¿Preparados?

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Me encontraba de nuevo en el trabajo, viendo y reconociendo muertos, era divertido ver como la sangre salía de sus orificios nasales, su cerebro se veía a la luz mientras se buscaban partes de la cabeza, como los huesos ya no estaban o incluso como los lloriqueos absurdos de sus familiares los llamaban. La verdad me parecía patético, ya estaban muertos, ya se habían ido de esta mierda y a dónde sea que terminen sus restos, en el vientre de un gusano o en el abono fértil para cualquier árbol, sea donde sea, ya no estarán y eso de cierto modo nos debería satisfacer.

¡Riiiingggg, riiiingggg, riiiingggg! Timbró el celular de mi jefe, anunciando las 4:00 p.m. y con ello la salida del trabajo. Me dirigí a uno de los baños que se encontraban cerca de la empresa a la que hace unos minutos habíamos llegado para terminar de dar todo el reporte del día y podernos ir a casa o a rumbear, a fin de cuentas era viernes y el lunes sería festivo, y me hacía falta mover un poco el culo. Mientras bajaba el agua y me acomodaba la falda para salir del lugar, escuché unos leves pasos, más contundentes que los de un fino tacón, por lo que pude esbozar una leve sonrisa e imaginar lo que me esperaba.

-¡Estás más buena que nunca, dijo me jefe, y pude notar como su mirada estaba intacta hacía mis escote y mis largas pero gruesas piernas!

- Todo lo que puedes disfrutar, dije con una mirada perversa y una ligera curva en mis labios.

-¿Ah sí? dijo mi jefe y sin darme tiempo de responder ya me tenía de espalda contra una de las puertas del baño.

Una de sus manos sujetaba mis muñecas por la parte superior de mi cabeza y la otra estaba subiendo por mis muslos, sentí como se pegó más a mí y con un leve susurro me dijo al oído, -hoy será rápido pero te follare como la perra que eres, duró y sin contemplación, que lo único que salgan de ti sean gritos de placer, maldita zorra.

Fue ahí cuando sentí como se dispararon la punta de mis pezones y la humedad de mi vagina me lo confirmaba, en medio de esto alcancé a responderle con una voz segura como si su comentario no hubiese hecho nada en mi - ¿y qué estas esperando, maldito imbécil?

Me alzó la falda sin contención alguna, metió uno de sus dedos por mi entrepierna, jugando con mis labios vaginales, mientras que con la otra soltó mis muñecas advirtiéndome que las dejará allí, me dio tres palmeadas en el culo, luego me agarró la cintura y puso una de sus manos en mi espalda indicándome la postura que debía tomar, inmediatamente me puse en disposición y sentí como se metía en mí, cada vez más rápido y más fuerte pegándome en el culo, acariciando mis senos por debajo de la camisa que llevaba puesta o jalándome del pelo haciéndome gemir más, era un placer glorioso, a fin de cuentas el sexo era lo único que me hacía sentir viva y con ganas de más. Era una sensación insaciable.

De camino a casa con la música de morat, Diomedes y unas cuantas de Pink Floyd, sonando en lo más profundo de mi ser, y viendo a la multitud dirigiéndose en ambas direcciones con su cara sin expresión y sus afanes de una vida a la que no puedo llamar real, porque a veces siento que estoy en un sueño. Pude divisar la silueta de un hombre a las afueras de mi casa con una criatura detestable en sus hombros.

Mis pasos se aceleraron un poco más y por desgracia comprobé que la silueta se trataba de Raúl el hombre que había conocido en una discoteca, con el que había follado un par de veces y que de muy iluso se enamoró de mí, el mismo petardo que no se supo poner el condón y ahora tenía que soportar una escuincla viéndome como su madre.

-¿Qué quieres? dije en tono altanero y con un desagrado de sus vidas mismas.

- Raúl de manera muy formal y entre sonrisas me saludó, y alzó el brazo de la mocosa, para que hiciera lo mismo conmigo.

-¿Qué carajos quieres? volví a repetir, suficiente con cargar 9 meses dentro de mí a esa criatura y ahora me la vienes a traer a mi casa, no seas webon Raúl.

- Mira Karla, dijo el padre de la chiquilla, seré directo y claro contigo, y de manera muy tranquila me dijo -yo he cuidado a la niña por todo este tiempo y este fin de semana tengo una entrevista de trabajo muy importante, fuera del país, mi madre está enferma y mi hermana está estudiando, por eso recurro a ti, solo será hasta el domingo y te dejo de molestar, solo te pido eso.

-¿Qué te pasa? No voy a perder mi tiempo cuidando a esta escuincla sabiendo que puedo estar disfrutando de mi vida, bailando y fumando.

...

Después de una larga discusión, ya estaba la bastarda dormida en el sillón de mi casa, mientras yo buscaba que beber, la verdad no me agrada el hecho de una compañía, me fastidia tener alguien ahí sin entender mi esencia o con ganas de buscarla y poderme complacer. Estúpidos sin vida misma.

Las 2:47 a.m., No podía estar tranquila, ni siquiera podía entender como hace un par de años atrás me quedaba tirada en el piso comiendo cualquier fritura, bebiéndome una cerveza y tocándome los senos mientras veía como un par de bastardos me mandaban fotos de sus duros pero detestables miembros. Y ahora no, ahora sentía como los malditos chillidos de lo que se le puede llamar una hija de 10 meses, me retumbaban en los oídos haciendo palpitar mi cabeza, hirviéndome la sangre y provocando que me levante de una vez para callarla.

Llegué al sofá donde estaba lloriqueando, tal vez, porque recordé que Raúl me dijo que no le había dado tiempo de alimentarla. JAJAJAJAJA, pobrecita, yo solo tenía cerveza, salchichón y más de un kilo de limón. No creo que eso le sirviera y tampoco iba a buscar la manera de hacerle algo.

Así que opté por la decisión más reconfortante para mí y más beneficiaria para Guillermina que creó que se llamaba la mocosa.

Con desprecio la tomé de los brazos y la llevé a la parte trasera de la cocina, la senté en un banco que estaba en la esquina y desesperada por sus alaridos me apresuré a sujetar sus extremidades con unos de mis suéter viejos ya que si la dejaba como estaba, se movería mucho y terminaría en el suelo, que por cierto no estaría mal. Me fui a mi cuarto y en una de las gavetas encontré lo que buscaba la cinta multipropósito, sin más, puse un poco en la boca de la escandalosa y sentí una tranquilidad inmensa por la ausencia de sus chillidos. Me dio por mirar sus ojos y estaban rojos de tanto llorar, se mostraban temerosos pero en el fondo reflejaban algún toque de inocencia.

Me reí en su cara y viendo fijamente a sus ojos la tome por el cuello, veía como sus venas se hacían notorias, el rojo en su piel, y las orbitas visuales fuera de su lugar, disfrutaba, ver como buscaba refugio pero mis manos, el amarre y la cinta se lo impedía. Con una leve sonrisa en mi rostro e irónicamente cantando "No hay más que hablar", le quitaba los cabellos a la escuincla que ya había descansado de vivir, vi salir un poco de humo del agua que había puesto en la estufa hace unos minutos, ahí entendí que por fin comería carne, carne de verdad y al lado de unas buenas cervezas.

KarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora