Parte única

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"Chifuyu, ¿cuándo será el momento en que salgas de nuevo con Kazutora de una buena vez?"

"¿Eh?"

La repentina pregunta descoloca a Chifuyu, quien se topa con la mirada molesta de Baji, observándolo con intensidad. Él conoce ese tipo de mirada porque la ha visto en incontables ocasiones y es frecuente ver su semblante de esa manera, al final de cuentas, ha sido su amigo desde que tiene unos trece años. Lo ha visto molesto por varios motivos: por un pedido atrasado, por distribuidores poco comprometidos con la tienda de mascotas la cual es el dueño, por llamadas extenuantes con personas que quieren hacer negocios y, principalmente, por las insistencias de compañías de venta de comida pellet para mascotas, las cuales no apoya después de haber investigado como un desquiciado sobre el tema a fondo, dándose cuenta que al final y al cabo era algo perjudicial para los pobres animalitos, acortando la esperanza de vida promedio de éstos.

Sin embargo, hoy no ha sido un día en específico en el que Baji esté molesto por algo relacionado al trabajo. Es más, hasta el momento del día, la hora del almuerzo, el semblante tranquilo de Baji no ha cambiado demasiado. No desde que Kazutora abandonó la pequeña habitación hacia una contigua en donde estaba calentando su porción de alimento para comer junto a ellos en ese momento.

"¿A qué te refieres con ello?", le pregunta Chifuyu.

"¿Hace cuánto que no salen a una apropiada cita o a un mísero viaje juntos?", replica Baji, devolviendo la pregunta.

El más bajo de los dos deja escapar un suspiro cansado, mientras acomoda los palillos a un lado de la pequeña caja de bento a medio comer que sostiene entre sus piernas. No es primera vez que Baji está tan al pendiente de su vida amorosa: en parte lo quiere justificar porque gracias a él empezó a salir con Kazutora, ya que él hizo el trabajo de cupido para concretar la unión cuando eran un trío revoltoso de adolescentes asistiendo a la preparatoria. Pero ahora que son adultos, con un trabajo estable y una vida casi hecha, Chifuyu piensa seriamente que Baji está metiendo las narices en donde no le compete y que él debería también pensar en su vida personal, incluso en su vida amorosa, sin embargo, es demasiado benevolente como para ponerle un freno: son años en que los tres han estado juntos y han compartido muchas vivencias a lo largo del tiempo.

"¿Por qué tan interesado en eso?", le pregunta Chifuyu, con el semblante molesto. "Baji, entiendo que te preocupes por nosotros, pero..."

"No han salido hace años y si lo hacen, es porque nos juntamos todos a beber y pasar el rato", interrumpe Baji de manera tajante, "¿acaso no les emociona salir a una cita?"

"A Kazutora no le gusta demasiado salir ahora, yo tampoco disfruto de salir mucho", se defiende Chifuyu, "no lo voy a forzar a salir si no le apetece"

El mayor chasquea la lengua y rueda los ojos. "Son un par de aburridos", murmura el joven dueño de la tienda con desgano.

Se produce un silencio incómodo entre los dos, por lo que Chifuyu opta por retomar comer su almuerzo. Aún siente la mirada de Baji puesta en él, pero no puede hacer mucho porque su mente insiste en la idea de que se está entrometiendo en donde no le incumbe. Lo cierto es que ha pasado un buen tiempo desde que no sale con Kazutora a alguna cita.

Aquellos días en que salían como el par de enamorados que eran, quedaron en la época de la adolescencia, en los primeros años de la relación. Transcurrido el tiempo y tras haber empezado a vivir juntos en un apartamento para repartir gastos comunes y hacer una vida de pareja estable, se dieron cuenta que las salidas ya no les llamaba la atención; mucho menos si cada anochecer ambos regresaban agotados de la tienda tras la jornada de trabajo. Era mucho más sencillo para los dos pasar el tiempo juntos en la comodidad de su hogar, organizando pequeñas maratones de series y/o películas o quedar hasta tarde charlando mientras comían y bebían algo. Era un hecho que además con el crecer, se habían vuelto mucho más sedentarios y la idea de salir juntos a alguna parte ya no era demasiado atractivo dentro de la rutina diaria que tenía la pareja.

Chifuyu se lleva un pequeño montón de arroz a la boca y come en silencio, tratando de no mirar de reojo a Baji, quien aparentemente le ha dejado de mirar con molestia.

"¿Sabes? La otra vez fui con Draken y Mikey a unas aguas termales por unos días", comenta Baji de manera repentina.

El joven trabajador traga la comida que tiene en la boca y alza la mirada. "¿Esa vez en que Takemichi no pudo ir?", pregunta Chifuyu.

El otro asiente con la cabeza. "Quizás podrían ir tú y Kazutora algún día a algo similar", habla, deslizando la idea de la forma más sutil posible, "sólo digo", agrega él, encogiéndose de hombros.

Chifuyu no puede evitar suspirar y sacudir la cabeza en negación. De algún modo, intuía que Baji iba a soltar alguna experiencia aleatoria que ha vivido como para convencerlo de manera disimulada, insistiendo en que debería salir en algún momento con Kazutora. Sin embargo, la idea de ir a unas aguas termales hace resonar en la mente del joven y empieza a colarse entre sus pensamientos: quizás, no sería tan mala idea, después de todo, podrían tomarse un día libre para ir y luego regresar. Para Chifuyu, el plan era más que bueno después de mucho tiempo sin salir con su pareja.

La llegada de un tercero a la habitación hace regrese en sí en cuanto se sienta a su lado y éste le da un pequeño beso en la mejilla que lo hace sonreír de manera casi inmediata.

"Oye, nada de besos en la tienda", regaña Baji a un recién llegado Kazutora.

"¡Le di un beso en la mejilla!", vocifera Kazutora, exaltado y le hace una morisqueta al dueño de la tienda.

Viendo que estaba ante el inicio de una posible discusión tonta, Chifuyu se limita a torcer la boca en una mueca de desagrado seguido de exhalar un sonoro suspiro. 'Aquí vamos de nuevo', pensó.

"Tienes la comodidad de tu apartamento con Chifuyu para darle todos los besos que quieras, estamos en el trabajo, imbécil", argumenta Baji, desafiante.

"¿¡Qué tiene de malo un beso en la mejilla!?", replica Kazutora, molesto. "Además estamos en el horario de almuerzo"

Chifuyu escucha de cómo el par de amigos se lanzan insultos a diestra y siniestra mientras que él, estando en medio de la situación, decide no intervenir en lo absoluto porque no es primera vez que se colocaban a discutir por el mismo estúpido motivo y, a esas alturas, él sólo desea comer su almuerzo porque la mañana había sido lo suficientemente ajetreada como para dejarlo hambriento.

La absurda discusión se extiende lo suficiente como para que Chifuyu sea el primero en terminar su almuerzo de manera tranquila, quedando parcialmente satisfecho. Mira de reojo a Baji y a Kazutora, quienes ahora sólo se limitan a hacer gestos ofensivos al otro mientras tratan de ignorarse mutuamente, además de que por fin se dignan a comer sus respectivos almuerzos.

Él deja escapar otro suspiro y mentalmente agradeciendo por la buena comida que ha disfrutado, se levanta de su asiento no sin antes cerrar la pequeña caja de bento y dejarla sobre una mesa de madera; la cual guardaría más tarde, una vez terminado el trabajo del día. Camina hacia la puerta captando la atención de sus dos compañeros de trabajo.

"Oye, ¿a dónde vas?", le pregunta Baji.

"¿No es obvio?", replica Chifuyu con sarcasmo. "Mientras ustedes discutían, yo terminé de comer", su mirada se dirige al reloj de pared que está colgado en la habitación y luego se posa en ambos hombres que lo observan en silencio, incrédulos. "Ya pronto tenemos que abrir de nuevo, traguen todo lo que puedan y a trabajar".

Antes de que alguno de los dos pudiese decir algo, Chifuyu les da la espalda para salir de la habitación y retomar el trabajo que pronto estaba por reanudar.

***

Por lo general, las tardes eran los momentos del día más ajetreados porque, por alguna razón, era el horario en que se concentraba el mayor ingreso de clientes a la tienda. Por suerte, los tres realizaban un trabajo coordinado gracias a los años que llevaban juntos en el local, lo que hacía más ameno el agotamiento de las tardes. Sin embargo, eso no dejaba exento que al final del día, quedaran completamente cansados.

Ese día no fue diferente a los que ya tenían en su rutina. La pareja llegó exhaustos a su apartamento, con apenas ganas de preparar la cena que, para ese día, era el turno de Chifuyu. Decidieron que pedirían comida a domicilio porque el cansancio era tal, que no había energías para cocinar algo. En cuanto la comida llegó, cenaron con tranquilidad, charlando de costumbre para que luego cada uno se turnara para tomar una ducha: el primero fue Chifuyu, después fue el turno de Kazutora.

Tras una corta y expedita ducha, Chifuyu no tardó en ponerse un pijama holgado de color verde agua para luego recostarse y meterse bajo las sábanas de la cama mientras estaba navegando en el celular. La idea de ir a las aguas termales aún rondaba en su mente, sin dudas, la insistencia de Baji lo había terminado convenciendo, así que no se lo pensó dos veces y en cuanto estuvo a solas en la habitación, comenzó a indagar en internet sobre lugares a los que podría ir con Kazutora.

Era bien sabido que en Japón uno de sus atractivos era la infinidad de aguas termales que tenían por todo el país; algunos más antiguos y de renombre que otros, no obstante, a los turistas les gustaba ir porque era de conocimiento que existían hostales con aguas termales incluidas a las que se denominaban como ryokan y éstas ofrecían un servicio completo: las tres comidas del día, ropa limpia para andar por el lugar, el alojamiento y, obviamente, el acceso a piscinas o baños de aguas termales tanto al aire libre como privado; mucho de estos sitios además podían contar con diferentes piscinas con distintas temperaturas que fácilmente podían llegar a los 50°C. Sumado a ello, los ryokan se caracterizaban por ser lugares en donde la gente se hospeda poco tiempo para luego continuar con sus viajes, lo que era más que ideal para lo que tenía pensado Chifuyu: al final, su idea es sólo pasar un día y luego volver a la rutina.

Su dedo pulgar se desplaza por la pantalla táctil de su teléfono móvil. Ya ha entrado en varios sitios de internet en búsqueda de algún ryokan para ir por el día; ya ha anotado algunos mentalmente para tenerlos en consideración porque también debe tener pensar en la cantidad de dinero que va a gastar aún si la estadía sería de una sola noche. Con su mano libre acomoda el par de lentes de descanso que trae puesto, aclara un poco su garganta en silencio mientras se hunde en la cama y sigue bajando por el sitio de internet que le ha estado echando un vistazo hace unos minutos atrás.

Está tan concentrado en la búsqueda que ignora que alguien ya está en la habitación a medio vestir porque solo trae la ropa interior puesta y sobre sus hombros trae una toalla que absorbe la humedad de su largo y decolorado cabello.

Kazutora al ver a su novio tan concentrado viendo la pantalla de su teléfono móvil sin saber aún el por qué, se acerca a la cama para luego gatear sobre ella y así llegar donde Chifuyu. Trata de llamar su atención sólo con su cercana presencia, incluso respira cerca de él, pero al percatarse de inmediato que no hay respuesta del contrario, decide ir por la vía que sabe a la perfección que puede funcionar: rodea el cuello de Chifuyu y empieza a dejarle varios besos cortos sobre su mejilla derecha.
Aquello es suficiente para que Chifuyu se percate por fin de la presencia de Kazutora. Lo mira de reojo mientras disfruta de los numerosos besos que son depositados en su mejilla e inconscientemente sonríe ante ello.

"¿Qué estás haciendo?", le pregunta Kazutora, manteniendo la cercanía, gira un poco su cabeza para intentar ver lo que hay en el teléfono móvil de su novio.

"Viendo algún ryokan para hacer una reservación", responde Chifuyu con pereza, producto del cansancio que tiene.

"¿Una reservación?, ¿para qué?"

"Para tomarnos un respiro yendo a algún lugar con aguas termales", el otro hace una pausa, "sólo sería por un día, creo que no nos vendría mal tomarnos un día libre", agrega finalmente, encogiéndose de hombros.

Kazutora se acomoda para observar con detenimiento la pantalla que ahora Chifuyu le muestra sin problemas. Puede ver que es una página que despliega varias opciones de ryokan alrededor y por las afueras de Tokio, cada uno con precios diferentes por la estadía y habitación. Sin embargo, Kazutora queda un poco extrañado.

"¿Por qué ahora tan de repente?", pregunta ahora él.

"Supongo que... nos vendría bien, ¿no crees?", responde Chifuyu, tratando de evadir la real razón principal, "siento que hemos trabajado mucho en estos últimos días y darnos un respiro de todo nos viene bien", acota, tratando de sonar lo más convincente posible.

"Hmmm..."

Si bien tiene razón, todavía Kazutora no comprende el por qué había surgido la idea tan de repente. Así que pensó, que quizás Chifuyu había pensado en eso gracias a un tercero. Y ya se podía hacer la idea de quién le habría sugerido todo.

"Fue Baji, ¿verdad?", inquiere Kazutora, al cabo de unos segundos.

"¿Qué?", Chifuyu se hace el desentendido y tuerce una sonrisa ladeada de manera forzosa. "Él no tiene nada que ver en esto".

"No soy tonto, Fuyu", replica el más alto, "pude escuchar algo de lo que Baji te dijo, fue porque él te lo sugirió, ¿no?"

Chifuyu deja exhalar un suspiro, rendido. Vuelve a acomodarse los lentes e incómodo, su mirada se desvía a otro punto de la habitación. "Quizás... tal vez si me dejé llevar un poco por lo que me dijo en el horario de almuerzo...", murmura él.

"¿Un poco?", Kazutora ríe suavemente, "creo que fue lo suficiente como para que te pusieras a buscar hoy mismo todo".

Kazutora vuelve a reír y, producto del bochorno, Chifuyu carraspea un poco antes de continuar con la conversación. "Como sea", habla, "creo que es una buena idea, aunque sea sólo por un día. ¿Tú que piensas?".

"Suena bien", concuerda su novio. "Me gusta la idea".

"Bien... entonces, sólo queda ver a dónde vamos", dice Chifuyu, volviendo su mirada hacia la pantalla de su móvil.

Kazutora ahora es partícipe de la silenciosa búsqueda, mira junto a Chifuyu las diferentes opciones, hasta que él da un pequeño sobresalto cuando ve que le llama la atención. El joven también se sorprende y voltea para mirar a su novio, pero lo hace por la acción repentina de Kazutora.

"Podemos ir a ese", dice Kazutora antes de que Chifuyu pudiese hablar. Su índice señala una opción: el ryokan Sawanoya.

El otro gira su cabeza para volver a mirar la pantalla con la opción ya señalada. Por la fotografía de muestra, puede notar que es un ryokan bastante antiguo que está situado en la ciudad de Yanaka, la cual no está muy lejos de Tokio. Sin dudar en la elección de Kazutora, toca la opción para obtener un poco más de información acerca del lugar. La página lo redirige a otra, en donde se muestra un poco sobre la familia Sawa: los dueños del lugar, además de exhibir los premios que han ganado gracias a su atención de calidad.

Si bien el diseño de la página es un poco anticuada y simple, de aquellos primeros sitios que existieron en internet, sigue siendo intuitiva al momento de tocar sobre las pestañas de reservas y métodos de pago, las habitaciones que tiene en su disposición, la comida y sobre el uso de los baños termales que posee dentro del ryokan.

Era bien sabido que la mayoría de los ryokan mantenían una estética de un Japón antiguo, orientada a ambientar en el periodo Edo, por lo que no eran muchos lo que se atrevían a cambiar dicho estilo, lo cual, era un punto a considerar sabiendo que la gran mayoría de éstos recibían a visitantes extranjeros y aquello era el caso del ryokan Sawanoya.

"Me gusta como se ve", comenta Kazutora observando con detenimiento las imágenes que han integrado a la página.

"La verdad es que es una buena opción", concuerda el otro. "Incluso podemos reservar un baño privado por 45 minutos", agrega.

"Eso suena bien"

"Entonces vamos a Sawanoya", decide Chifuyu, "déjame anotar el número para hacer la reserva mañana y..."

Se ve interrumpido cuando Kazutora toma inesperadamente su teléfono móvil, apaga la pantalla y lo deja sobre la mesita de noche. Quiere reclamarle el por qué lo ha hecho, pero también se ve impedido a hablar en cuanto él le quita sus lentes de descanso, dejándolos a un lado de su teléfono móvil. Tras unos rápidos pestañeos para ajustar su visión, Chifuyu siente el peso de Kazutora sobre él, más en concreto, sobre su regazo.

"Eso lo puedes ver mañana", le dice Kazutora, rodeando otra vez su cuello. Por costumbre, Chifuyu toma la cintura ajena con sus manos con suavidad. "Pero ahora yo quiero tu atención", agrega en voz baja.

Su pareja voltea la mirada con una sonrisa burlesca en el rostro por unos segundos, exhalando un suspiro. Aun así, en cuanto Chifuyu vuelve a mirar a Kazutora, no pierde el tiempo y lo besa con ternura.

***

La reservación es realizada al día siguiente. Quien atiende y agenda la reservación es un hombre que bordea los 50 años, el cual parece feliz de recibir a la pareja en cuanto Chifuyu le otorga algo de información acerca de la reservación. Tanto Chifuyu como Kazutora concuerdan que pueden ir el sábado para aprovechar del fin de semana, con tal de iniciar la próxima semana con las energías recargadas. Ambos saben a la perfección que la reservación y el plan ha sido organizado muy por encima para avisarle a Baji con tiempo, pero a su vez no se hacen problemas porque son amigos desde hace años y lo conocen como para asegurar que él les dará el permiso de todos modos.

Al inicio, los dos coinciden en no comentarle nada a su jefe, sin embargo con el pasar del día, Kazutora terminó soltando el plan lo cual no sólo sorprendió de manera grata a Baji, sino que también dio a pie a que éste les echara algunas cuantas bromas al respecto. De todas maneras, el permiso se les fue otorgado, no sin antes que Baji insistiera en que debían aprovechar al máximo la pequeña escapada que se estaban dando y que no se preocuparan de él ya que se haría cargo solo sin ningún problema.
Aun si no deseaba admitirlo, tanto Chifuyu como Kazutora estaban emocionados por el día libre que tendrían yendo al ryokan Sawanoya. Ninguno de los dos recuerda con exactitud cuándo salieron juntos por última vez, pero reconocen que ha pasado bastante tiempo y que, al final y al cabo Baji tenía algo de razón: ya era momento de que los dos se permitieran una pequeña escapada.

