🦋

3 1 0
                                    

Te conocí un día como hoy pero hace un año ya; quizás nuestra historia sea diferente, no comienza en un parque, ni en una fiesta, ni en la escuela como lo común que suele pasar, todo empezó en nuestro WhatsApp. Ese primer día que vi tu foto automáticamente pensé "Demasiado perfecto para ser real, esto es una especie de ilusión óptica"; pero la realidad me golpeó cuando me respondiste con un "¿Quién eres y de dónde sacaste mi número?". No negaré que me llamaste la atención al verte, pero cuando te escribí para saber más de ti mordí el anzuelo. Mientras más hablaba contigo más me atraías, esa expresión fría y dulce a la vez me sigue hipnotizando como si fuera el primer día. Por más que intentaba evitar enamorarme no podía, en ese entonces eras como una mariposa imposible de atrapar para mí. En nuestro WhatsApp pasaron muchas cosas, allí vi tus cicatrices del pasado, tus más grandes secretos, tus temores, tus sueños, allí conocí a tu verdadero yo. Nuestra amistad crecía, y con ella mis sentimientos el doble de rápido, a eso triplícale mi temor de tener que eliminar esos sentimientos en algún momento. Pero dos meses no nos bastaron para hacer clic y dar nuestro primer paso. Desde ese día te convertiste en mi meta, mi soporte emocional, mi vida estaba vacía y le diste futuro, nunca soltaba el móvil a pesar de los regaños de mi madre, aprendí a convivir con la virtualidad, mi móvil cobró vida, me sentía más viva en el chat que en la propia realidad, muchas veces desconectaba de ella y la olvidaba por completo mientras hablaba contigo y me sentía en otro lugar... Desde aquel día eres esa razón por la que me levanto con una sonrisa y llena de esperanza con la misma pregunta:

"¿Cuándo te veré?".

Pero en ese transcurso nos vimos obligados a pasar por diferentes obstáculos, las fuertes discusiones, discusiones que debíamos resolver sin mirarnos a los ojos, la presión del tiempo que íbamos perdiendo juntos, las personas que muchas veces dijeron "Nunca se van a conocer", escucharnos sin abrazarnos por la inoportuna distancia, vernos solo por videollamadas pixeladas que a veces se cortan por la mala conexión, estar desesperados y llorar cada noche por vernos pero aún no se puede, intentar explicarle a nuestros padres por qué no podemos tener una relación normal a las demás, por qué preferimos quedarnos en casa hablando por teléfono, porque es la única opción temporal que tenemos para permanecer unidos, soportar ese temor diario de que nuestros móviles fallen ya que son nuestra única vía de comunicación,  irnos a dormir luego de escuchar decir: "Ti amuuu, quiero verte yia", y que simplemente no podemos hacer nada mientras la impotencia nos consume, cuando lo único que pedimos es estar cerca y ser felices.

Muchas veces pensaba que nunca te vería, pero dolía cuando eras tú quien me lo decía, en esos momentos ocultaba ese dolor y te llenaba de las mismas esperanzas que me llenaba yo de por fin conocerte, porque lo único que me importaba en mi vida era conocerte, te convertiste en mi meta y esperaría lo que fuera necesario para verte, y así fue. Cuando creímos que ese momento nunca llegaría el día nos alcanzó y cumplimos ese sueño.
Desde ese día mi vida virtual se convirtió en ti, mi móvil ya pasó a ser un simple móvil sin vida al ignorarlo mientras estaba a tu lado, fue entonces cuando me di cuenta de que la adicción no es el móvil, sino hablar contigo gracias a ese móvil, que una relación a distancia es difícil pero no imposible, que mientras haya amor nada está perdido.

Y es que son pocos los que tienen esa oportunidad de enamorarse primero de la personalidad antes que el físico, de conocerse a la perfección ya que nuestra única alternativa son las conversaciones por chat y tratamos de hablar absolutamente todo, pocos saben lo que es una relación con el peor enemigo: "la distancia", esa que te obliga a ser valiente, a ser paciente, a pasar por esa prueba de cuánto puede llegar a viajar el amor, de cuánto tiempo podremos llegar a aguantar sin ver a nuestro pedacito de vida que nos espera a muchos kilómetros. Solo nosotros podemos experimentar esa linda sensación de espera, ansiedad y emoción que se mezclan a la vez, tenemos esa curiosidad de conocerle en persona mientras nuestras ganas de que llegue ese día aumentan sin parar, tanto que se vuelve nuestra principal meta en la vida, a veces hasta nos parece un sueño difícil de alcanzar. Y no existe emoción que rebase ese día del primer encuentro, nunca vivirás otra vez ese momento de espera, en el que no te cansas de mirar a tu alrededor una y otra vez diciendo en tu interior:

"¿Dónde estás? Quiero verte ya, llega por favor"...

Ese momento en el que al voltearte lo ves y aún no lo puedes creer, cuando no sientes ni tus pies, no paras de temblar, corres a sus brazos y por fin sientes ese abrazo que tanto deseabas e imaginabas, y aún así sintiendo su tacto no crees que en realidad está pasando. Y es cuando te das cuenta de que valió la pena esperar.

"1 Cor 13:4 - 8"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora