La vida de una cupido como S siempre había sido tranquila hasta la tormenta del 30 de febrero. Es extraño porque febrero no posee ese día en el calendario, pero en la zona donde se encontraba nuestra protagonista todo es posible. En fin, pasa aquell...
Una palabra para una, dos, tres o cuatro personas.
Menos para mí.
O eso creía antes del 31 de febrero.
Fecha, la cual no aparece en el calendario de los humanos, pero si en el reino de los cielos. Desde aquí lo imposible se hace realidad.
Antes de contar la historia que me llevó a ser la protagonista de ese día extra, comenzaré por contar sobre mí en lo personal.
En realidad no tengo un hogar, una familia o un nombre. Simplemente soy un cupido, un sirviente de la diosa Afrodita. Ni siquiera mi género está totalmente definido, pues debajo del pañal (única prenda de vestir sobre mi cuerpo ) no hay nada lo cual yo pueda revelar, eso se los dejo a su imaginación. Mi cuerpo y edad son como la de un bebé y tengo pequeñas alas con las cuales no soy muy buena volando.
Cómo ya había dicho soy un cupido, uno más del montón y de los que necesita graduarse para trabajar con Afrodita, la diosa del amor.
La mujer es exigente y para estar a su lado hay que prepararse arduamente. Detesta los errores y si pasan frente a ella corres el riesgo de terminar sin vida o mejor dicho sin título. Es decir, no formaras parte de la historia y terminarás olvidado ¿Qué cosa peor que eso para un ser inmortal?
Y volviendo al tema inicial, lo ocurrido el 30 de febrero.
Ese día, era la prueba final para poder ser un cupido con todas las letras, todo parecía perfecto hasta que Afrodita la cagó.
—La única forma de graduarse es —sonido de tambores—. Unir a dos seres humanos, pero no una unión cualquiera, deberá ser eterna.
Era imposible. Había estudiado que los humanos en este siglo no se enamoraban para siempre. Básicamente lo que les interesaba era el físico, la popularidad , el dinero, en fin lo material. Lo moral era una cosa absurda para ellos.
—Para este trabajo final se les entregarán su arco y flecha. Úsenlos bien y no olviden que los estoy observando.
Por primera vez tenía mis instrumentos en mis propios manos, no eran tan simples como se veían en los libros.
La flecha era extremadamente larga y el arco más grande que yo, pero podría con ambos. Me encontraba feliz , me sentía entusiasmada y con ganas de buscar a esa pareja que me ayudaría a ganarme mi título.
Como dije no soy buena voladora y tristemente me caí varias veces y con ello mis flechas y arco, los cuales casi me matan por lo pesado que eran.
Cuando creía haber encontrado a la pareja indicada, un par de amigos supuestamente me imaginaba, me los robaron y así siempre pasaba. Se me adelantaba otro cupido. Maldije y caí al suelo, me di en mis redonditos y pequeños glúteos. Entonces, comencé a pensar en una forma diferente para lograr el objetivo y cometí un grave error: lanzar flechas al azar.
Estaba tan entusiasmada que no vi la tormenta que ocasioné. No quedaba ni una sola flecha, las había terminado todas y eso me perjudicaba.
—S.
Ese era mi nombre entre los cupidos y cuando me llamaban debía correr de vuelta al cielo, pero no por una buena causa , sino pasa un castigo.
Afrodita estaba furiosa. Iba de un lado para otro e incluso rompió mi arco y flecha a la mitad, me los arrojó mientras yo estaba arrodillada en el piso.
—No sabes la gravedad de tu acto tan egoísta.
—Siempre se pueden mandar a hacer más flechas —intente no sonar tan descarada, pero entendí que la diosa no lo entendió de esa misma manera.
—El problema no son las flechas. El problema es si cayeron en los corazones indicados y —se tocó la sien— Si es que cayeron.
—¿Pueden no haber caído?
—No lo se , dímelo tú.
Afrodita se deshizo de su larga cabellera. Me asombre , todo este tiempo había llevado una peluca. La dejó caer en el piso y se daba leves masajes alrededor de su cabeza calva.
—Dime qué hago para no matarte.
—Siempre me he preguntado cómo puede matarnos si quiera tenemos vida.
—Tal vez por eso eres tan estúpida —regañó—. Te hablo con seriedad, no estoy jugando ¿A donde fueron a parar las flechas?
—Tengo todos los nombres anotados , puedo reparar todo el daño yo-
—Causarás más problemas si vas tú sola— interrumpió—. Te enviaré a La Tierra con un antiguo cupido. Él te vigilará y si no cumples con tu verdadero objetivo hasta el próximo 30 de febrero, desaparecerás.
Era mi última oportunidad y no podía desperdiciarla. Debía hacer lo mejor posible.
Estaba en la entrada de la casa donde pasaría aproximadamente un año. Un cake de pescado estaba entre mis manos. Me habían comentando que el dueño de la casa era un amante compulsivo a animales marinos.
Al abrirse la puerta nunca pensé en encontrarme a semejante escultura tallada en carne y hueso.
—¿A quién buscas?
—Soy Jeon Somin —hice una reverencia—. Debes ser Kim Matthew, soy tu prima.
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