***

El sábado había llegado mucho antes de lo esperado. El día anterior, durante la noche, la pareja había empacado algo de ropa y algunas pertenencias de higiene personal en un pequeño bolso que llevarían. Por su parte, Kazutora se había encargado de llamar a Yuzuha para pedirle si podía hacerse cargo de Peke J durante el día en que estarían ausentes. La joven accedió encantada; no era la primera vez que recurrían a ella para vigilar al anciano felino y, de todos modos, adoraba pasar algo de tiempo con Peke J ya que lo encontraba tranquilo y muy dócil.
Aquella mañana transcurre sin ningún contratiempo: desayunan algo ligero, dejan comida y agua para el felino y antes de partir, se aseguran de dejar el lugar en orden. En cuanto a la forma en que llegarían al sitio, usarían el transporte público, de todos modos, la ruta a seguir no era tan complejo y, además, parecía que el ryokan era fácil de distinguir dentro de las calles principales de Yanaka. Tras despedirse del gato una vez que Yuzuha llega al apartamento, Kazutora y Chifuyu parten hacia su destino: el ryokan Sawanoya.

Ambos sienten una emoción que ninguno de los dos expresa abiertamente, pero que lo ven en el otro. Por añadidura, también sienten cierta extrañeza por tener un sábado libre: están tan sumergidos en la rutina y en la tienda de mascota que les es difícil creer que están teniendo un día de ocio, librándose por unas cuantas horas del ajetreo y estrés laboral.

Les toma alrededor de 1 hora poder llegar a Yanaka porque decidieron utilizar el tren como transporte para ir a su destino y en cuanto por fin están en la ciudad, Chifuyu hace uso de su teléfono móvil con tal de buscar la dirección del ryokan. En paralelo, Kazutora se aventura a preguntar a la gente del lugar. Un hombre de avanzada edad que transita en el momento le da las indicaciones de cómo llegar, por lo que Kazutora le agradece y vuelve con Chifuyu para contarle lo que le han indicado. Caminan con tranquilidad y sin apuros, dejándose llevar por lo que ven a su alrededor: la mayoría de sus calles mantienen una estética de un período pasado lo que lo hace parecer estar congelados en el tiempo, contrarrestando ante los imponentes edificios modernos que pueden ver a lo lejos. Además, para aquellas horas en que llegan, no solo hay negocios abiertos que ofrecen variedad de artesanías y deliciosos manjares tradicionales de Japón, sino que llegan a ver mucha gente transitando por el lugar, además de algunos turistas pese a que para la fecha no se encuentran en los meses de temporada alta. En su trayecto, también se detienen para ver a los pequeños transeúntes que se entremezclan con la gente que camina las calles: muchos gatos parecen vivir en el barrio y deambulan por ahí a aquellas horas, buscando algo que comer o simplemente estirando las patas.

Tras seguir las indicaciones del hombre, finalmente llegan a su destino. El ryokan mantiene la misma estética que todas las construcciones a su alrededor. Una placa rectangular de madera grande e irregular tiene tallado el nombre del lugar: tanto en kanji como en romaji. La pareja se mira por unos segundos y deciden entrar al sitio. Como es de esperarse, no hay mucha gente en el lugar salvo la familia que administra y maneja el ryokan, tampoco divisan a la vista a algún turista extranjero. Se acercan al mesón de recepción y un hombre los atiende no sin antes saludarlos cordial y cálidamente. Chifuyu le indica que ha sido él quien ha reservado una habitación para dos con baño privado, por lo que el hombre, después de indicarle rellenar algunos datos, lleva a ambos hacia donde se hospedarán.

El lugar es algo estrecho, pero no es algo de importancia para los dos, sin embargo, se percatan rápidamente que el silencio es imperante. Hay una tranquilidad y un silencio que los envuelve y les incita que se desconecten de todo mientras van caminando hacia la habitación. En el camino, se encuentran en el pasillo con un par de extranjeros que salen de la habitación en la que se hospedan aparentemente: a simple vista parecen turistas alemanes. Los desconocidos intercambian miradas con ellos y éstos sonríen de manera confiada mientras que Kazutora y Chifuyu se limitan a hacer una rápida pero pequeña inclinación para saludarlos lo cual los extranjeros replican a los segundos.

El hombre, hijo del dueño del ryokan, hace una pequeña parada, indicando el lugar en donde se encuentran los dos baños de aguas termales que tienen. Al llegar a la habitación que han reservado, él los invita a pasar no sin antes mencionarles que irá en busca de los yukatas; prendas que deben usar para pasar el día. Les desea una buena estadía y se marcha. Lo primero que hace Chifuyu es dejar el bolso que han traído, mientras que Kazutora se deja caer a uno de los dos futones que tiene la habitación. Su cara se hunde en la almohada, en cuanto deja escapar un sonoro suspiro de alivio y alzar la vista, se percata que hay un pájaro hecho de origami.

"Oye", le llama Chifuyu, "pronto vienen con la ropa"

"Sí, sí", responde Kazutora con voz cantarina, reincorporándose. "Por cierto, ¿a qué hora reservaste el baño?"

"Después de almuerzo"

La charla se ve interrumpida por unos golpes a la puerta. Chifuyu, quien está más cerca, abre y recibe ambos yukatas que servirán para andar por el lugar. Agradece y vuelve a cerrar la puerta, así que ambos, sin tiempo que perder, se quitan algo de ropa para así usar sus respectivos yukatas.

***

Durante el día, ambos no hacen demasiado en el ryokan para esperar por el baño de aguas termales privado. En un principio y luego del cambio de prendas, deciden inspeccionar el lugar con tranquilidad. Bajan por las escaleras y la primera parada que hacen es a una pequeña biblioteca con diferentes libros, en especial en inglés. También recorren el pequeño jardín que tiene el lugar, sin embargo, al final regresan a su habitación. Ahí, mientras tratan de desconectar la mente, se dan cuenta de lo difícil que es principalmente por la costumbre que han llevado durante años desde que trabajan en la tienda de mascotas con Baji. No obstante, hacen el esfuerzo porque necesitan descansar. Aún así y pese a que les cuesta a ambos relajarse en un principio, Chifuyu comienza a tener algunos recuerdos de cuando eran adolescentes; recuerdos a los que Kazutora se divierte escuchando y hablando, en especial porque son memorias de sus primeros años como pareja.

Las horas transcurren hasta que, después de almorzar en el pequeño comedor del lugar, por fin es momento del ansiado baño. En un inicio, es Chifuyu quien pregunta si el baño puede ocuparlo dos personas al mismo tiempo. Quien le responde es el dueño del ryokan, mencionando que no hay problema alguno a pesar de que la experiencia de un baño en las aguas termales preferentemente es a solas. Antes de entrar al baño, el hijo del dueño les avisa que antes de que finalice los minutos, tocará la puerta en cuanto tengan que terminar su turno en los baños.

Entonces, la pareja se interna en uno de los baños, teniendo en cuenta que el tiempo ahora corre y deben hacer valer los 45 minutos que dura. Antes de entrar a las aguas, Kazutora se ata el cabello; algo estrictamente necesario para entrar a las aguas termales, Chifuyu a pesar de tener el cabello más corto, lo hace de todas maneras. Luego de eso, se realizan una ducha. El primero quien lo hace es Kazutora puesto que, de los dos, es el más ansioso por adentrarse en la tina rectangular de cedro, no sin antes además que debe retirar los tablones de madera que cubren la tina para mantener la calidez del agua.
Mientras Chifuyu se hace la ducha obligatoria antes de entrar, Kazutora ya está en la tina, disfrutando de las abrasadoras aguas que le hacen sentir a gusto y por, sobre todo, relajado.

"Apresúrate", le dice a Chifuyu, "el agua está estupenda".

"Dame unos segundos, ya casi termino de ducharme", responde el otro.

Kazutora decide no decir más, por lo que opta esperar con los ojos cerrados, dejándose llevar por la calidez del agua y del ambiente. No pasa mucho tiempo cuando escucha a Chifuyu entrando a la tina, acomodándose a un lado suyo. El chico, una vez dentro, deja escapar un sonoro suspiro en señal de satisfacción. No lo quiere decir, pero lo tiene en la punta de la lengua: Baji ha acertado en la sugerencia.

"¿Sabes?", habla Kazutora, rompiendo el silencio, "esto me ha recordado la vez que fuimos con Baji a los baños públicos.

Chifuyu tararea en silencio en busca el recuerdo y su rostro se ilumina en cuanto se acuerda de aquello. "Esa vez que me pediste ayuda, ¿verdad?", le pregunta.

Kazutora asiente. "Fue ahí que empezamos a hablar", recuerda.

"Quién diría que todo empezó por un 'hey, ¿puedes ayudarme con la espalda?'", dice Chifuyu de manera bromista, sacando algunas carcajadas a su novio.

"No fue mi culpa que Baji justamente no estuviera en ese momento", replica, divertido, "pero aun así fue la instancia que estaba esperando".

"¿Qué quieres decir con eso?"

Kazutora guarda silencio por un instante. Si bien el recuerdo le parece divertido y le hace reír, hay algunos detalles que le avergüenzan, en especial porque aquel día que fueron los tres a los baños públicos, fue el momento clave en que un adolescente Kazutora buscaba poder hablar y conocer a un joven Chifuyu que le había atraído físicamente, pero que por no saber cómo acercarse, nunca pudo hablarle apropiadamente, a pesar que Baji le ayudó con consejos, una ayuda que fracasó en más de una vez.

"No sé cómo explicarlo", dice Kazutora con nerviosismo, "pero me parecías lindo desde que Baji te presentó conmigo", declara. "Siempre le pedí alguna cosa o forma de cómo hablarte, pero, bueno... sus consejos fueron una mierda".

Aquello le parece divertido a Chifuyu que no puede evitar soltar algunas carcajadas. La relevación no solo le es entretenido, sino que también un poco tierno y romántico.

"Veo entonces la razón del por qué te pusiste nervioso en cuanto Baji se nos unió en el baño y casi lo ahogaste", habla Chifuyu, ensanchando una sonrisa.

No sabe si es producto de la temperatura del agua, pero Kazutora siente que su cara arde en calor. "No fue mi culpa de entrar en pánico", se defiende, "no quería que Baji se robara tu atención. No después de varios intentos fallidos en hablarte"

"Aun así, me parece aún más increíble que hayas seguido sus consejos de mierda"

"¡Tenía que intentarlo!", exclama Kazutora, cruzándose de brazos, "como dije, te me hiciste lindo después de que Baji nos presentó mutuamente"

Chifuyu vuelve a reír un poco. "Entonces, el interés fue casi de inmediato, ¿no?"

"Sí, algo así", responde el otro, de manera dudativa. Hasta que se da cuenta de algo. "Espera, ¿casi de inmediato?"

"Sí, tú también me resultaste interesante en cuanto Baji nos presentó", dice Chifuyu con cierta vergüenza. "Y como en esa época leía bastante manga shojo, se me coló la idea de esperar a que fueras tú el de la iniciativa", agrega, bajando la voz producto de la timidez.

"¿¡Eh!?"

"¿¡Qué esperabas!? Leía mucho romance en ese tiempo", trata de explicar Chifuyu, desviando la mirada al sentir que Kazutora le observa con cierta molestia. "No es mi culpa que tuviera la fantasía de tener un romance adolescente de las que leía a menudo", añade.

"Sigues leyendo esas estupideces", le corrige su novio. "Pero ahora entiendo el por qué me costó hablarte".

Kazutora deja escapar un suspiro, entonces, Chifuyu se le acerca para sentarse aún más cerca de él. Se acomodan con tal de poder no sólo estar junto al otro, sino que también continuar disfrutando del baño.

"Aun así, no me arrepiento de nada", habla Chifuyu ahora, en voz baja.

"¿Sobre qué?", le pregunta Kazutora envolviendo a su pareja en un abrazo que le da por la espalda.

"De conocerte, de enamorarme de ti y estar contigo hasta ahora", y el chico deja relucir una sonrisa cálida, "soy muy feliz contigo"

Kazutora también sonríe. Sin dudarlo dos veces le reparte algunos besos en la mejilla de Chifuyu antes de responder. "Yo también soy muy feliz a tu lado".

***

La tarde pasa mucho más rápido que a diferencia de la mañana. Gracias a que han recordado muchas de sus vivencias de la adolescencia, se la pasan hablando de ello, aprovechando además que la mayoría de los recuerdos son nítidos y gratos para ambos. Son pocos los recuerdos que son más difusos, pero la pareja los reconstruye como si fueran piezas de rompecabezas. Después del aprovechado y merecido baño, se mantienen encerrados en su habitación; la única vez que Chifuyu sale, es para comprar algunos postres para comer con Kazutora en la habitación.

El rememorar sus primeros años de relación aviva las emociones y sentimientos que han sentido desde el primer momento en que comenzaron a conocerse, en especial ese amor mutuo que ha perdurado con el tiempo.

Tras caer la noche y una vez que han comido la cena, se retiran rápidamente a la habitación para aprovechar la intimidad que les proporciona. Para ese punto no sólo están relajados, sino además se sienten menos estresados y más descansados. Una vez en el interior de la habitación, apagan la luz, permitiendo que una luna llena sea la única que les ilumine el lugar. Chifuyu se extiende sobre su futón boca arriba, lo que Kazutora aprovecha para estar sobre él y besarlo de manera suave y lenta: justo como a Chifuyu siempre le ha gustado.

Ambos se entregan al amor que siente por el otro mediante ese beso lento, cargado de cariño y suavidad. Kazutora toma el rostro de Chifuyu mientras mueve sus labios a un ritmo pausado, reconociendo y explorando de nuevo la boca que ha besado en más de una ocasión. Por su parte, Chifuyu rodea el cuello de Kazutora con sus brazos, dejándose llevar por la grata sensación que su cuerpo siente, además de exhalar un profundo suspiro. No es la falta de aire que los hace finalizar el beso, sino que ambos, por alguna razón, deciden terminarlo para observar al otro. Se miran con amor, con cariño, con aprecio. Kazutora aprovecha la cercanía para darle a Chifuyu un beso esquimal, el cual hace que Chifuyu le produzca cosquillas y suelte suaves carcajadas.

"¿Sabes? Estar así contigo me ha hecho recordar algo", le habla Kazutora, con voz aterciopelada.

"¿Qué cosa?"

"Sobre nuestro primer beso bajo la luna"

Chifuyu no puede evitar ensanchar la sonrisa boba que tiene en su rostro. Además, no es un recuerdo que tome a la ligera porque es uno de los que más atesora con el corazón, principalmente por la atmósfera que había ese día en que él y Kazutora se besaron por primera vez.

