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Recordatorio de que esta historia contiene INCESTO si no te gusta esta tematica o la ship, por favor, te pido que te retires ahora que estas a tiempo.

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Debajo de la siempre animada y concurrida Ciudad Nimbasa se encuentran los túneles del metro, de lejos uno de los lugares de mayor interés para los entrenadores pues eran en sus vagones donde se libran acaloradas batallas para ganarse el honor de combatir contra los jefes del metro, los hermanos gemelos Ingo y Emmet. Ambos eran unos entrenadores excepcionales y en combates dobles no tenían rival alguno, eran de los personajes más importantes y conocidos de la ciudad junto con la líder de gimnasio y modelo Elesa. Pero aún así ellos mantenían sus secretos. 

Los hermanos se encontraban solos en un vagón solitario, lejos de las miradas indiscretas y donde podían dar rienda suelta a su retorcida pasión. Ingo besaba el cuello de su hermano mientras Emmet se deleitaba con sus lascivos jadeos de placer. 

—¿Por qué te contienes? No es como si alguien pudiera escucharte gemir aquí abajo. 

—Puede que no pero es divertido ver como te frustras por querer oír más de mi. 

—Sigue bromeando y lo dejamos ahora 

Emmet solo se rió en respuesta a la fingida molestia de su hermano, su amante, antes de que el los uniera en un desesperado beso 

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—Hey Emmet, voy a ir a por algo para el almuerzo ¿quieres acompañarme? 

—Lo siento, ahora no puedo, aparentemente hay un problema con las vías de línea roja y me gustaría arreglarlo lo antes posible. 

Ingo asintió con la cabeza y una leve sonrisa se formó en su rostro normalmente estoico. —Tan dedicado como siempre con nuestro deber, muy bien Emmet, igualmente te traeré algo para ti al volver. 

Ambos hermanos se despidieron como de costumbre antes de tomar cada uno su camino. Si tan solo se hubieran quedado juntos en ese momento tal vez ese día hubiera tenido un final distinto. 

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—¡A qué te refieres con que no hay ningún rastro! ¡¿Es que no sabes hacer tu jodido trabajo!? 

El jefe del metro azotó el escritorio de la asustada oficial que miraba con temor al alterado hombre frente a ella. Ahora no se parecía en nada al animado entrenador que todos en la ciudad conocían. 

—Emmet por favor —Elesa puso una mano en su hombro mientras la preocupación y la pena se reflejaban en su mirada—. Intimidar a la oficial no ayudará en nada al caso. 

—Ha pasado un mes Elesa… ¡Un maldito mes! Y en todo ese tiempo ninguna de las personas aquí me ha dicho algo que no sea “estamos haciendo todo lo que podemos” y “no hay ningún rastro” ¡es como si todos se tomaran a la ligera su desaparición! 

La respiración de Emmet era acelerada y desesperada, como si el aire no pudiese llegar a sus pulmones. —Estoy desesperado Elesa… Quiero al menos saber que está vivo sino yo… 

Las palabras murieron en su boca, podía sentir todas las miradas fijas en él, miedo, preocupación, lástima, todas esas emociones ajenas los golpearon fuertemente como si de un tren en movimiento se tratase. No quería que lo miraran así. Se dio media vuelta y salió apresuradamente de la comisaría, podía oír a Elesa llamándolo desde la oficina pero ya estaba demasiado lejos como para entender lo que decía. 

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