|Capítulo 34|

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|Avisar de errores ortográficos, por favor. Gracias|

Capítulo +18

Lea

Estaba terminando de preparar el desayuno cuando sentí unos fuertes brazos rodearme por la cintura desde atrás. Pegó su pecho a mi espalda y sus manos se unieron en mi abdomen; escondió su rostro en mi cuello y a mis fosas nasales llegó el delicioso olor de su colonia.

-Huele tan bien- susurró Bruno con rostro escondido en el hueco de mi cuello.

-Estoy preparando café- sonreí y él rió.

-No hablo del café- dejó un beso en mi cuello y entendí su referencia.

-Oh, gracias... supongo- susurré. Me dio vuelta, dejándome atrapada entre sus brazos y la encimera.

-Que lindas se ven estás marcas aquí- halagó, refiriéndose a los chupones que adornaban mi cuello.

-Ni el maquillaje pudo taparlas- rodeé los ojos y él rió nuevamente- ¿Qué te causa tanta gracia?- me crucé de brazos.

-¿En serio te quejas de esas simples marcas? Mira mi jodido cuello cómo se encuentra- moví su cabeza hacia un lado con ambas manos y me sorprendí al ver marcas moradas adornando su cuello. Además de una marca rojiza causada por mis dientes.

-Eso no es nada- bufé.

-¿Segura?- preguntó y asentí, segura de mis palabras. Se quitó su camisa de correr y abrí mi boca sorprendida cuando vi mis uñas marcadas en todo su abdomen. Se dio vuelta y su espalda estaba repleta de largos arañazos rojizos.

-Joder- exclamé- ¿Duelen?- pregunté mientras mordía mi labio inferior. Avergonzada.

-No duelen, solo arden un poco- dijo, refiriéndose a los arañazos- Si que estabas nublada por el placer- bromeó.

-Oh, cállate. Tengo el cuerpo lleno de marcas yo también- reí suavemente.

-Lo siento, cielo, no puedo controlarme. Mucho menos cuando se trata de tu exquisito cuerpo- sus palabras salieron con tanta naturalidad que un color carmín adornó mis mejillas-

-No hables tan así- susurré mientras miraba otro lado que no sea su rostro.

-Aún siento la calidez y estreches de tu coño en mi polla- mordió su labio inferior mientras me miraba.

-¡Bruno!- golpeé su pecho y él soltó una sonora carcajada- Eres un... grosero- exclamé por lo bajo.

-Ya, ya. Solo bromeaba, tranquila- respondió cuando calmó su risa- Ahora dame mis besos de buenos días- acercó su rostro al mío y relamió sus labios. Sonreí y enredé mis brazos en la parte posterior de su nuca, lo acerqué a mí y pegué mis labios a los suyos.

Muy a pesar de la conversación subida de tono que habíamos tenido anteriormente, éste beso fue un beso tranquilo, tierno y muy delicado. Sus manos se adueñaron de mi cintura y me pegó más a él. Adentró su lengua a mi boca y con mucho gusto correspondí a esa danza entre ambas lenguas.

-Iré a correr- avisó cuando nos separamos por falta de aire, recostando su frente en la mía.

-¿No desayunarás?- pregunté luego de dejar un beso en su mejilla.

-Comeré un poco de fruta y listo- sonrió.

-Bien- acepté de acuerdo.

Nos separamos completamente y él volvió a colocarse su camisa; se sentó en uno de los taburetes y se dispuso a comer dos frutas mientras que yo terminaba de preparar el desayuno.

Lea [SUSPENDIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora