Parte Uno

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La pelea con Akaza había dejado muy mal herido a Rengoku, a quien le costaba respirar, sus heridas eran profundas y el brazo de Akaza que estaba enterrado en su abdomen se empezaba a deshacer por la luz del sol que comenzaba a salir.

Tanjiro corrió y le lanzó su Katana al demonio que corría lejos del Sol, gritándole cuán cobarde era por haber huido de esa manera, gritó que no importa si él muere, pero buscaría la manera de matarlo.

Rengoku sólo miró la escena sorprendido y sonrió, llamó al peliburdeo que sin dudarlo de acercó a él con lágrimas en sus orbes rojos, no quería no estaba preparado para ver a su pareja morir, no quería perderlo.

- Mi chico - como pudo alzó su brazo para acariciar su mejilla que tenía un puente de lágrimas.

- Kyojuro-san por favor, resista la ayuda no tarda en llegar - dijo mientras lloraba.

- Kamado, mi chico muy bien sabes que no tengo mucho tiempo, la ayuda llegará pero yo ya no puedo seguir.

Los sollozos del menor se hicieron más fuertes y las lágrimas no dejaban de salir. No estaba dispuesto a perderlo, no quería perderlo, ¿por qué kami-sama? ¿Por qué otra vez le quitaste la oportunidad para ser feliz?

Poco a poco Kyojuro fue perdiendo la fuerza para hablar, miró a Tanjiro y le pidió que se acercase más, el menor se acercó y recibió un beso en sus labios correspondió de la manera más dulce posible, creyendo que ese beso jamás se cortaría y que cuando abra los ojos Rengoku esté a su lado dormido o viéndolo a los ojos y que todo haya sido una pesadilla.

- Te amo, Kamado Tanjiro - fue sus último suspiro y le dedicó una última sonrisa a su pequeño novio, terminó por cerrar los ojos para tener un descanso eterno.

Tanjiro sólo pegó su frente con la de su fallecido novio y comenzó a llorar más fuerte hasta que gritó, gritó su dolor, gritó porqué ya no quería sufrir más, gritó porqué amaba a Rengoku con toda su alma, gritó por su amor que se fue y que jamás iba a regresar.

Los kakushi no tardaron en llegar y se llevaron a un Tanjiro que ya no sonreía si no, a un Tanjiro dolido y con el corazón roto. Ya no quería seguir caminando y no podía hacerlo.

Todo se le esfumó en un abrir y cerrar de ojos.

[...]

Un cuervo negro volaba por el cielo acercándose mucho más a la finca del Pilar del agua, para darle la noticia que Kyojuro Rengoku había fallecido.

- ¡Caw, caw! ¡Tomioka Giyuu! ¡Caw, caw! - el cuervo posó en su hombro y Giyuu sólo miraba al frente.

- ¿Noticias?

- Akaza cumplió el trato, Rengoku está muerto.

Tomioka sólo sonrió ladino y el cuervo se fue volando para avisarle a los demás sobre la trágica muerte del Pilar de la llama. El pelinegro sólo soltó una carcajada y sonrió, se dirigió a su armario donde tenía un todo tipo de navajas y tomó una y la clavó en un papel el cuál era una carta de amor de Tanjiro para Rengoku.

- Nadie más que yo, puede tenerte Kamado Tanjiro... Nadie, ¡sólo yo te merezco! - sus orbes azules se achicaron y miró con una mirada de locura un retrato que un pueblerino le había hecho a Rengoku y a Tanjiro y le clavó una navaja al rubio desgarrando la pintura.

- Me perteneces Tanjiro, eres mío, completamente mío.

Miró hacia la ventana notando que el menor estaba siendo cargado por un kakushi y sonrió.

Rengoku había muerto ahora tenía más obstáculos por quitar de su camino, obvio lo haría, nadie merece a Tanjiro sólo él. Sólo él.

- Si no eres mío, no serás de nadie.

Si no eres mío, no serás de nadie - GiyuuTan/KyoTan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora