capítulo uno

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Draco llega al portón del bloque de pisos con su pesado abrigo sobre sus hombros. Es noviembre y la nieve cae por los tejados y las calles de Londres. Busca sus llaves en los grandes bolsillos, y tararea una pequeña canción navideña.

Él es enfermero temporal en una residencia, no puede encontrar trabajo fijo a sus veinticinco años, debe joderse y alegrarse de lo que tiene. Y lo hace, está más que feliz con los compañeros de residencia que le ha tocado.

Pero a veces le cansa tener que atender a tantas personas, y muchos son viejos malagradecidos que encima le tocan el trasero.

Lo cual es una mierda, ¿pero qué puede hacer él más que pedirles que no lo hagan?

Afortunadamente, en Navidad, se irán todos con sus familias y Draco no deberá soportar a ningún viejo asqueroso más. Además, Morgan le ha hecho galletas hoy en la residencia, y eso le ha subido el ánimo.

Camina casi dando saltitos hacia el ascensor. Todo cuanto quiere hacer ahora es sumergirse en un baño de burbujas y verter aceite para omegas en su suave y delicada piel. Necesita mantenerla sana, brillante y muy suave, le gusta que su piel huela a limón. La piel de los omegas es muy delicada y fina, al contario que la dura y gruesa piel de los alfas.

Además, Draco piensa que siempre debe haber tiempo para mimarse a uno mismo.

Pulsa el botón de la planta diez y espera. Mira su reloj, son las once de la noche, hace una mueca. Justo cuando las puertas van a cerrarse, una gran y fuerte mano con una cruz tatuada para las puertas del ascensor abruptamente.

Draco chilla y se agarra a una de las barras laterales para no caerse al tropezar. Mira con ojos muy abiertos al alfa que ha parado el ascensor. El olor a sal y vinagre inunda sus fosas nasales.

Harry.

Las puertas retroceden con rapidez y dejan ver a Harry. Tiene su pelo totalmente revuelto, está sudando y viste una sudadera de boxeo que deja ver sus fuertes y tatuados brazos de boxeador. Draco se ruboriza, y trata de no mirar tanto las venas y el sudor que tiene por sus brazos tan fuertes que lo hacen ver más caliente.

La cara del alfa pasa de neutral, a una más amarga. Draco baja la mirada, porque sabe que no le agrada a Harry.

Siente que Harry se pone a su lado, y Harry le saca al menos dos cabezas. Su instinto animal siempre ha sentido atracción por la masculinidad y el aura de poder de Harry, Draco entra en pánico por el impulso y se aleja un poco del alfa. El boxeador lo mira con el ceño fruncido, como si Draco tuviera dos cabezas.

Draco toquetea sus pequeñas y delgadas manos, mientras que las manos de Harry son grandes, fuertes y callosas.

"¿Vas a darle al botón o no?"

Draco se sobresalta cuando el alfa le habla, mira nervioso a Harry y el alfa parece de lo más descolocado. 

"Ah—, sí, sí." Titubea, y vuelve a pulsar el piso diez. "Claro." Ríe nervioso.

El elevador asciende en total silencio, alfa y omega mantienen distancias; Harry mira hacia el manual de instrucciones como si fuera la cosa más interesante del mundo mientras Draco se lleva un mechón de pelo atrás de su oreja y muerde sus uñitas con ansiedad.

Si sigue así, está claro que se quedará sin uña. Trata de no morderlas, pero la ansiedad corre por su sangre cuando Harry está a su lado.

Siente que ese alfa crea algo en su organismo que lo vuelve loco, y su omega se entusiasma y se pone feliz cuando olisquea a Harry cerca. Pero la brusca manera de hablar de Harry y sus secas palabras lo hace retroceder, mucho.

Lemon Eyes [harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora