No más - pt 1.

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°°°1810°°°

Nueva Granada había cambiado los colores de su bandera, desgraciadamente aún no conseguía liberarse de su "padre", ya con 19 años y pensamiento de lograr su independencia del tirano.

Trabajaba cosechando diferentes alimentos y también de cartero, ahora podía salir del horrible territorio español, de ese castillo de penumbra del cuál era prisionero. Ya la mayoría de virreinatos/colonias eran mayores de edad (o cercanos a la mayoría de edad) y comenzaron a trabajar para sustentarse, eso claro sin dejar de ser pertenencia del Imperio, que solo lo hacía para ver a sus retoños "crecer" y quedarse con la mitad de su pobre salario.

Entonces un carruaje elegante se acercó por las apenas trabajadas calles que se construyeron con tanto sudor.

Y Nueva Granada sabía a quién le pertenecía ese vehículo, solo bastaba con notar el barco con la reconocida bandera del imperio español en su vela a la distancia, estacionado en el muelle.

La carrosa se detuvo, y de ella bajó el monstruo más temido de América Latina.

Con sus botas de cuero y traje de la época de colores marrones, con un pañuelo blanco amarrado al cuello y mangas gruesas al estilo de un príncipe, con su gorro de pluma elegante, guantes de cuero, cabello ondulado con cola de caballo, acompañado de su sonrisa soncarrona.

Con su sola presencia era suficiente para que los habitantes salieran corriendo a refugiarse a sus casas.

Nueva Granada dejó el costal de carbón que llevaba en el suelo, quedando cara a cara con el Imperio.

—Imperio—

—Nueva Granada—

Se "saludaron" más seco que el desierto.

Un silencio temporal estuvo presente, hasta los grillos cesaron su canto.

—Veo que no te va bien en el trabajo—

Lamió su pulgar y lo pasó por la sucia mejilla del granadiense, misma mancha producida por el carbón.

El tricolor solo lo miró con asco y apartó su rostro, limpiandose la mejilla con las mangas de su camisa.

—Para nada, Señor. Es parte del trabajo ensuciarse las manos y hacer esfuerzos corporales dañinos para el cuerpo...pero alguien como usted nunca entendería qué es trabajar duro, con maltratos de por medio, para que el salario mínimo no le alcance ni para el mercado del mes, por culpa de los infelices que se roban su dinero—

Al imperio se le oscureció la mirada y se le borró la sonrisa de la cara. Tomó con fuerza su brazo derecho y le obligó a mirarlo a los ojos.

Escuchadme crío revelde. ¡Dirígete hacia mí con respeto!. Yo no te he criado para ser un "sangre sucia"—

—¡Ahg! ¡Ya suelteme, puto enfermo!, ¡estoy harto de todo su mierdero!, ¿¡No se cansa nunca de hacerme sufrir?!...los constantes abusos, las manipulaciones, las mentiras, los traumas, la separación de mi familia, esclavizas a mi pueblo y el de mis hermanos...ASESINASTE A MI MADRE Y A TODOS LOS DEMÁS IMPERIOS INDÍGENAS —

—¿Pero y a tí quién te ha dicho tales atrocidades?. Me ofende que mi propio hijo piense eso de mi...¿Fue acaso el tío ese de Imperio Británico?, ¿que no le bastó con endeudarme?... ahora llenó a mi pobre crío de ideas estúpidas. Todo lo que has dicho suena como algo que Imperio Británico hubiera inventado, como siempre, jugando sucio para limpiarse las manos después, vaya gilipollas—

¡Ya déjese de excusas mierderas y acepte que usted es un monstruo!, ¡y ya SUELTEME!—

Las grietas se hacían presentes en su brazo, era agarrado con tanta fuerza que sentía que en serio se le iba a caer en cualquier momento.

" 𝓝𝓾𝓮𝓿𝓪 𝓖𝓻𝓪𝓷𝓪𝓭𝓪  "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora