El olor a café en la oficina era tan fuerte que me causaba náuseas, pero era lo único que podía mantenerme despierta. Apenas eran las nueve de la mañana, pero si a esto se le suma la infinidad de horas que llevaba despierta no era para nada extraño que tuviese la mitad del cerebro apagado.
-Deberías descansar - Dijo Charlotte - ayer entraste a la oficina excesivamente temprano, y sabes que nuestras unidades pueden hacerse cargo del problema del puerto. No hace falta que lo hagas todo perfecto.
Sus palabras resonaban en mi cabeza, provocándome un dolor tan insufrible que me hizo soltar una pequeña mueca de queja. Charlotte Ashdown era mi secretaria, por decirlo de alguna forma. Realmente, ella era una chica de apenas 17 años que había sido adoptada por el instituto hace ya más de 10 años tras la desaparición de sus padres. Ella siempre fue una chica fuerte, pero la pérdida de su familia le marcó, convirtiéndola en una dura coraza de hierro en la que ni yo misma he sido capaz de entrar. No es muy alta, pero desde luego tiene potencial. Pese a eso, prefiero mantenerla conmigo a salvo de grandes combates, porque aunque sé que sabe defenderse, ella toma aún demasiados riesgos, además de que la quiero demasiado como para que le pase algo. Es como una hermana pequeña para mi.
-No me puedo permitir un descanso aún y lo sabes. Pese a que nuestras unidades tienen capacidad de sobra, hay un sinfín de logística por detrás que hay que organizar para asegurar un mínimo del 97% de efectividad en la incursión.-respondí.
Charlotte me miró con una ligera sonrisa tras la cual se podía observar cierta preocupación. Soy consciente de que toda esta sobrecarga de trabajo afectará mi capacidad de actuación en el futuro, pero pese a que hace ya casi cinco años que tomé la directiva del instituto, siento que no he podido llegar a los estándares y el estatus que dejaron mis padres. El trabajo como directora es exhaustivo y extremadamente exigente, pero me hace feliz, me hace sentir que mis padres, ahora junto a los ángeles a los que juraron lealtad, estarían orgullosos de mi. Además, llegados a este punto me siento incapaz de realizar cualquier otro trabajo; el intrincado sistema de herencia e ingresos haría que, en caso de renunciar, comenzara prácticamente de cero, sin tan siquiera una triste moneda en los bolsillos de alguna chaqueta olvidada al fondo de mi armario.
Charlotte procedió a recoger una serie de documentos desorganizados con una mano, mientras que, con la otra, agarró una serie de papeles ya organizados y completos, esperando a ser procesados para poner en marcha los engranajes de la organización, repartiendo los recursos pertinentes y estableciendo las estrategias para problemas ya denunciados, así como protocolos actualizados en función de incursiones anteriores para enfrentar emergencias e imprevistos futuros de una forma más económica, eficaz, eficiente y, en resumen, óptima.
-Solo no te sobreesfuerces. Voy a procesar estos documentos para poner en marcha la operación portuaria. Estos otros- dijo mientras sacudía suavemente el montón de hojas superpuestas de forma caótica- los voy a completar yo misma. Te haré un informe resumiéndote lo que necesites saber, si es que hay algo. Tal vez deberías plantearte invertir en más personal burocrático.
La joven me sonrío dócilmente y comenzó su marcha hacia la puerta que llevaba a su oficina. A pocos pasos antes de llegar, paró en seco, y tras una breve pausa, se tornó a verme y añadió:
-No habrán errores en el proceso, puedes estar tranquila. Si quieres aumentar tu propio rendimiento, te recomiendo que aproveches tu quinto aniversario como directora para tomarte un breve respiro. Recuerda que sigues siendo humana.
Ni siquiera pude pronunciar un atisbo de respuesta cuando abrió la puerta y se fue. Bien, no quería retrasar más el proyecto, unas cinco decenas de vidas podrían depender del éxito de la incursión. Sentí que la puesta en marcha del complejo mecanismo operacional me liberó una pesada carga de los hombros. Sin embargo, lejos de hacerme sentir aliviada, me sentí vacía. Vacía por no tener nada que mejorar, vacía por no saber que hacer, vacía, tal vez, por que la suma del estrés y del alivio se anulaban mutuamente.
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Libre [UA de Cazadores de Sombras]
ParanormalLos cazadores de sombras llevan mucho tiempo enfrentándose a una infinidad de demonios y traidores en una guerra que no parece tener fin. Idylla B. Oldcastle ha sido la directora del Instituto de Nueva York por casi cinco años, pero aún se siente in...