Capítulo Único

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Han pasado ya varios años desde que Sesshomaru dejó a la pequeña Rin a cargó de la anciana Kaede. Y como era de esperarse aquella niña tierna, dulce, alegre y carismática que llenaba de felicidad a todos los de la aldea junto al mismísimo daiyokai con el corazón más frío de todos, se había convertido en toda una mujer con una belleza deslumbrante que cautivaba a más de un campesino.

Por eso tanto Inuyasha como Jaken se la pasaban cuidándola de cualquier malnacido que quisiera propasarse con ella, esté último por temor a lo que le pudiera hacer su amo bonito si descuidaba aunque fuera un momento a la castaña. Ya que tiempo atrás el mismísimo daiyokai le había encomendado la misión de que se quedara en la aldea junto a Rin para que estuviera al pendiente de ella.

El daiyokai procuraba visitar a la castaña un día a la semana para ver como se encontraba, además de que en ese lapso Sesshomaru le ordenaba a Jaken que fuera a conseguirle varios kimonos a la castaña hechas con las mejores telas . Por eso mismo justamente ahora Sesshomaru se encontraba yendo hacia uno de los lugares donde los hacían,  ya que esta vez quería ser él quien le entregará con sus propias manos uno de ellos. Algo dentro de él anhelaba con obsequiarle un pequeño presente a Rin puesto que mañana cumpliría sus dieciocho años. Iba a toda prisa ya que quería entregárselo hoy en la noche para que lo pudiera usar al día siguiente.

Por alguna extraña razón no quería separarse de ella, su aroma había cambiado ya no era como cuando era una niña, ahora era tan dulce y embriagador con un pequeño toque de frescura que lo atraía cada vez más. Todo este tiempo trataba de contenerse y buscar una explicación a lo que estaba experimentando sin embargo no encontraba las respuestas que necesitaba, sobre todo se cuestionaba de ¿Cómo es que una humana lo podía atraer de esa manera? Si tiempo atrás juraba odiarlos y despreciarlos como lo hacía con su medio hermano Inuyasha.

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Mientras tanto en la aldea Kagome en compañía de los demás se encontraban organizando todo para la fiesta de Rin. Estaban tan entusiasmados y otros un poco nostálgicos por ver como esa niña risueña y encantadora había crecido en un abrir y cerrar de ojos, sin duda el tiempo pasaba volando.

—Gracias por organizar todo esto para mi señorita Kagome y abuela Kaede, en serio no es necesario que se tomen tantas molestias solo por mi— dijo Rin un poco apenada.

—Rin no es ninguna molestia tanto Kagome como yo lo hacemos con mucho gusto, te has convertido en alguien muy especial para todos nosotros— respondió la anciana con una cálida sonrisa.

—Además no siempre se cumplen dieciocho años, esto sin duda lo amerita Rin. Así que no tienes porque pensar de esa manera, todos lo hacemos con mucha alegría— acotó Kagome sonriente.

—Así que esperamos que mañana disfrutes muchísimo tu día— musitó Sango.

—Prometo que lo haré— respondió Rin alzando un poco sus brazos con suma emoción.

A lo lejos pudieron divisar al pequeño demonio kappa y a Inuyasha percatándose al instante que ambos venían discutiendo aunque para las mujeres eso ya no era raro en ellos.

—Maldito perro mentiroso yo pesqué mucho más pescados que tú— gritó Jaken eufórico moviendo su báculo de un lado a otro.

—¡Que! maldito enano cara de sapo yo pesqué muchos más, tú lo único que hiciste fue holgazanear— le respondió el híbrido dándole un fuerte golpe en la cabeza al kappa dejándole un gran chichón.

—¡Oye cara de perro! Deberías de tenerme un poco más de respeto, recuerda que soy la mano derecha del amo Sesshomaru y si me sigues tratando así mi amo bonito te hará trizas— acotó Jaken sobándose la cabeza.

El Comienzo de TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora