Harry Potter Todos Viven. La piedra filosofal.

El espejo de Erised

Queridos papá y mamá,

Los padres de Ron van a ir a Rumania a ver a Charlie en Navidad. ¿Puede Ron venir a casa conmigo en Navidad? No quiero dejarlo solo en Hogwarts.

Con cariño,
Harry

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Querido Harry

Ron es bienvenido a pasar la Navidad con nosotros. Pero también debes invitar a Fred, George y Percy a quedarse con nosotros también. Sé que Ron es tu mejor amigo, pero son amigos de la familia, y son bienvenidos a unirse a nosotros.

Con cariño,
Mamá y papá

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Ron cerró el libro con un golpe seco que resonó en la biblioteca, no sólo silenciosa, sino absolutamente vacía. Vacía a excepción de tres de primer año en una mesa apilada de libros.

Harry también cerró el suyo y miró a Hermione, que seguía absorta en su libro (aunque era más un tomo que un libro).

"Tiene que haber una forma más fácil de encontrar a Nicolás Flamel que pasar el último día del curso antes de Navidad en la biblioteca", dijo Ron.

"¿Por qué no le preguntas al profesor Dumbledore quién es Nicolás Flamel, entonces?" dijo Hermione acaloradamente.

Harry sabía que ella estaba tan irritada como él y Ron porque su búsqueda no había dado ninguna pista, pero deseaba que no descargara su irritación con ellos.

"¿Y si", empezó Harry lentamente, poniendo palabras a un pensamiento que aún no se había atrevido a expresar, "entramos en la trampilla y vemos por nosotros mismos lo que hay ahí abajo?"

"¿Estás loco?" preguntó Ron. "Hay una cabeza para cada uno de nosotros en ese perro".

"Tío Remus dijo que podías ponerlo a dormir si tocabas un poco de música".

"Podrían expulsarnos por eso, Harry. Es un milagro que no nos hayan pillado la primera vez".

"Todavía no nos han pillado. Apuesto a que podríamos hacerlo".

"Claro, déjame sacar las gaitas de la bolsa de mi tía abuela Tessie y tocaremos una suave canción de cuna para la cosa", resopló Ron.

"Seguro que hay encantos para la música". Harry puso los ojos en blanco.

"Claro que los hay", dijo Hermione. "Pero eso no significa que sea una buena idea".

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"Es una idea terrible", siseó Hermione por séptima vez en esa hora.

Harry se limitó a encogerse de hombros esta vez y se asomó con cuidado a la esquina del pasillo del tercer piso, comprobando dos veces que ni Filch ni la señora Norris lo vigilaban.

Harry sostuvo su varita sobre la cerradura, listo para usar el hechizo que Hermione había lanzado la última vez para abrirla. Miró a Hermione. "¿Estás lista?"

Hermione apretó la mano en su varita y asintió con rigidez.

"Voy a abrir la puerta. Y tú vas a decir el hechizo. ¿Cuál es el hechizo?"

"Harmonium Concordia".

Harry asintió y luego susurró: "Alohomora". Empujó la puerta y los tres niños fueron recibidos por una bestia de tres cabezas que gruñía. Se alzaba sobre ellos, con la baba goteando de su papada, pero no parecía ni la mitad de amistosa que Fang. Todos sus hocicos mostraban dientes tan grandes como el antebrazo de Harry.