Petricor

Capítulo 1

2020

"Gire a la izquierda y continúe por la rotonda. Ha llegado a su destino." - se escucha en el navegador.
- Por fin hemos llegado, Eva. - anuncia mi madre después de casi 9 horas de viaje.

Levanto la cabeza del libro y observo tras la ventana.

Ya se pueden apreciar los chalets de diferentes formas y colores que acompañan al gigantesco pinar y a la gente pasando el rato con sus amigos.

Las ganas de abrir la ventana y aspirar el aroma de la urbanización me tentan y las sacio.
Dejo que el olor a barbacoa y pinos inunde mis fosas nasales. Es tan característico que es muy poco probable que lo encuentres en otro sitio.

Recuerdo el camino hacia nuestra casa de vacaciones a la vez que el coche avanza:

Ir recto por la calle principal, después girar hacia la calle Colibrí, continuar recto y girar a la derecha.

El coche frena en seco en la puerta principal y con el pequeño mando mi padre abre la puerta.
Aunque esta un poco oxidada a causa del riego para el césped, sigue funcionando perfectamente.
Dejo escapar un suspiro cuando el coche se para en el área especial para aparcarlo. Muchos recuerdos del año pasado me vienen a la cabeza y hacen que tenga más ganas de empezar el verano y poder revivirlos.

De repente mi móvil vibra.

"¿Ya estás aquí? Me ha parecido ver tu coche por la carretera..."

Sonrío.

"Sí, acabamos de llegar. ¿Te veo donde siempre?"

Respondo.

"Allí estoy en 10 minutos"

Dejo el mensaje en leído ya que se ha desconectado.

- Mamá... - digo.
- Dime, Eva.
- He quedado en el parque en 10 minutos, para que lo sepas. - informo.
- Vale, pero al menos deshaz tu maleta, que no tardas nada...

Obedezco a la orden de mi madre y tras terminar de hacerlo todo, salgo de la casa y camino hacia nuestro punto de encuentro.

Estoy bastante cansada del viaje; venir desde Galicia hasta Cádiz en un solo día no es algo que haga mucha gente precisamente por las horas de viaje que incluye, pero es lo que llevamos haciendo toda nuestra vida y es lo que vamos a continuar.

Cuando empiezo a escuchar gritos de niños me doy cuenta que estoy llegando. Diviso un gran parque con columpios y toboganes donde decenas de niños pasan el rato, y a lo lejos, una silueta que me es muy familiar.

Al verme se acerca a mi con entusiasmo.
- ¡Eva! - grita.
- ¡Hola! - respondo yo abrazándola.
- Dios mío. No sabes cuánto te he echado de menos. - dice la chica. Yo río.
- Yo también, Celia.
La castaña clara se separa de mi y me mira.

- ¿Qué tal el viaje? -  dice mientras me agarra del brazo y me hace caminar junto a ella.
- Agotador, como siempre. - respondo.
- No me extraña, son 9 horas. - dice.
- Lo sé, pero no me arrepiento para nada. - me mira sonriente.

- Bueno... - digo yo después de un cómodo silencio. - ¿Qué tal tú, amiga? - digo dándole varios codazos. - Me dijo un pajarito que viste a Pablo por ahí en Cuenca...
- Sí... - ríe ruborizada.
- ¿Algo que contarme? - ella suspira.
- Tenemos algo. - yo aplaudo suavemente y sonriendo con las manos. - Pero no es nada oficial, de momento.
- ¡Cuánto me alegro! Se os notaba en la mirada, tía. - ella sonríe.
- Pero no es solo eso, Eva. - yo presto atención. - Estoy muy pillada, y creo que él es el definitivo. - yo río ante su declaración.
- Ay, Celia. - digo abrazándola. - Te me has enamorado... - bromeo. - ¿Qué hago yo contigo ahora?
- Enamórate ahora tú, así me entenderás. He visto que han venido chicos nuevos muy monos eh... - dice ella.
- Celia, ya hemos hablado de esto. De momento voy a ver que pasa con él. - aclaro. Ella suspira.
- Eva, ese chico me da mala espina. - explica.
- ¡¿Porqué?! ¡Si ni siquiera le conoces! - replico.
- Si que le conozco.
- Celia, verle un día no es conocerle. - razono.
- Fueron dos. Además, ni te ha escrito en mucho tiempo, tú misma me lo dijiste - responde ella.
- ¡Ese no es el caso, Celia! Es un buen chico, yo lo sé.
- Está bien, haz lo que quieras. Al fin y al cabo es tu lío...