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Para estas fechas normalmente el japonés es el que suele regalarle al americano una cajita de chocolates que el mismo hizo, con listones color rojizos y con una envoltura de color azul con muchas pero muchas estrellas. El americano siempre estaba contento por los regalos, pues el chocolate era uno sus dulces favoritos y más aún cuando su amado les daba un toque tan dulce que los atesoraba todo lo que quedaba del mes. Aunque, el siempre le regalaba cosas materiales, quería cambiar un poco la receta, quería que esta vez fuera un poco diferente para su Japonés. Decidió también darle un poco de este delicioso dulce a su amado, claro, echo por su propia mano.
Claro que, no le salió del todo bien. Vio tutoriales, pidió ayuda a sus conocidos y reviso viejas recetas que su madre le había mandado ya hace unos días. Pero nada, todos los chocolates que le salían tenían un sabor muy extraño. pobre del que fuera un mordisco a esa tableta.
Aún así, no se rindió tan fácilmente y logró hacer unas cuantas tabletas que le dio a su amado el día de San Valentín. ¿Que fue lo que pasó? Lo más obvio, al imperio le dio un terrible dolor estomacal donde no pudo salir del baño durante horas.
Alguien se confundió y en vez de poner azúcar coloco mucha sal.
