Capítulo único. Fuegos artificiales.

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A pocas horas del fin del festival, todos sus compañeros se despidieron y marcharon hacia sus hogares, dejándolo solo e inmerso en sus pensamientos.
Su vida se había convertido en un completo éxito que en el pasado ansiaba alcanzar, el cual todavía lo hacía sentir inmerso en una marea de emociones de todo tipo.
Sin embargo, intentaba no perderse en ella.
El pan que lanzó al mar que rodeaba el puente fue una de sus acciones que lo hicieron contemplar la oscuridad de la noche.
Ppr algún motivo, siempre terminaba en ese mismp lugar, y aunque quería disimularlo le era imposible. Sabía que ese motivo era Nishimiya, una de las personas que se habían convertido en su inspiración de vida, del cual estaba tan enamorado. ¿Tenía ese sentimiento algún sentido? En su cabeza era totalmente irracional, y no podía ignorar la cantidad de veces en la que ella estaba en su mente por las noches.  Era lo único en lo que pensaba, su razón para vivir.

El cardumen de peces que recorrían el agua con el resplandor de la luna obtuvieron un gran pedazo de pan cuando el joven lo dejó caer del susto. No lo había notado, pero la chica de claros cabellos había estado a su lado asechándolo en silencio. De no ser porque giró la vista, nunca la habría notado.

Se rascó el cuello con nerviosismo, y se reincorporó tras aquel movimiento sin sentido.

-Hola, Nishimiya. -Exclamó a la vez que movía sus manos usando lenguaje de señas. Ella le respondió inmediatamente.
Cuando notó en sus labios su sonrisa, pudo sentir como su corazón se aceleró, lo que causó que se sintiera aún más nervioso.- L-la luna está realmente brillante hoy. -Dijo- ¿La haz visto? 

Sólo pudo apreciar de su parte como asentía con la cabeza, por lo que se quedó estático, mirándola. 

-Uhm, ¿Qué sucede? -Preguntó ingenuo. Caminó un poco más hacia ella, notando como retrocedía algunos pasos inmediatamente- ¿Estás bien?

Al no obtener respuesta, tragó saliva.  De repente se había vuelto el encuentro más extraño del día, no entendía qué le pasaba. Su insistencia no era lo de menos.
La miró en silencio hasta ver como el movimiento de sus manos completaron la oración "Quiero confesarte mis sentimientos" mientras que mantenía una expresión de timidez y sumisión.

Confundido, Ishida preguntó de qué se trataba, con la esperanza de obtener una respuesta que no fuera de suma relevancia. Apoyó su cuerpo en la barandilla sin quitar su mirada de su rostro, para ver qué tenía para decirle.

Ella cubrió su rostro con sus dos manos, avergonzada.

Ishida se sorprendió por ese gesto, y caminó otra vez hacia ella, con preocupación.  ¿Quizá algo malo le había pasado en el festival? ¿O tenía miedo por la oscuridad?

-¿Nishimiya? -Preguntó con ingenuidad.

Acercó su mano hacia su muñeca, intentando que descubriera su rostro, con sumo cuidado.
Pudo ver como algunas lágrimas estaban a punto de desbordarse de sus ojos, se veía...¿Triste? Tenía muchas preguntas. Pensó que quizá no podía expresarse correctamente, así que tocó su hombro de forma repentina, queriendo comunicarle algo.

-¿Quieres que...Vayamos a otro sitio? -Continuó esperando una respuesta, pero sólo obtuvo un rotundo "no" con su cabeza.

Ella separó sus manos dejando a la vista su sonrojadas mejillas, y lo miró fijamente.

-Me gustas. -Dijo directamente, esperando que no lo mal interpretrara como su anterior intento. Sus ojos brillaron con más intensidad a medida que finalizaban sus movimientos.

Ishida abrió sus ojos como platos. Dejó un silencio por un par de segundos.

-¿Yo...? ¿Yo te...gusto? ¿..G-gustar? -Intentó aclarar sus dudas para saber si no había entendido mal.

Nishimiya apretó con fuerza su falda de cuadros, con timidez.
Prefirió no dar respuesta, y sólo caminó unos pasos para abalanzarse sobre él.  Se paró de puntillas, hasta llegar a su rostro, y cerró con fuerza sus ojos cuando unió sus labios con los del joven en un beso.

El chico se quedó perplejo. Esa escena era real, estaba....
El amor de su vida lo estaba besando, era cierto.

La joven separó inmediatamente tras haberle robado un beso, y cuando se dio cuenta de lo que había hecho empezó a mover la cabeza hacia abajo disculpándose, realmente apenada.

-Nishi...miya... -Apenas logró soltar, puesto a que le costaba asimilar lo que estaba pasando. Su expresión de absoluta sorpresa era imposible de ocultar.

Se ruborizó notablemente y se cubrió la boca en un reflejo, mirándola.

-y-yo...nishimiya -Trató de poder comunicarle sus sentimientos, pero la chica levantó su cabeza y se dio la vuelta. Vio como ella empezó a correr rápidamente, huyendo- ¡¡Nishimiya!! -Gritó y la persiguió, hasta que logró sujetar su brazo, haciendo que se detuviera.- Detente, por favor. -Movió sus manos con rapidez.
Ella se giró, con vergüenza.

-Yo...y-yo...también...-Intentó tranquilizarse, pero le era imposible decir lo que sentía, como si una barrera estuviera en medio de los dos. Se dio una bofetada, que hizo que la chica se estremeciera.
No había otra manera en la que pudiera entrar en razón.  Era realmente extraño.- Yo...-
Suspiró con cansancio- También me gustas. -Dijo con un movimiento en seco, dirigiéndose a ella.
Hizo aparecer en su rostro una leve sonrisa, mirándola.

Acercó su mano a su mejilla, podiendo ver fijamente sus ojos llenos de lágrimas.  Estaba seguro de que no eran de tristeza.

Fue entonces que, terminando con el espacio que los separaba, unió sus labios nuevamente, pero esta vez en un beso serio en el cual estaba reflejado todo el amor que sentía hacia su persona.

La chica al principio mostró timidez, pero se entregó completamente a sus cálidos labios, correspondiendo a aquella unión que tanto había deseado desde que volvieron a reencontrarse.

Ambos estaban realmente felices, enviciados por aquella sensación que ahora la noche acompañaba, haciendo que todo el tiempo al rededor se detuviera.

Cuando finalmente se vieron forzados a separarse, Ishida al instante rodeó con sus brazos el cuerpo de la mujer, otorgándole su completo agradecimiento.  No quería que estuviera lejos nunca más.
La chica correspondió al abrazo, notando como Ishida la estaba rodeando fuertemente, apegándola a su cuerpo lo más que podía.  Al igual que él, no quería dejarlo ir.
Había encontrado su propósito de vida.

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