Aquella noche del 10 de febrero la gente que amaba el patinaje artístico masculino tenía puestos sus ojos en Pekín sobre los hombros de aquel joven pelinegro de 27 años que de un momento a otro había salido de la disputa con las manos vacías.
*encabezados de noticias digitales*
"El patinador estadounidense NC desbanca a Hanyu y logra el oro"...
"NC confirma su excelencia"...
"Yuzuru Hanyu no figuró en el medallero"...
"¿Viene el descenso de su majestad Yuzuru Hanyu?"...
"Los Fans del Japonés aplauden su actuación pese a las fallas que tuvo"...
"El japonés tenía otro objetivo, una medalla no lo define"...
"Su majestad no pudo lograrlo en esta ocasión"...
— Esto es una mierda... por favor no contestes el teléfono y no quiero que veas los noticieros ¿entendiste?— Dijo Brian mientras dejaba a Yuzuru en la habitación del hotel, a pesar de no estar a su lado en los eventos, se mantuvo cuidándolo a la distancia y personalmente se encargó de llevarlo porque conocía el estado anímico en el que se encontraba, él mejor que nadie podía manejar esa situación; lo dejó recostado en la cama y se retiró una vez que el otro se había cansado de llorar.
El pelinegro haciendo caso a su entrenador apagó el móvil, de cualquier manera nunca se comunicaba con nadie, suspiró profundamente y con mucho esfuerzo se levantó de la cama para poder ir a darse un baño, el tobillo y la cadera le dolían, "¼ de giro" se repetía en la cabeza y a pesar que le dieron la primicia de la certificación del salto, el seguía apesadumbrado por no haber conseguido su objetivo.
Aún por la madrugada del día 13 de febrero el teléfono de la habitación no dejaba de sonar; incontables televisoras, medios impresos y medios digitales, todos querían respuestas de la propia voz del pelinegro; "¿Está decepcionado? ¿Qué sintió al fallar? ¿Cómo se encontraban sus lesiones? ¿Seguirá patinando?" también existía medios que deseaban hacerle saber la emoción de sus fans y muchos atletas retirados que ensalzaban su intento del Quad Axel.
Aquellas ultimas llamadas de aliento eran ligeramente reconfortantes para él, saber que algunos conocidos o incluso otras leyendas del patinaje le respaldaban era bueno pero aun así estaba cansado de repetir una y otra vez las mismas respuestas tanto que su equipo de trabajo decidió que se haría una rueda de prensa para mitigar el cansancio mental del pelinegro pero al darse el aviso el revuelo fue aún peor, durante todo ese día se dedicó a descansar y no encendió su móvil hasta ya entrada la noche. Unos minutos bastaron para que el teléfono comenzara a sonar y Yuzuru pensó qué lo mejor era apagarlo nuevamente sin embargo su estómago brincó hasta su garganta al ver el identificador de llamada "Javi".
Las manos del pelinegro estaban dudosas tomando el celular y sin decir una palabra esperó escuchar a la otra persona
— ¿Cómo has estado?— aquel tono grave pero suave lo reconocería a la perfección, aunque habían pasado años sin tener una llamada el recuerdo era claro, sin duda era él.
— Deberías saberlo o ¿ya has olvidado como soy?— la voz de Yuzuru se escuchaba entrecortada por un sentimiento que le oprimía el pecho.
— Sabes que lo hiciste bien, no seas tan duro— hizo una pausa y suspiró para continuar — ¿lo de tu tobillo es algo grave?—
— No, solo está muy inflamado por el esfuerzo—
Luego de eso hubo un momento en que solo sus respiraciones se podían escuchar.
— Yo—
— ¿Por qué...? —
Se cruzaron sus palabras y volvió el silencio, por la cabeza del menor existían muchas preguntas sin resolver, pues la última vez en que hablaron fue al despedirse y el castaño le había pedido que no le buscara más, que debían separarse para que Yuzuru pudiera crecer, que a su lado solo se detendría pues el ya no tenía metas en el deporte y estaba cansado, además lo más importante era que no podía corresponderle de la forma que tanto deseaba.