❛❛𝐸𝑙 𝐷𝑒𝑙𝑖𝑡𝑜 𝐷𝑒𝑙 𝑆𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜❜❜

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La habitación ardía, caldeando el ambiente en el que las dos amantes bailaron la pieza del placer, hundiéndose en la cautivadora melodía que recorría sus cuerpos, en la profunda serenata que no paraba de colarse en sus alocados corazones tras cada roce que daban; ambas se habían perdido en un laberinto de su mismo sabor, chasqueando por la necesidad de tenerse, tocándose por el amarse, dirigiéndose a la deliciosa incógnita donde sus manos se encargaban de descubrirla lentamente; bajando de prenda en prenda, dejándolas caer al suelo con el sudor haciéndolas radiar y ver más exquisitas bajo la luz de la luna.

Los besos fueron los encargados de encender el fuego, los toques el calor bajo las apretadas prendas, y las palabras el derretirse en la contraria, encontrándose en la sensibilidad del amor; tan dulce y exquisita.

En la habitación, un golpe y un largo gemido hizo eco, cubría a las dos mujeres probando el paraíso de la lujuria; seguía ardiendo alrededor del lechoso cuerpo desnudo, atado de los brazos, estando en la esquina de la larga cama matrimonial, con parte de su pecho pegado en las sábanas mientras que la otra se encontraba elevada abruptamente, culpando severamente a sus piernas, las cuales, se encontraban elevadas y separadas; mostrando con descaro su rosada entrada de la cual, escurría un líquido transparente, siendo exquisitamente acompañada por las dos mejillas rojas, adornadas con la forma de una grande y pesada mano que le pertenecía a la mujer alta detrás suyo, con una mirada picante; resplandeciendo en la rotunda lujuria.

Todo era una escena tan explícita y digna de pintar, tan artística que lograría despertar hasta la sensación más desconocida. 

La risa ronca caló hasta los huesos a la de piel nívea, se encontraba excitada, necesitaba que su "Mommy" le llenase hasta que llorase y su garganta se desgarrara por tanto rogar. Se removió, buscando el toque tan estremecedor de la pelinegra:—Mommy —susurró en un suave lloriqueo.

Sus largas y delgadas piernas pedían piedad. Temblaban por todo el esfuerzo de no derrumbarse cuando su Mommy la había tocado ferozmente, dejándola tan vulnerable, tan débil, tan extasiada a su vez. Le encantaba todo lo que le hacía sentir con tanto desenfreno. Le encantaba, le fascinaba, lo amaba.

Hirai Momo era la perdición.

Su perdición.

Eres deliciosa —comenzó a decir, con su detonante tono bajo y electrizante—, tan adictiva —La cálida mano amoldó a su gusto un rojizo glúteo con parsimonia, dando solo leves apretones. Sonrió egocéntrica al oír un dulce sollozo. — Eres insaciable, mi pequeña Doll . Tan picante como la lava, pero mostrándome tu debilidad cada vez que te toco, o tentándome sin juicio con tu apetitoso cuerpo, moviéndolo, queriendo, o no —Los cabellos de la baja fueron atrapados, rápidamente jalados para atrás, encontrándose con la pesada respiración en su cuello— necesitando tener mi polla hundiéndose dentro de ti, haciéndote gemir como la zorra que eres.

La blanquecina ahogó un gemido cuando el venoso miembro se restregó en uno de sus glúteos con dureza, mostrándole todo lo que su divertido juego había causado con tanta gracia. Mordió su labio inferior, teniendo una enorme satisfacción por sentirlo tan duro, tan palpitante, tan largo y tan grueso por ella. 

Solo por ella.

Jadeante, entreabrió los labios, sentía tan bien tener a su mujer encima suyo, aplastándola con su fragancia tan embriagante, llevándola al borde del precipicio con sus palabras tan crueles y duras que la llevaban a una extraña fascinación, de la cual, le era imposible fastidiarse cada que se encontraban entre las sábanas. Era tanto su placer, que le dejaba sin habla, solo escuchando a Momo y guiándose ciegamente por los labiales. 

𝑫𝒊𝒓𝒕𝒚 𝑻𝒂𝒍𝒌 / ⊱ 𝑫𝒂𝒉𝒎𝒐 ⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora