Capítulo 1

22 2 11
                                    

—Entonces ¿Cuándo dices que regresas?— Me pregunta Gemma después de que ya se lo dije cinco veces

—El mes que viene. El vuelo está registrado para el 28, tal vez llegue el 29.

— No puedo esperar, tenemos tanto sobre que ponernos al corriente. — Volteo a ver el bar de reojo, haciendo muecas invisibles para mí hermana.

— Te dejo continuar con tu cita, cuando llegues, me contarás todos los detalles— Puedo sentir su mirada pícara a través del teléfono.

— No es una cita, simplemente salí a tomar una bebida con un amigo, eso es todo. Ninguna atracción y amistad 100% — Digo al tiempo que tuerzo los ojos. Esto no parece ni siquiera una salida de amigos, parece un castigo.

— Espero que se lo hayas dejado claro desde el principio, no queremos que se confunda— Me dice mi hermana al mismo tiempo en que cuelga el teléfono para que no pueda oponerme a su comentario.

No sé si fue por mi deslumbrante sentido de la moda o por mi burbujeante personalidad que terminé aquí. La música está muy fuerte, se siente mucho calor en el ambiente. Ya me quiero ir. Es divertido estar un rato, no hasta las 4 de la mañana. Esta es la última "cita" a la que asisto. Los ingleses son interesantes, pero sin duda no son mi tipo. El mesero del antro llega con mi bebida. Es mejor pedir algo sin alcohol cuando sales con alguien que se embriaga con una cerveza. Sabía que era mala idea venir, pero henos aquí. Todo porque a la niña le gusta mantener amistades y no sabe decir que no. Mi amigo está tumbado en la mesa, babeando a chorros. Está dormido. O eso creo. En fin, mientras él recupera la conciencia, me dirijo al baño, o eso le dije a él. Salí a tomar un poco de aire. Es lindo ver como las luces de la rueda de la fortuna iluminan la noche, como el reloj más popular del mundo fue la vista de mi ventana durante dos años y como la lluvia danzaba al unísono por las grandes calles de Londres. Lástima que es de las últimas veces que la voy a ver. Mis oídos zumban y mis piernas tiemblan, a pesar de que llevo tacones bajos, ya me duelen los pies. Será mejor que me vaya, es día de escuela, literalmente entro a la escuela en 5 horas. Regreso por Will y lo veo tendido en la mesa. Como si nunca hubiéramos venido. Un mesero me ofrece su ayuda y lo subimos a duras penas a un taxi.

— A la universidad de Londres, por favor —Le indico al taxista.

El taxi brinda una sensación extraña. Calma y calidez. Usualmente uno se sube a un taxi porque tiene prisa y tiene que llegar pronto al lugar donde tiene que estar. Pero en esta ocasión, me dedique a recostar la cabeza en la ventana en silencio, analizando cada callejón, cada ruta y cada cabina telefónica. Mi cabeza retumbaba, no sé si era por el movimiento sobre las calles de piedra o si era por el silencio después de haber estado toda la noche en ese ruidoso y espantoso bar. En cuanto el vehículo arrancó después de un semáforo, Will cae en mis piernas, profundamente dormido. Lo levanto y lo apoyo en la puerta de su lado. Comienzo a quitarme los tacones, que me estaban matando. Observo a través de la ventana y me doy cuenta que ya inició la lluvia matutina. Llamo a la hermana de Will para que lo recoja en la universidad, porque no puedo llevarlo yo a su casa. No sé dónde vive, a pesar de que somos compañeros en la universidad, no lo conozco muy bien. Acepté salir con él con la intención de hacernos amigos. Siempre me ha gustado tener muchos amigos, de hecho, la mayoría de las citas a las que voy, son con intención de hacer nuevos amigos. Lástima que no siempre funciona.

Una vez en la universidad, Emily recoge a Will y se lo lleva, disculpándose sin cesar por la conducta de su hermano. Emily también está en mi clase, pero tampoco le dirigía mucho la palabra. Ese par es del tipo de alumnos que se sienta atrás y no suele participar mucho, mientras que yo quiero ser la número uno en todo lo que hago y hacerme destacar. La lluvia se torna más fuerte y entro corriendo al edificio donde está mi apartamento. Cuando entro, arrojo los zapatos y el bolso contra el sillón y me tiro en mi cama. Doy un fuerte suspiro, me vuelvo a levantar para abrir el refrigerador y no encontrar más que un yogurt. Somnolienta, lo tomo y me siento en la sala, enciendo el televisor y veo las noticias nocturnas. Una mujer es asaltada y le roban la camioneta antes de que llegara la policía. Típicas noticias madrugadoras. Cuando termino mi cena de 5 estrellas, me dedico a desmaquillarme. En realidad no me toma mucho, usualmente uso maquillaje ligero, no me gusta verme como esas actrices que se cubren cada imperfección con capas y capas de cosméticos porque no les gusta verse humanas. 

Todo lo que no estaba buscandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora