1: ¿Penny Lane? ¿Como la canción?

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2008

—Al, bebé, no podré alcanzarte a Suffolk, lo siento muchísimo—dijo Alexa, al otro lado de la línea—¿Recuerdas la propuesta de trabajo que tenía? Hoy hablaré de ello en una junta que tendré en... En treinta minutos. Alex, perdóname, de verdad quería acompañarte al festival, mi amor.

—Alexa, no era tu deber acompañarme... Fui un idiota al pedirte dejar tu trabajo por mí—dije, algo arrepentido.—Pero me debes una, ¿cierto?

—¡Claro, claro! Prometo ir al que sigue, Al.

—Que tengas mucha suerte en tu junta, Alexa. Te amo demasiado, hermosa.

—¡Te amo mucho más!—contestó animada. Su voz era tan dulce aunque fuera ronca—Tengo que colgar, Al. Pórtate bien, sé lo que haces—bromeó.

—Lo sé, adiós—reí—Cuída...—ella ya había colgado.


Debo acostumbrarme a estar con Alexa, a estar sin ella. Bueno, ya hemos cumplido un año y han sido pocas las veces que ha venido a algunos de mis conciertos. Uno de ellos que daré en un par de horas, aquí, en Suffolk, en el Lattitude Festival. Somos como una sorpresa o algo así. Estaba en un cuerto del backstage, salí al mundo del Rock N Roll, básicamente. Cualquier seguidor de este género, daría su vida completa por estar en un backstage de algún festival. El mundo de alcohol y mujeres retumba por todo el lugar.


—¡Turner!—me viré de donde se escuchó el hombre que me llamó. Con todo el ruido, no se distinguía nada.

—¡¿Matt?!—grité.

—Claro, hombre—dijo, acercándose completamente a mi—. Oye, ¿no tenías que ir por Alexa?

—No puede, ya sabes, con eso de su trabajo.

—Turner.... ¡Vamos, diviértete! Siempre desprecias a todas las nenas que se te acercan, Alexa tampoco se quedaría con las ganas, ¿eh?

—Matt, ella no es así—reía.

—Tiene cara de no romper ni un plato pero, tú y yo sabes cómo es la chica.—solté la carcajada.

—No creo que...

—Andando, las chicas te llaman—me aventó. Sólo reía.

—Ahora vengo, capullo—dije y fui a una helera por una cerveza. Matt seguía mandándome señas.


Abrí la cerveza que había agarrado. Bebía de ella sentado en un sofá mientras una silueta entraba por la puerta trasera que llamó mi atención. Era una chica exuberante. Una chica con rizos dorados y un abrigo afelpado de color café dorado. La rubia llevaba unos zapatos muy altos. Traía el cabello suelto con unos lentes circulares, la rubia fumaba un cigarrillo. Reía con sus amigas detrás de ella. Aunque quisiera, no podía apartar mi vista de ella. Era tan llamativa y hermosa. Un hombre que estaba al lado de mí tampoco podía quita su vista de la rubia.


—Oye, ¿quién es ella?—le pregunté al chavo que estaba al lado de mi.

—¿Ella?—repitió, yo asentí—Es Penny Lane. No existe nadie como ella.

—¿Penny Lane? ¿Como la canción?

—Sí, como la canción.


Debí haberlo deducido cuando la vi. Es una groupie. Penny Lane, a simple vista te dan ganas de acercarte y conquistarla. Penny Lane, la de los rizos rubios. Creía que la existencia de las groupies se había extinguido cuando pasamos al siglo 21. Puede que existan y no las haya notado.

Penny Lane es una groupie de los años setenta u ochenta. Penny Lane no pertenece a esta década.


Penny Lane se acercó donde yo estaba. Tomó una cerveza de la helera, volteó hacía mí y me sonrió. Le devolví el gesto. Era una belleza única. Me sentía en otra época teniéndola cerca.


—No te conozco—dijo, sin dejar de sonreír. Se sentó al lado de mí.

Tragué saliva.

—Ni yo a ti—respondí. Ella rió.

—Soy Penny Lane—me ofreció su manó, así que la tomé, algo torpe—Sí, como la canción.

—Me llamo Alex, Alex Turner—dije, con una timidez nata. Joder, como odio que me pase esto.

—¿De...?—ladeó su cabeza.

—Sheffield. Bueno, eh... Inglaterra. Es decir, de Arctic Monkeys. 

—Oh, con razón te me hacías conocido, cariño. Y tu acento, es lindo.

—¿Me conoces?

—Por supuesto que sí, Alex. Tu música es un deleite para mí. Escuché aquella canción tan linda... Mardy Bum. Me enamoré de tu voz—su forma de hablar parecía elegante.

—Bueno, todo salió de mí—bromeé. No pareció causarle gracia. Se puso algo seria.

—Algún día me tendrás que cantar, ¿lo prometes?

—No sé si te vuelva a ver, Penny Lane.

—¿LO PROMETES?

—Esta bien, te lo prometo, Penny.

—¿Qué haces aquí? Nadie me dijo que ibas a estar aquí.

—Somos como el grupo sorpresa; no le digas a nadie—rió—, ¿vienes seguido?

—Estoy quedándome aquí desde hace un mes. Es algo aburrido.

—¿De donde eres?—curiosee.

—Liverpool.

—¿Tuviste algo que ver con The Beatles?

—Desearía—suspiró, sonriente—¿Cuántos años tienes?

—Eh... Tengo veinticinco.

—¿En serio? ¡Yo también!—dijo, algo asombrada.

—En realidad, tengo veinticuatro.

—Oh, qué casualidad, yo igual.

—Tengo veintidós—me rendí.

—Te ves más pequeño, cariño.

—Es algo que no me gusta de mí, supongo.

—Para mí no—sonrió—Me gusta cómo te ves. Es más, si dejarás tu cabello crecer, te verías más atractivo de lo que eres.

—¿Eso crees? Puede que lo dejé así.

—Me gustarías más—rió y yo igual.


Platiqué con Penny Lane como una hora más o menos. Pensé que se huiría de mí, al contrario, estaba muy cómoda a mi lado. Y yo al de ella. Penny Lane tiene ese nombre desde hace cinco años, cuando se escapó de su casa diciendo que la música se convertiría en su mundo. Y lo cumplió. No hablé mucho, disfrutaba su voz y observarla mucho más. Nunca me había interesado una belleza así, pero Penny Lane es totalmente diferente.


—¡Turner, ya nos toca!—llegó gritando Jamie. Me había olvidado de todo por estar con Penny.

—¡Ah, cierto!—me levanté apurado. Penny me miró de manera inquisidora—Ven conmigo, Penny Lane.


Le ofrecí mi mano. Penny la aceptó, con una reluciente sonrisa y dijo:


—A donde quieras.


Penny LaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora