Aquellos que brillan con luz propia no pueden evitar ser quienes son; la hipocresía vive lejos de ellos. No se entienden con ella, ni le buscan. Así ha sido siempre, desde el principio. El que pregunta el porqué, no aprecia la respuesta. La considera fútil, ridícula y el buen consejo detesta. Ciertamente más útiles para el mundo son las personas llenas de amor. Para todo sirven, siempre suman y no restan. Alegría es para todos que un ser así exista, porque dan todo sí mismos sin acepción de persona. Da la impresión de que ilumina con un brillo color violeta, pues en todo momento
ama y siempre todo lo perdona.
Gente de buen corazón siempre existirá, y también las mofas para aquellos que hacen la diferencia. Aunque se quiebren en varias partes, se reconstruyen a sí mismos, pues su
fuerza, sin duda, va más allá de toda ciencia. Siendo superiores no se exaltan, sino que los gobierna la humildad. Siendo fuertes, lloran, porque tienen dominio propio. La verdadera templanza reside en el hombre que no ofende. Ninguno guarda rencor, ni hay uno que con alguien desista. No podrá cambiar su ser ni la sombra más vil. Su pureza y su genuinidad todo lo conquista; esos son los bellos seres de corazón amatista.