Jardín de Cráneos (En Proceso)

Capitulo 2

   Samantha camina lentamente por un largo y oscuro pasillo. Puede vislumbrar puertas cerradas en ambos lados del corredor. En total puede ver unas doce puertas, quizás sean más. Siente que el ambiente se encuentra invadido por un hedor sofocante y nauseabundo. Es el lúgubre aroma de la muerte y la putrefacción.

   En ese momento la muchacha siente una mano aferrándose firmemente a su hombro derecho. Rota su cuerpo rápidamente, en un fugaz acto reflejo y contempla con horror la figura que la tiene apresada.

   Se trata de un cuerpo putrefacto, cuyo rostro carece de ojos y lengua. Tiene el abdomen completamente abierto y cuelgan inertes sus intestinos y varios colgajos de piel. En ese momento varias manos se aferran al cuerpo de Samantha. Se trata de una docena de  cuerpos pútridos que la arrastran por el pasillo. Samantha contempla la escena aterrada, paralizada por el miedo, incapaz de gritar o hacer el mínimo esfuerzo por soltarse de sus captores. La muchacha sabe perfectamente quienes son esas repulsivas figuras que tiran de ella: son las víctimas de Richard Wayne.

   -Es tu turno de ir a la habitación de la puerta roja. - susurraron los cuerpos al unísono con voces trémulas.

   -Nooo! Por favor!!... Lo siento!... En verdad lo siento! - Samantha entró en pánico al comprobar que era conducida hasta el final del pasillo, el cual culminaba en una brillante puerta roja, cuyo picaporte giraba lentamente  para luego empezar a abrirse dando paso a la habitación donde Wayne asesinaba a sus víctimas.

   -Noooo!!!!- Fue el último grito desesperado de la joven.

   Samantha despertó en su habitación cubierta por completo de sudor. Otra vez la misma pesadilla. Nada lograba erradicarlas, ni los antidepresivos, ni el tratamiento psicológico, nada.

   Rápidamente buscó a tientas en la penumbra de su cama a Burbuja, su pequeña gata persa, su única compañía noche tras noche. La tomó entre sus brazos y la abrazó con fuerza mientras ésta ronroneaba plácidamente, totalmente ajena a los perturbadores sueños de su dueña.