"¿Te acuerdas de todo?", le pregunta Chifuyu en voz baja.

"Por supuesto", responde Kazutora, seguro de sí mismo. "Todavía recuerdo que te había ido a buscar a tu apartamento para salir un rato contigo"

"Casi rompes la ventana por las veces que tiraste piedras ese día", añade el otro.

Kazutora ríe con vergüenza. "No me medí con la fuerza, debo admitirlo", prosigue. "Después, me acuerdo de que nos fuimos a un lugar apartado, solos, a reposar sobre el césped para contemplar las estrellas. Creo que había algo de brisa esa noche, ¿lo recuerdas?"

Chifuyu asiente con la cabeza. "Algo de brisa corría en ese momento, además que la noche estaba preciosa"

"Quizás fue simple coincidencia que justo esa noche estuviera ideal para ese siguiente paso, nuestro siguiente paso", él hace una pequeña pausa, aprovecha además de relamer sus labios antes de continuar. "Yo estaba a tu lado, mirando la forma en que tú estabas contemplando el cielo. Recuerdo... que pensé en lo hermoso que te veías observando el cielo, así que me armé de valor. Me acerqué a ti..."

"Te acercaste a mí y me impediste seguir viendo el cielo", dice Chifuyu, en un falso tono ofendido.

"Te pregunté si podía hacer algo", añade Kazutora

"Me preguntaste si podías besarme", le corrige el otro y su novio asiente con la cabeza.

"Tardaste en responder, porque creo que no te lo esperabas para nada, pero cuando me dijiste que sí... recuerdo que primero tomé tu mejilla"

"¿De qué forma?"

"Así...", y Kazutora, recordando la forma en que le había tomado la mejilla a Chifuyu aquella noche, de manera tímida y suave, como si se tratara de tocar algo muy valioso. "Luego, me acerqué a tu rostro"

"De la misma forma en la que estamos ahora, ¿no?", le pregunta Chifuyu, el mayor asiente con la cabeza.

"Nos quedamos mirando por unos segundos", continúa él, "recuerdo que sentí que me perdí por un momento en la forma en que me mirabas, con esos bonitos ojos azules que siempre has tenido, además de que en ese momento estabas un poco sonrojado".

Ambos suspiran casi al mismo tiempo. La forma en que están rememorando ese momento de sus vidas, les hace sentir que están volviendo a sentir las mismas sensaciones y emociones de esa noche: corazones latiendo con rapidez, rostros ruborizados, estómagos que se retuercen por los nervios. Kazutora aprovecha que mantiene su mano sobre la mejilla de Chifuyu para usar su pulgar y trazar suaves caricias sobre los labios de éste. Tras el primer contacto y la primera caricia, Chifuyu siente un pequeño escalofrío que recorre rápidamente por su espalda.

"Luego hice esto, no recuerdo por qué, pero sentí la necesidad de tocarlos", declara Kazutora en voz baja mientras sigue acariciando los labios ajenos, además traga algo de saliva. "Y entonces te besé", añade, deteniendo las caricias.

"¿Cómo?", le pregunta Chifuyu en un susurro.

"De esta manera..."

Kazutora ladea un poco la cabeza, de la misma forma en que lo hizo en la adolescencia cuando iba a besar a Chifuyu por primera vez. Sus labios se unen a los ajenos de manera paulatina, tímida y suave. Al inicio, no hay movimiento por parte de alguno de los dos, porque quieren revivir el momento de la forma más exacta posible, pero pronto comienzan a mover sus labios lentamente, dejándose llevar por la emoción del recuerdo. El beso es suficiente como para hacerlos sentir que están de nuevo en ese momento tan especial para ambos bajo la noche estrellada. Las caricias se suman al cabo de unos segundos después, además que el beso se profundiza: Chifuyu le da toda la libertad a la lengua de Kazutora para entrar a su boca. El beso finaliza cuando pasan algunos segundos. Mientras buscan el aliento perdido, se quedan mirando al otro con el amor sienten por el otro. Kazutora une su frente con la de Chifuyu y se sonríen cálidamente.

Al final, la escapada al ryokan no sólo les había servido para olvidarse por un día de la rutina que tenían en el día a día, sino que les había permitido recordar su juventud y el cómo había aflorado su relación, y no menor, era que aquellos recuerdos también era la confirmación de que siguen enamorados del otro y su amor seguía intacto y puro a través del tiempo.

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Yo espero de corazón que para la persona asignada de este intercambio, le haya gustado este fic. Me costó sacarlo, no voy a negarlo (?), pero también se me hizo grato hacer todo el proceso para poder hacer algo bonito.

Espero además que todos tengan un lindo San Valentín, pasenlo bien <3

Recuerdos junto a ti | KazuFuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora