dinero que ganaba de el. Pasó sus manos por su cabello de zanahoria en frustración al mirar la gran pila de papeles en su escritorio. Tenía que terminar esto antes de llegar a casa, después de todo debía ir a su cita.

Después de lo que se sentía siglos, terminó increíblemente todo. ¡Hasta tuvo veinte minutos extra para comer algo! Ya con su estómago lleno, sacó sus llaves mientras se dirigía a su auto. Encendió el radio antes de empezar a manejar y ya con un peso menos en sus hombros dejó llevarse llevar por las melodía que sonaba. Se parqueó en la acera al llegar y después de asegurarse que había puesto el seguro, se dirigió a la entrada.

De solo pisar adentro recibió un gran olor a calabaza y canela. Las paredes habían sido pintadas de un tono crema desde la última vez que estuvo allí. Había pocas personas sentadas en la sala de espera y sin darse cuenta ya estaba al frente del recepcionista.

—Señor Thomson, que bueno verle de vuelta. -Saludo el chico con una gran sonrisa- ¿Cómo le va?

—Podría ser mejor honestamente. Ya sabes mi suerte. -Respondió mientras sacaba el dinero y se lo entregaba a su contrario.

—¿Qué pasó esta vez? ¡No me digas que quiero adivinar! -Pauso por un momento- Derramaste café a tu jefe de nuevo y esta vez si te despidio.

—Buen intento pero no, tampoco exageres.

—Ay ya, a usted le pasan cosas así casi todos los días y aun sigue como si nada.

—Buenas tardes, ya iré a sentarme.

—Pero si no he terminado-

Aun así se sentó en una de las sillas ignorando las plegarias del recepcionista. Ni siquiera se acordaba de su nombre pero él le hablaba como si fueran viejos amigos. Solo tuvo que esperar cinco minutos para ser llamado por su psiquiatra.

—Lyam Lawrence Thomson.

Reconocía esa voz y mira que no ha cambiado nada. Gary seguía siendo el mismo desde que lo conoció, sociable, dispuesto a ayudar y con una risa contagiosa. Su negro cabello estaba peinado hacia atras y por alguna razon eso le causaba risa en sus adentros. Lo siguió hasta aquella pequeña oficina que había ido tantas veces, le daba algo de conforte.

Se acostó en el sofá, no era necesario eso pero ya era costumbre. Se relajo mientras miraba como Dr. Maxwell cerraba la puerta y se sentaba en la silla de al lado.

—¿Cómo has estado estos últimos días?

—¿Lo dices como doctor o como amigo? -Escucho esa risa característica de él.

—Depende de cómo lo interpretes. Puede ser como doctor o como amigo- -decía mientras jugaba con su bolígrafo- o ambas, con lo que te sientas cómodo.

—Nada bien. -Fue lo único que decidió decir.

—Debes ser un poco más detallado.

—Pareces vieja chismosa.

—Es mi trabajo después de todo. -Dijo entre risas.

—Ya sabes ahora tengo que cuidar a tres trillizos mientras no tengo un trabajo estable. No he dormido en días, siento que voy a explotar en cualquier momento y no se que hacer.

Lyam frunció el ceño mientras intentaba mantener la calma. Escuchaba el sonido del bolígrafo escribiendo contra papel, miró a su alrededor esperando una respuesta.

—Bienvenido al club de los padres solteros.

—¡No soy un padre soltero! Solo los estoy cuidando por un tiempo...indefinido. -Ni siquiera él se pudo convencer de tal excusa.

—Otra vez estás en negación como en el divorcio con Dorothy y que no quieres tener hijos.

—Sabes que no hablamos de Dorothy.

—Tenemos que hacerlo en algún punto, Lyam. Te está afectando mucho. -Suspiro.- Sabes que todo lo que me digas en esta oficina se queda aquí, es confidencial.

—Lo sé pero...es difícil hablar de ello.

—¿Como con lo que pasó con tu hermana?

Se quedó por silencio, Lyam suspiro.

—Pensaba que todo iba bien pero no, aquí estoy divorciado con la mujer que pensé que estaría toda mi vida y después de tres años sigo sufriendo por ella. -Se sentó para mirar a Gary directamente a sus ojos enviando el mensaje que no lo interrumpiera.- Estaba llegando de un largo día de trabajo y solo quería estar al lado de mi esposa. Ese día llegué más temprano que de costumbre después de todo era mi cumpleaños y planeaba celebrarlo aunque sea algo tan simple. Al abrir la puerta se me hizo extraño que Dorothy no estuviera cocinando algo y pensé que tal vez estaba durmiendo en nuestra habitación. Y si lo estaba pero en brazos de otro hombre...lo peor de todo es que me estaba siendo infiel desde antes de estar prometidos. Todo fue una mentira que no he podido sacar de mi cabeza.

—Gracias por decirme esto, sé que no es fácil hacerlo. Hiciste lo correcto de separarte de ella y no debes sentirte culpable si fuiste una buena pareja. Lo que ella hizo no estaba bien y conociéndote tu hacías todo para que Dorothy fuera feliz.

—A veces pienso que todo lo malo que sucede es mi culpa aunque no lo sea.

—Es una culpa innecesaria, hablamos de esto antes. Ella sería la que debería sentirse culpable, no tu. Lyam, estás haciendo todo lo necesario para seguir adelante. Tienes que dejar de ser duro contigo mismo.

—Lo se...

—Bueno eso es todo por hoy, ¿Tenías que irte a casa antes cierto?

—Si, James estaba haciéndome el favor de cuidar a los trillizos y ya tiene a Abby.

—Entonces, nos veremos la semana que viene a la misma hora. Saluda a tu hermano por mi.
—Claro, cuidate Gary. -Se despidió mientras se levantaba del sofá.

—Tu igual Lyam.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 10, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝙱𝚎𝚝𝚝𝚎𝚛 𝙸𝚗 𝚂𝚝𝚎𝚛𝚎𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora