Infortunio

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_ Y así es como le dije "la fruta nunca cae lejos del árbol". Entonces el chico y su padre me cortaron cual mantequilla con una mirada filosa, luego dieron sus espaldas y se marcharon a paso apurado sin decir palabra alguna _ dije alzando mi copa para luego posarla sobre mis labios.
_ Jajaja increíble anécdota Sr. González, como siempre un placer deleitar mi paladar con un exquisito vino escuchando sus proezas _ expresó afable y cordial _ también la comida fue excelente, y gracias una vez más por permitirme pasar la noche en su residencia.
_ No se preocupe amigo mío, no todos los días me alegra tanto ver una cara conocida, además con tal incesante lluvia es lo menos que podría hacer _ digo parándome de la silla a disposición de levantar los platos y cubiertos, superponiendo un plato sobre otro me dirijo hacia la cocina y los deposito en el fregadero.
_ Por cierto señor ¿y la señora González? ¿qué ha sido de ella? _ preguntó el hombre al otro lado de la pared.
_ Mi esposa, oh mi esposa, dulce ángel celestial, una terrible enfermedad la ha azotado, de ella sólo sus recuerdos me quedan, que infortunio, que vida tan injusta, me ha dejado solo, cruel y agonizante soledad _ sin poder evitarlo un pobre quejido sale de lo profundo de mi alma.
_ ¡Oh santo cielo señor!, lo siento muchísimo, no tenía idea de lo que aquí había ocurrido, pero, ¿cuánto ha pasado? ¿dos, tres meses tal vez?. Recuerdo haber estado aquí y haber interactuado con la señora González, lucía muy sana y saludable, gozaba de un espectacular brillo solo comparable con la vida misma, no puedo creer que ahora ya no esté _ levanta la voz algo alterado y confundido.
_ Comprendo su esceptismo Rodríguez, mas la realidad no puede ser cambiada, daría lo que fuera porque así pudiera ser_ dije caminando de regreso con mi amigo, levantando una silla al otro lado de la mesa me siento, tomo mi copa que antes había dejado y la relleno del vino que antes degustaba _pero, lamentablemente sólo puedo llorar y sufrir en el silencio de estas frías y húmedas paredes, fue exactamente hace 3 meses y 15 días que tal desolación golpeó mi puerta, exactamente 8 días después de su aparición mi esposa cayó en cama y no fue hasta la semana entrante que el verdugo espectral reclamó su alma dejando tan sólo un cuerpo escuálido y sin vida. ¡¡¡Oh qué miseria la mía!!! dos veces intenté acabar con mi sufrimiento, quitarme la vida fue mi anhelo, no sé cómo vivir sin ella, mas intentos banos y resultados insatisfactorios fue lo que obtuve. Tan desgraciado soy que el intento de ahorcarme, en el último aliento de vida, suspiro de misericordia, mientras poco a poco observaba el ocaso de mi mirada, la estúpida soga se desfiguró y entre hilo e hilo su dureza perdió, sólo un leve dolor de espaldas me alcanzó. Inútil me sentí así que desesperado fui corriendo a la cocina y en un vaso de aluminio mezclé cada cosas que al sol de hoy sigo sin saber, de golpe todo lo bebí esperando una reacción homogénea a la muerte, mas solo conseguí fabricar un laxante infernal para mi cuerpo, una semana estuve atado al retrete, soy ridículo lo sé _ digo alzando nuevamente la copa para luego beber un gran sorbo.
_ No señor, ¿cómo se le ocurre?. No es alguien ridículo, sino una persona dolida, aunque no puedo comprender como usted este terrible sentimiento de perder un ser amado, puedo imaginar lo atormentador que debe ser _ dice compadeciente a la vez que da un sorbo de su copa.
_ Por supuesto que si _ dije con voz algo ronca y temblorosa, casi como un murmullo.
_ Disculpa, ¿ha dicho algo señor?.
_ ¿Sabe algo Rodríguez?, este vino ya no satisface mis necesidades, tengo algo muy especial guardado, un vino tinto añejo, Barbarezco de procedencia, muy buena calidad, ¿podrías acompañarme a la bodega para ir en su búsqueda por favor?
_ Yo ya estoy bien así señor González, pero con gusto lo acompañaré _ dijo parándose difícilmente de la silla.
_ Perfecto, entonces tome esa vela de ahí y sígame Rodríguez_ dije parándome de la silla y tomando también una vela.
Salimos del comedor para atravesar un amplio pasillo lleno de puertas por doquier. Al llegar al fondo estaban unas viejas escaleras que conducían a la antigua bodega.
_ Perdone la suciedad, es que prácticamente nunca bajo hasta este punto, especialmente porque nunca se sabe qué se puede encontrar uno por aquí, hablo de arañas, cucarachas y otros insectos.
_ Descuide Sr. Gonzáles, en este momento mis preocupaciones más banales son los insectos, ahora mismo solo intento luchar por caminar correctamente, creo que el mundo se pone de cabeza y en estado normal de repente _ dijo tambaleándose y apollándose sobre un barril en el suelo.
_ Vaya, no pensé que tendría tan poco aguante Rodríguez, aunque no es la primera vez que nos tomamos unos vinos al parecer es la primera vez que lo veo dudar sobre sus propios pasos, no sea cobarde y camine un poco más, ya estamos muy cerca de nuestro destino _ dije con una gruesa voz.
_ Señor Gonzáles, siento que mis ojos no pueden seguirlo _ su cuerpo temblaba y aún apoyándose sobre el barril parecía no poder sostenerse y finalmente cayó al suelo.

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