Escena 1 - Hermanas de sangre

25 4 0
                                    


En la noche más profunda, los demonios decidieron atacar mi pueblo. Todo fue tan rápido que no sabía donde esconderme con mi hermana. Podía ver aquellas sombras corriendo cerca nuestra y escuchar los gritos que se producían en las casas adyacentes.

Mi hermana y yo nos habíamos ocultado cerca del río, entre las plantas que crecían cerca del lugar. Empecé a calmarla mientras la abrazaba al mismo tiempo que vigilaba los alrededores. No podía cambiar mi expresión, aterrorizada, a pesar de no querer que Mariam me viese así.

— Hermanita, tengo mucho miedo. Por favor, no me sueltes. — Dijo Mariam, asustada.

— Tranquila Mariam, se irán en breve, aquí no nos encontrarán. Además, si tan solo se acerca uno de ellos.. se arrepentirá de haberlo hecho.

Empecé a pensar en que podría haber ocurrido para que estos seres aparecieran de la nada, pero no fui capaz de llegar a ninguna conclusión en ese instante, el miedo también me consumía, pero tenía que ser fuerte mentalmente para protegernos.

De repente se escuchó un terrible grito a solo unos metros de nosotras. Agaché la cabeza junto a Mariam para evitar ver como esa bestia se alimentaba de una pobre chica inocente del pueblo. Por una parte quería salir a protegerla, pero sabía que si lo hacía, pondría en riesgo a mi hermana y aún no sabía nada sobre ellos.

— Lo siento. — Dije en voz baja mientras apretaba mi puño en el suelo.

Después de terminar su banquete, aquel demonio abandonó el lugar donde estábamos escondidas. Pude verle correr erguido y aún con sed de sangre. ¿Qué clase de bestias nos habían enviado? ¿Quién pudo hacer esto? ¿Por qué a mi pueblo? Tenía demasiadas preguntas en mi cabeza, pero no podía centrarme en esto ahora. Tenía que salir de allí cuanto antes con Mariam.

— Bien, es hora de irnos. Tenemos que abandonar el pueblo ahora mismo Mariam, esto ya no es un lugar seguro. ¿Estás lista? — Agarré con fuerza la mano a mi hermana mientras la miraba con seguridad.

— Sí.. Liz. — Asentando con la cabeza. — Por favor no me sueltes de la mano.

Me puse a secarle las lágrimas a Mariam y a tranquilizarla antes de partir. — Prometí protegerte siempre, no hay nada que pueda separarnos, es hora de irnos. — Intentando animarla con una pequeña sonrisa.

Miré con precaución a ambos lados antes de salir de nuestro escondite y no parecía haber nadie alrededor, solo el cuerpo de aquella chica, ya sin vida. La luna parecía estar alimentándose de si misma para evitar presenciar el baño de sangre que mi pueblo estaba sufriendo.

La entrada del pueblo se encontraba a unos pocos metros delante de nosotras. Únicamente debíamos de llegar a la otra parte del río hasta ver la plaza. Desde allí se que podíamos escapar.

A medida que mi hermana y yo avanzábamos lentamente a escondidas de aquellos demonios, los gritos en el pueblo comenzaban a desaparecer. Aún no era consciente de todo lo que estaba ocurriendo, pero el dolor y la rabia por ver mi pueblo destruido de esta forma iban acrecentándose dentro de mi.

Me traje a Mariam hacia mi hombro para que evitara tener estas imágenes en su cabeza al mismo tiempo que caminábamos muy despacio por todo aquel infierno para evitar ser descubiertas.

Finalmente habíamos logrado llegar a la plaza, el portón de entrada estaba a unos 20 metros de nosotras, era nuestra oportunidad para escapar sino fuera porque la entrada estaba vigilada por dos de aquellos demonios.

Fijé mi mirada en el entorno y parecía que aún había varios de ellos muy cerca. Estábamos quietas detrás de una de las casas, mientras, sostenía la mano de Mariam con fuerza. No me habría fijado hasta ahora que estábamos detrás de nuestra antigua casa si no fuera porque mi hermana me lo mostró. Allí fue donde nacimos, poco antes de que papa y mama nos dejaran sin hogar, pero no podía pensar en esto ahora, primero había que escapar del pueblo.

— Liz.. nuestra casa.. nuestro hogar.. — Dijo Mariam con algunas lágrimas.

— Tenemos que seguir Mariam, hay que salir de aquí, dame la mano, por favor. — Sintiéndome cada vez más inquieta.

— Mamá.. papá.. ¿por qué nos hicisteis esto? ¡¿Por qué?!— Decía mi hermanita mientras intentaba arañar la madera en señal de dolor.

— Escucha, Mariam, ellos ya no están aquí. Se fueron hace mucho tiempo, no nos querían a su lado. Pero estamos juntas, siempre hemos superado cualquier dificultad, no tenemos más familia, es por eso que tenemos que ser ahora más fuertes que nunca, ¿vale? cuando salgamos del pueblo, buscaremos refugio y te prometo que te contaré más sobre ellos, pero ahora tenemos que salir de aquí.

Mariam cierra los ojos y con una decisión firme decide agarrar la mano de Elizabeth y seguir caminando.

Estábamos justo detrás de la última casa del pueblo, la más cercana a la gran puerta. Nos sentíamos un poco agotadas, mayormente por el miedo de ser descubiertas. El silencio de la noche se mezclaba con el olor a sangre que aquellos demonios habían dejado en mi pueblo. 

Aquellos demonios que vigilaban se habían retirado a medida que íbamos avanzando sigilosamente detrás de las casas. Era nuestra ocasión para salir del pueblo.

— Vamos Mariam, ahora toca correr. No te sueltes de mi mano, ¿vale? — Le dije con otra sonrisa mientras le mostraba confianza y tranquilidad.

— Liz, te quiero hermanita. Gracias por estar siempre cuidándome. — Le da un bonito abrazo a Elizabeth. — Salgamos de aquí.

Con determinación, ambas decidieron salir juntas de la mano a solo unos pasos de la entrada al pueblo.

— ¡LIZ, NOS ESTÁN SIGUIENDO!

— ¡NO MIRES ATRÁS, NO ME SUELTES LA MANO MARIAM!

------------------------------------------------------------------------------------------------------

— No, no puedo recordar más que eso. Fue el momento en que perdí el contacto con mi hermana después de caerme y perder la consciencia en aquel bosque.

— Entiendo. Fue en esa parte donde te encontramos antes de traerte aquí. No te preocupes, recuperaremos a tu hermana. Lo importante ahora es que descanses.

— No puedo descansar ahora, debo salir a buscarla. Os agradezco mucho toda la atención.

— ¿Dijiste que te llamas Elizabeth, verdad?, no deberías salir de este lugar, es un lugar protegido.

— ¿Protegido? Lo siento, no logro entenderlo. Mi hermana está ahí fuera esperándome, no tengo tiempo para esto.

—Detente, no lo hagas, por favor. Te lo mostraré mejor.

Aquella chica decide acercarse al límite de la iluminada y larga calle en donde se encontraban y toma la mano de Elizabeth para ponerla delante de ella. Al acompañarla hacia la frontera de luz Elizabeth decide abrir su mano, sus dedos empiezan a traspasar una especie de luz mágica así como todo el brazo. 

— ¿Qué es esto?.. — Dije, atónita.

— Es la barrera mágica que nos protege. Toda esta calle está rociada con un escudo elemental, nadie puede vernos aquí, pero una vez sales.. aquellos seres no dudarán en atacarte. Son una verdadera molestia. ¡Así pues.. mi nombre es Amelie! ¡Bienvenida a la Calle Bloodeville!



BloodevilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora